Desde tiempos inmemoriales, la historia ha sido el eje de la humanidad, transmitiendo, de generación en generación, un seguido de tradiciones, creencias, cultura y conocimiento que hemos ido heredando de nuestros ancestros. No obstante, entre estas narrativas, existe un relato muy enraizado: la mitología familiar.
El presente artículo expone el poderoso papel de la mitología familiar en la construcción de la identidad, es decir, cómo a partir de estos relatos transgeneracionales, los individuos configuramos una representación de la realidad y la percepción que tenemos de nosotros mismos.
“Yo soy así”, "Siempre me pasa lo mismo”
En terapia, es común escuchar respuestas como “Yo soy así” o "Siempre me pasa lo mismo”, y no es casualidad que este tipo de afirmaciones se extiendan más allá del espacio terapéutico, habiendo llegado a la vida cotidiana y siendo este un argumento muy recurrente.
Pero, ¿qué se esconde detrás de esta justificación?
Es evidente que la respuesta a esta cuestión, como suele ser habitual en cualquier estructura compleja, es multifactorial, por lo tanto, su explicación no puede reducirse a una única causa.
Muchas veces, el paciente emite esta respuesta de manera inconsciente, aceptando su forma de ser y actuando como si estuviera predefinido; como si su identidad estuviera inexorablemente ligada a una verdad única y absoluta. Como psicóloga, mi principal objetivo consiste en comprender a mis pacientes en su totalidad, y esto implica indagar en sus experiencias personales y en la influencia que el legado familiar ha tenido en la configuración de la percepción de sí mismo y del mundo que le rodea.
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¿Qué es la mitología familiar y cómo influye en nuestra identidad?
La mitología familiar es un relato arraigado que se comparte dentro de una familia, transmitiendo, de una generación a otra, un conjunto de creencias, rituales, tradiciones, patrones, valores y afectos que perduran a lo largo del tiempo. Ejemplos de esto incluyen las historias narradas por nuestros abuelos, álbumes de fotos, rituales frente a pérdidas, celebraciones como Navidad y aniversarios, roles familiares, patrones relacionales, entre otros muchos.
Esta red de mensajes implícitos y explícitos, guardan un valor emocional y simbólico significativo que pueden reforzar la conexión entre generaciones y que dará lugar a unas pautas de interacción que permitirán establecer la jerarquía del sistema familiar y los roles de cada individuo.
Son historias transgeneracionales que no solo configuran la identidad del colectivo y el sentido de pertenencia, sino que también promueven la construcción de la identidad individual de cada miembro del sistema. A través de las narrativas que haya heredado de su familia, el sujeto moldeará su diálogo interno y creará un conjunto de creencias sobre “quién es” y qué le caracteriza, pudiendo llegar a condicionar su forma de pensar, sentir y actuar.
En palabras de Ceberio y Linares (2005), “Todos poseemos una narración interna acerca de nuestra familia. Más o menos rígida, esta historia nos acompaña en la vida y condiciona, en la práctica, acciones e interacciones, impregnando de significado las cosas y ayudando a construir cotidianamente la experiencia de la realidad”.
“No me puedo fiar de nadie”, “No soy capaz”, “No sirvo para esto”, “Nunca le gustaré a nadie”... Son ejemplos de creencias limitantes que pueden afectar negativamente en la toma de decisiones, llegando a obstaculizar nuestro crecimiento personal y profesional.
En cambio, las creencias potenciadoras nos impulsan y nos motivan a enfrentar desafíos: “Confío en mí”, “El error es una oportunidad para aprender”, “Estoy orgulloso de lo que estoy logrando”...
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¿Cómo se trabaja en terapia y por qué es importante hacerlo?
Para conocer el relato interno que posee cada persona, White y Epston (1993) proponen la terapia narrativa, donde su enfoque se centra en cómo los individuos construyen y dan significado a sus experiencias a través de las narrativas. El terapeuta trabaja, conjuntamente con el paciente, para explorar, analizar y reconstruir los patrones de pensamiento y comportamiento que configuran sus narrativas personales, ya que muchas personas se ven secuestradas en historias dominantes y problemáticas que les impiden encontrar soluciones a las adversidades. De esta manera, se ofrece una narrativa alternativa de la historia de su vida que le sea adaptativa y le permita abordar sus problemas de manera más efectiva. A menudo, a lo largo del proceso terapéutico o a modo de cierre, se recurre a técnicas como el uso de cartas o rituales para complementar la reconstrucción narrativa.
Conclusión
La mitología familiar es un telar invisible que teje nuestra identidad a partir de un conjunto de hilos entrelazados que hemos ido heredando de nuestros antecesores.
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Gina Fisas Ibáñez
Gina Fisas Ibáñez
Psicóloga General Sanitaria
Adentrarse en el cautivante viaje de las historias familiares, nos va a permitir comprender cómo nos relacionamos con el legado de nuestros antepasados y honrar estas narrativas transgeneracionales que dan forma a nuestra realidad individual.