La comunicación es esencial en cualquier ámbito de la vida humana, pero eso no significa que, por el simple hecho de formar parte de la especie humana, tengamos un talento innato para hacer que todos los intercambios comunicativos sean fluidos y libres de malentendidos, problemas para expresarnos, etc.
Ya sea en el ámbito personal como en el profesional, las personas debemos poner de nuestra parte para entender y hacernos entender; se trata de un esfuerzo deliberado que debe ir de la mano de un proceso de aprendizaje. Por ello, en este artículo daremos un repaso a los principios inquebrantables que caracterizan a la buena comunicación con los demás, y que forman parte de la psicología aplicada al entrenamiento en habilidades sociales, muy útil en contextos como la terapia de pareja, la terapia familiar o incluso la psicoterapia ante problemas como la timidez excesiva o la falta de asertividad.
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Los principios básicos de la comunicación efectiva con el entorno
Se conoce como comunicación efectiva un conjunto de estrategias que nos permiten transmitir un mensaje determinado de manera concisa, clara y entendible para el receptor, evitando al máximo los malentendidos, los bloqueos comunicativos y el uso ineficiente de recursos y de tiempo.
En la comunicación efectiva intervienen también elementos como el código (reglas y signos emitidos por el emisor que deben ser conocidas por el receptor), el canal (medio físico por el cual se transmite el mensaje), el referente (aquello a lo que se refiere el mensaje del emisor) y el contexto (situación en la cual se produce la comunicación).
La comunicación efectiva se puede lograr mediante la puesta en práctica algunas estrategias, conocimientos y habilidades que son claves en cualquier acto comunicativo. Estas habilidades se desarrollan, en parte, de manera normal durante el crecimiento y el desarrollo psicológico a lo largo de la vida, pero también es posible seguir progresando en este tipo de aptitudes aplicando estrategias de aprendizaje deliberado. Por ejemplo, acudiendo al psicólogo. Por ello, aquí nos centraremos en esa faceta de las habilidades comunicativas que pueden ser expandidas y reforzadas a través de un proceso de desarrollo personal, análisis de los propios comportamientos y aprendizaje a partir de los propios errores.
1. Mensaje claro y conciso
Para empezar debemos tener siempre presente que el mensaje que emitimos a una o más personas debe ser siempre claro y conciso para que cualquier persona puede entenderlo sin verse desorientada por términos y conceptos que no añaden información relevante a lo que decimos y tan solo sirven para distraer o dividir la atención.
La claridad significa que debemos emplear un lenguaje inteligible, y la concisión consiste en ir al grano siempre que podamos y en decir lo que queremos sin dejar que el tiempo pase sin más. Esto, como veremos, no significa que debamos evitar los silencios a toda costa, siempre y cuando los utilicemos con un objetivo concreto.
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2. Mirar a los ojos
Mirar a los ojos de nuestro interlocutor es una de las habilidades sociales básicas que deben practicarse en cualquier interacción o acto comunicativo con una o más personas.
El contacto visual denota seguridad en lo que uno dice y confianza con la otra persona; es por eso que resulta tan importante mantenerlo durante la interacción. Lo mejor, sin embargo, es no obsesionarse con los porcentajes y simplemente limitar mucho el tiempo en el que no estamos manteniendo contacto visual.
Normalmente, se considera que este contacto debe ser constante durante el 80% del tiempo, para que lo que queremos expresar se entienda correctamente. Por el contrario, hablar sin mirar a la otra persona puede ser considerado como un signo de falta de confianza en uno mismo, o incluso de falta de honestidad.
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3. Utilizar el lenguaje no verbal
El lenguaje corporal es el conjunto de gestos físicos, movimientos o posturas de nuestro cuerpo que forman parte de la interpretación de la información emitida. Debemos tener en cuenta que incluso si nosotros dejamos a un lado este aspecto de nuesta manera de comunicar, nuestro interlocutor no lo hará. Por ello, más nos vale hacernos cargo de esto y modular, en la medida de lo posible, el modo en el que expresamos cosas mediante el lenguaje no verbal.
Un correcto lenguaje corporal nos permitirá matizar en todo momento nuestro mensaje y añadir información a lo que decimos siempre que sea necesario. Los aspectos más importantes son la gesticulación con las manos, la ubicación de los brazos en lo relativo a su proximidad con el tronco, la dirección de nuestro torax en relación a la ubicación de nuestro interlocutor, los gestos de la cara, y el grado de inclinación de la cabeza y del tronco.
