Las hijras no se consideran hombres ni mujeres, sino que son una mezcla de ambos géneros, lo que ellas mismas denominan el “tercer género”. Esta comunidad vive en la India y sus orígenes son muy antiguos; de hecho, en la época que el Imperio mogol se adueñó de la India (siglo XVI) las hijras ya aparecen documentadas ejerciendo cargos importantes, como por ejemplo el de cuidadoras de los hijos del emperador y como consejeras de estado.
En este artículo trataremos de realizar una breve semblanza de esta comunidad, una de las más estigmatizadas de la India y que, actualmente, está reivindicando sus derechos con fuerza. Como las hijras usan el femenino para hablar sobre ellas mismas, en este artículo lo emplearemos también para referirnos a ellas.
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¿Quiénes son las hijras?
Como ya hemos comentado, es una de las comunidades más antiguas de la India, y también una de las más menospreciadas. No siempre fue así, sin embargo. Durante la antigüedad y, más tarde, durante el periodo mogol, las hijras gozaron de enorme popularidad y respeto entre los hindúes, y también entre los musulmanes. No fue hasta la llegada de los británicos que, lo que antaño había sido admiración y respeto, se transformó en estigma. A partir de entonces, las comunidades de hijras han sobrevivido con grandes dificultades, y muchas de ellas han tenido que ejercer la prostitución para sobrevivir.
A pesar de que también podemos encontrar mujeres, lo habitual es que los miembros de las comunidades de hijras sean hombres que no se identifican con este género. Estas hijras se dejan el pelo largo, se maquillan, se perfuman y visten ropas femeninas: hermosos saris y velos, y gran profusión de pendientes, collares y brazaletes. La mayoría de ellas han sufrido discriminaciones (e incluso malos tratos) dentro de sus familias, que no aceptan su identidad, y se han visto obligadas a huir y formar comunidades con otras hijras.
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¿Cómo viven las hijras?
Las hijras viven en comunidades (gharanas) regentadas por una nayak, que suele ser la hijra más anciana. La nayak es la guru principal, pero cada una de las hijras tiene su propia maestra, y cada una puede ser maestra de otra hijra. El grupo de discípulas son las cheelas (hermanas).
Generalmente, las hijras otorgan sus bendiciones a cambio de dinero para poder tener un ingreso en su comunidad. Pero, como el estigma social todavía es fuerte, a menudo se ven obligadas a mendigar para sobrevivir. Otras muchas acaban en el oscuro mundo de la prostitución, con las terribles consecuencias que esto conlleva: maltrato y contagios de enfermedades venéreas, entre ellas el VIH.
La castración es una opción que muchas de ellas llevan a cabo, pero no es obligatorio para formar parte de una comunidad hijra. Vivir en comunidad tampoco conlleva una renuncia a la vida sexual: la práctica del sexo es completamente libre y una elección personal.
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El tercer género en la cultura india
Si actualmente las hijras viven una clara estigmatización, no era así en la India antigua, como ya hemos comentado. De hecho, la religión hindú contempla perfectamente el tercer género, pues sus dioses tienen, al mismo tiempo, energía masculina y femenina.
Efectivamente; en la mitología hindú, los dioses masculinos (los deva) siempre tienen a su lado a su shakti o energía femenina. Dioses y diosas no se contemplan como figuras separadas, como sí sucede en otras mitologías, sino que son las dos caras de una misma moneda. Un dios masculino solo, así como una diosa femenina sola, son errores teológicos. La divinidad siempre es masculina y femenina.
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Krishna y el soldado Aravana, el origen de las hijras
En el Mahábharata, uno de los libros del hinduismo (s. III a.C), se menciona a las hijras como kinnars. En el libro se narra también la historia del dios Krishna y el soldado Aravana. Dice el mito que Aravana, hijo de un primo de Krishna, se lamentaba la noche antes de entrar en batalla que iba a morir sin haber yacido con una mujer. Era cierto que podía casarse aquella misma noche, pero ¿qué mujer querría desposarse con un hombre que, al día siguiente, podía estar muerto?
Aravana lloraba desconsoladamente, y Krishna, conmovido por su dolor, se transformó en una mujer, Mohini, y se casó con él. Cuando Aravana murió al día siguiente en la batalla, Mohini lloró a su esposo y vistió ropas de viuda.
Las hijras toman esa leyenda y la hacen suya. De hecho, en el sur de la India son llamadas también aravanis, en honor al soldado. Cada primavera, las comunidades de hijras se dirigen en peregrinación a Koovagam para celebrar un festival que conmemora la historia. Allí, las hijras se engalanan como novias, se “casan” con Aravana y festejan el acontecimiento con una animada y colorida fiesta. Luego, rompen sus joyas, se visten de viudas y lloran la muerte del soldado, tal y como lo lloró Mohini.
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Las hijras en la cultura popular india
A pesar de la creciente marginación que han sufrido las hijras desde el colonialismo (y que, por desgracia, aún está vigente hoy en día), estas comunidades son muy estimadas por el pueblo de la India. Actualmente, siguen prevaleciendo, entre las clases populares, la admiración y el respeto que, en el pasado, se prodigaban a las hijras.
De hecho, las hijras todavía son llamadas hoy en día para bendecir nacimientos, bodas y otros acontecimientos, ya que se las reconoce como portadoras de la divinidad al vivir con ambos géneros. Para el pueblo, las hijras son la expresión viviente de los dioses, aquellos que resumen en su ser la dualidad.
Pero cuidado, porque, si las hijras pueden dar su bendición, se cree que también pueden maldecir. Es por ello por lo que la gente que requiere sus favores tiene mucho cuidado en compensarlas con alimento, saris o, directamente dinero.
¿Cuál es el futuro de las hijras?
En la actualidad las comunidades de hijras de la India están reivindicando con fuerza sus derechos, tan olvidados durante los últimos siglos. La mayoría viven de forma muy sencilla, a menudo casi en la indigencia; su situación se ve empeorada por la prohibición del gobierno indio de pedir en la calle. Algunas, para poder vivir, siguen dedicándose a la prostitución.
El 6 de septiembre de 2018 se dio un pequeño-gran paso adelante. La India despenalizó finalmente la homosexualidad y la quitó del Código Penal. Un año más tarde, en el Kumbh Mela (el peregrinaje sagrado del hinduismo que tiene lugar cuatro veces cada doce años), las hijras reivindicaron el espacio que habían perdido en la religión hindú y en la sociedad india. Actualmente, se estima que hay más de 2 millones de hijras en la India, en plena lucha por una igualdad de derechos real y el acceso a una vida digna y alejada de estigmas.