Estás planificando tu nueva vida en un país donde te imaginas que todo funciona de manera casi perfecta, y es muy superior, en todo sentido, a tu país de origen.
Cuando lo has visitado, no has visto robos, todo es limpio, y la gente parece más feliz. Tus expectativas son altas, pero una vez que estás ahí, te das cuenta de que no estabas en lo correcto… Todo es aún mejor.
Pero llega un momento en el que, de pronto, todo se vuelve gris: las personas no son tan amables, sí hay suciedad, y de pronto extrañas la comida que te cocinaban tus abuelos. Los sentimientos de soledad se incrementan cada vez más, todo parece extraño, y piensas que estás fuera de lugar…
Ahora, tu país natal ya no parece tan malo. Es más, darías lo que fuera por volver en el tiempo y nunca haberlo abandonado.
Quiero decirte que todo esto es completamente normal. Existen ciertos patrones que tienden a repetirse en una gran cantidad de casos cuando una persona emigra. Esto es lo que se ha denominado “choque cultural” por parte de los expertos.
- Artículo relacionado: "¿Qué es la Psicología Cultural?"
¿Qué es el choque cultural?
El choque cultural hace referencia al proceso de adaptación que experimenta un individuo tras pasar de vivir en un ambiente cultural el cual le es familiar, a otro donde las cosas son diferentes.
En general, puede asociarse más cuando uno se muda a países con grandes diferencias culturales (por ejemplo, si pasamos de Colombia a Japón, o de España a Arabia Saudita) pero también se puede aplicar en casos donde las diferencias no son tantas. Por supuesto, aspectos como el idioma o ciertas raíces culturales comunes deben tenerse en cuenta.
- Quizás te interese: "Síndrome de Ulises: el estrés crónico en personas inmigrantes"
Las fases del choque cultural
De cualquier manera, existen cuatro fases en el proceso del choque cultural que se utilizan como guía para entender este proceso.
Fase 1: Luna de miel
Al comienzo es normal que uno se sienta increíblemente motivado. Emigrar supone nuevas oportunidades, conocer nuevas personas y un mayor crecimiento personal. Cuando recién empezamos, todo lo nuevo parece excitante.
Por supuesto, no todos experimentan esta fase, ya que en muchas ocasiones, uno debe mudarse a un lugar donde no desea hacerlo sólo por razones laborales, o para acompañar a su pareja o algún familiar. Ni hablar en el caso de niños o adolescentes que deben irse a un país diferente dejando atrás a sus amigos y su colegio.
De todas formas, se ha señalado la luna de miel como una etapa muy normal que se da durante las primeras semanas o meses desde que se llega al nuevo lugar. Un aspecto que da problemas es que muchas personas pueden pensar que por cambiar de ambiente, quizás muchos problemas que tenían en su hogar o país natal van a desaparecer, lo que puede generar cierto malestar al ver que no existen soluciones mágicas. Aunque cambiar de ambiente puede servir para ayudar a hacer “borrón y cuenta nueva”, no es suficiente.
- Artículo relacionado: "17 curiosidades sobre la percepción humana"
Fase 2: Frustración
Si durante el primer tiempo todo pareció maravilloso, no es raro que luego las cosas no parezcan tan geniales, y te vayas para el otro extremo: ahora las costumbres del nuevo país resultan molestas, la gente no sabe conducir, no hay nada interesante para hacer, y todo en casa era mejor.
Por supuesto, luego de la luna de miel, cuando baja un poco la excitación, también es normal que empecemos a valorar más lo que teníamos en casa, a extrañar a nuestros amigos, nuestro trabajo, la familia y la pizzería del barrio.
Un aspecto clave de esta fase es la sensación de soledad y de falta de pertenencia: no sólo uno se encuentra alejado de sus amigos y familiares, sino que tampoco se conocen tantas personas que cumplan un rol de cercanía y afecto. Los sentimientos negativos asociados a esta fase, a su vez, pueden hacer que uno entre en un círculo vicioso donde uno se siente mal por estar solo, y por esto, no tiene ganas de salir de casa y hacer actividades para conocer gente.
Todo esto es muy común pero, por lo general, esta fase se puede superar. En muchas ocasiones, el tiempo ayuda, pero más aún lo hace ser proactivos: tener iniciativas para conocer gente, tomar el vivir en otro país como una oportunidad para recorrer, hacer actividades o probar otras comidas, por ejemplo.
Seguramente, ni el nuevo país era tan maravilloso como pensabas al principio, ni es tan malo como lo ves ahora. La actitud con la que te enfrentes a esta situación será clave para que esta fase se extienda más o menos tiempo.
- Quizás te interese: "Irritabilidad: qué es, causas, y qué hacer para gestionarla"
Fase 3: Adaptación
Luego de hacer nuevas amistades y conocidos, y tras ir generando una nueva rutina (seguramente incorporando hábitos de la nueva cultura) podemos decir que se ha entrado en la fase de adaptación, donde uno comienza a darle forma a lo que será su nueva vida, y puede valorar de una manera más objetiva los aspectos positivos y negativos de este nuevo país. A su vez, también se puede apreciar el crecimiento personal, en relación al desafío que ha significado el hecho de emigrar (donde uno sale de su zona de confort en búsqueda de algo distinto).
El estado de ánimo mejora notablemente y uno puede ir integrándose de mayor manera a su nuevo hogar: mejorando sus formas de relacionarse con los locales, perfeccionando el idioma y conociendo cada vez más cómo desenvolverse, en todo sentido, en este nuevo país.
Fase 4: Aceptación
Finalmente, se acepta la nueva vida, reconociendo que sentir nostalgia es algo inevitable, pero con lo que se puede convivir. Por suerte, hoy en día la tecnología permite que uno pueda mantenerse contacto con sus seres queridos a un muy bajo costo económico y hasta pudiendo ver sus caras si se hace una videollamada, por lo que nunca está de más tomarse un tiempo a la semana para darle una llamada a familiares o amigos, y hasta planificar un viaje al país de origen, lo más seguido y deseado posible que sirva como motivación a seguir adelante.
Es en este momento en el que la persona puede sentirse como parte de la nueva cultura, e incorporarla a su propia identidad, sin dejar de lado su vida anterior.
Este proceso no siempre es lineal, y algunas etapas pueden ser más o menos duraderas dependiendo de la persona. En algunos casos, como se mencionó previamente, quizás alguna fase no se manifieste, no lo haga en muy notoriamente. Pero, sin embargo, lo importante es entender que emigrar puede tener sus desafíos, desde el ángulo psicológico, pero esto no es, para nada, algo extraño ni algo a lo que no se le pueda hacer frente.