Los gestos naturales y una postura relajada son signo de que estamos estableciendo una relación positiva con nuestro interlocutor o interlocutores. En cambio, el hecho de mantener uan cierta rigidez muscular y los brazos colocados por delante del tronco expresa que estamos en una actitud a la defensiva.
4. Utilizar el registro adecuado
Tal y como cuidamos el lenguaje corporal, también debemos atender en todo momento a lo que decimos, es decir, el lenguaje verbal. En este sentido, el registro que utilizamos es clave.
Esto significa que debemos utilizar un lenguaje adaptado a nuestra audiencia en todo momento; es decir, si estamos con un grupo de amigos hablaremos de manera más familiar que si estamos ante una audiencia más informal o académica.
De igual manera, si estamos en una audiencia especializada en un tema en particular, podemos utilizar palabras más técnicas, siempre y cuando estemos seguros de que se entenderá el mensaje.
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5. Ser empáticos
La empatía no es simplemente una cualidad moral; es también un recurso que nos permite comunicar mejor. El hecho de no perder de vista cuál es el sistema de creencias de las otras personas, cuáles son sus valores e intereses, y cómo pueden sentirse en base a eso dependiendo del modo en el que nos expresemos, es muy importante para adaptar nuestro discurso intentando mantener un marco de cordialidad y mutuo reconocimiento.
Cuando en una situación comunicativa todos los interlocutores son empáticos con los demás, la comunicación será siempre más fluida y es más probable que se llegue a entendimientos o puntos en común con mayor facilidad.
6. Adaptar el mensaje al contexto
Tener en cuenta el contexto es uno de los principios elementales que debemos tener en cuenta en cualquier intención comunicativa, ya que este nos ayudará a saber en todo momento qué tipo de mensaje transmitir y cómo hacerlo.
El contexto es el lugar físico en el que nos comunicamos con alguien, el tipo de audiencia al que hablamos, el número de personas que reciben el mensaje, su edad, empleo o posición socioeconómica y el tipo de evento en el que nos encontramos en ese momento.
Conociendo el contexto en el que estamos sabremos qué cosas decir y cuáles evitar, ya que no es lo mismo hablar frente al auditorio de una universidad, frente a un grupo de amigos, hablar con la familia, con la pareja o transmitir el mensaje en una entrevista de trabajo.
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7. Escuchar activamente
La escucha activa es otra habilidad social esencial que debemos poner en práctica si queremos que nuestra comunicación sea efectiva y puede ser aprendida y entrenada con dedicación y empeño.
En cualquier comunicación, especialmente en aquella en la que hablan dos personas, debemos escuchar atentamente a nuestro interlocutor, y no solo eso, sino que debemos dar muestras de esa atención: afirmando con la cabeza, mostrando nuestras reacciones anímicas según lo que amos escuchando, mirando a los ojos, etc. Esto contribuirá a hacer del diálogo cara a cara una experiencia más enriquecedora por ambas partes, y evitará que termine antes de lo necesario debido a la frustración que produce el no sentirse escuchado.
8. Respetar el turno de palabra
Respetar el turno de palabra es una de las normas imprescindibles en cualquier comunicación entre personas y un signo de educación y buenas maneras que no debe ser pasado por alto.
Respetar los turnos en los que habla cada participante nos ayuda a organizar mejor la comunicación y permite a cada interlocutor escuchar todo lo que tiene que decir la otra persona sin que haya interferencias.
9. Aprovechar los silencios
El silencio no siempre es tiempo perdido; puede ser un elemento para animar a la reflexión, para poner énfasis en determinadas palabras o frases, y para dar una cierta cadencia pausada al diálogo cuando esto lo requiere. Tenerle un miedo irracional a esos momentos de silencio propiciará que hablemos más rápido de lo que pensamos, dando lugar a malentendidos.
10. Parafrasear y preguntar
Parafrasear consiste en volver a presentar de manera resumida y ordenada los principales conceptos del mensaje que se ha emitido ante una persona o grupo de personas. Es un recurso útil para evitar maletendidos y estableer un marco de colaboración al comunicar.
Tanto la paráfrasis como las preguntas dirigidas a la audiencia sobre lo que hemos expuesto sirven para afianzar los conceptos expuestos y funciona a modo de resumen de lo más importante que hemos dicho.
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Pol Osés
Pol Osés
Psicólogo - Especializado en estrés, ansiedad, autoestima, adicciones, crisis, gestión emocional.
Mi nombre es Pol Osés y me especializo en la atención a personas jóvenes y relaciones de pareja.