La vergüenza es un sentimiento tremendamente habitual. Todos los seres humanos la experimentan en mayor o menor medida.
Pero no es un fenómeno tan simple como pueda parecer, ya que puede tener expresiones muy diferentes en función de la situación o de la persona. Por ello dedicaremos este artículo a profundizar en esta cuestión para saber más acerca de los tipos de vergüenza y sus implicaciones.
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¿En qué consiste el sentimiento de vergüenza?
Antes de lanzarnos a enumerar los diferentes tipos de vergüenza, primero debemos conocer mejor en qué consiste esta emoción. La vergüenza es un sentimiento de carácter negativo (en cuanto a que no resulta agradable para aquel que lo padece) que se genera a raíz de una evaluación desfavorable que la persona está realizando sobre sí misma a raíz de una situación determinada.
La vergüenza generalmente surge como consecuencia de una interpretación consciente de los hechos vividos en los que el individuo percibe que ha faltado a su honor a través de un comportamiento reprobable. Más adelante exploraremos los diversos tipos de vergüenza que existen y nos daremos cuenta de que no necesariamente ha de darse esta falta, pues la autopercepción es un fenómeno clave en este asunto.
La vergüenza, históricamente ha estado relacionada con el concepto de ignominia, que significa ofensa muy grave y cuya etimología, procedente del latín, se refiere a la pérdida del nombre, una descripción muy gráfica de las consecuencias que tiene un acto negativo sobre el honor de la persona que lo lleva a cabo.
Cuando una persona siente vergüenza, se generan en ella una serie de reacciones y pensamientos de corte negativo, que implican pérdida de confianza en uno mismo, pérdida de autoestima, sentimientos de inutilidad, de impotencia y de pérdida de confianza. Igualmente, se siente expuesto ante los demás, pues generalmente es la reacción del prójimo la que desencadena algunos tipos de vergüenza.
La persona que está experimentando esta emoción siente, por lo tanto, una gran angustia, por todos estos motivos. El propio Charles Darwin ya señaló en sus obras algunas de las reacciones fisiológicas de esta emoción. Por ejemplo, señaló la ruborización, una de las señas de identidad de la vergüenza, que consiste en un proceso de vasodilatación en la cara del sujeto que provoca una coloración muy característica externamente.
De hecho, el que la persona sepa que físicamente está expresando vergüenza y está siendo visible para los demás, puede aparejar que el sentimiento de vergüenza aumente, paradójicamente, haciendo que ambas sensaciones se retroalimenten. Otras características físicas que se dan en los diferentes tipos de vergüenza y que Darwin describía son el hecho de orientar los ojos y la cabeza hacia abajo, relajar la postura corporal y sentirse turbado.
Pero posteriormente se trató de consignar exactamente la sintomatología que acompañaba al sentimiento de vergüenza. Algunos puntos coincidían con los de Darwin, otros discrepaban y otros añadían información. El llamado código de la vergüenza afirma que este sentimiento lleva aparejada una tensión tanto en el cuerpo como en los músculos de la cara. La persona suele quedarse quieta y sentir una agitación interna.
Igualmente, se sentirá nervioso y por tanto se iniciará una actitud evitativa ante el resto de personas presentes. Es posible que su tono de voz se vea afectado también, denotando nerviosismo en sus palabras, o bien puede optar por el silencio.
Aunque muchas de estas características coinciden con la timidez, es importante no confundir ambas cuestiones, pues son elementos diferentes. La timidez es un rasgo de algunas personas, mientras que la vergüenza es un estado que cualquiera puede experimentar en un momento dado bajo una serie de circunstancias que veremos más adelante.
¿Cuáles son los tipos de vergüenza?
Tras una primera parte dedicada a puntualizar en qué consiste este sentimiento, ahora podemos dar paso a los diferentes tipos de vergüenza, para así conocer las peculiaridades y las diferencias entre uno y otro.
1. La vergüenza pura
La forma más pura de vergüenza es la que hemos venido desarrollando desde el inicio del artículo. Es aquella que viene desencadenada por un agravio hacia otra persona y que desencadena la percepción de deshonor en la persona que lo ha causado, y por lo tanto, la vergüenza. De todos los tipos de vergüenza, este es el más general, siendo una sensación que todas las personas han experimentado en mayor o menor medida en alguna ocasión.
2. La vergüenza falsa
El siguiente en los tipos de vergüenza puede resultar sorprendente. Se trata de la expresión de falsa vergüenza, que viene dada por una situación en la que la persona, en realidad, no ha cometido la afrenta de la que le acusan, por lo que está siendo reprobado injustamente. Sin embargo, experimenta el sentimiento de vergüenza, al ser igualmente acusado.
Puede incluso dudar de su conducta y pensar que en realidad sí le corresponde dicha condena a la que está siendo sometido.
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3. Vergüenza de la vergüenza
Otro de los tipos de vergüenza es precisamente una forma de meta vergüenza. ¿En qué consiste? Esta tipología aparece cuando la persona ha experimentado dicha emoción, por ejemplo, al ser consciente del agravio que ha cometido frente a otra persona y por lo tanto comienza a sentir las sensaciones que la acompañan. Ese es el desencadenante de la llamada vergüenza secreta, que es la vergüenza a estar pasando vergüenza.
Al sentir este tipo de vergüenza, es habitual que las personas afectadas traten de disimular la sintomatología, porque es precisamente eso lo que está desencadenando esta segunda fase de la vergüenza.
4. Vergüenza tóxica
En los tipos de vergüenza también nos encontramos con una modalidad muy concreta que se da bajo condiciones realmente extremas. Se trata de la vergüenza tóxica, y es una reacción que sufren algunos niños que, desgraciadamente, han sido víctimas de abusos sexuales.
Estas personas suelen sufrir de una disociación a la hora de poder gestionar dicha vergüenza, que hace que quede encapsulada hasta que el sujeto cuente con los recursos necesarios para hacerle frente.
Nótese que en este tipo de vergüenza, la persona que la sufre no es ni mucho menos la que ha cometido la afrenta, sino todo lo contrario. Es doblemente víctima, en primer lugar por los abusos sufridos y en segundo por la culpabilidad y la vergüenza experimentada por los mismos, de los que no tenía ninguna responsabilidad.
5. Vergüenza ajena
El último de los tipos de vergüenza de vergüenza que podemos enumerar no es otro que el de la vergüenza vicaria, popularmente conocida como vergüenza ajena. Se trata de una forma indirecta de experimentar la vergüenza, pues la persona que está sintiendo esta tipología no es la que ha cometido la infracción ni tampoco la que se ha visto afectada, sino que es espectadora de dicha escena.
De esta manera, el individuo que siente vergüenza vicaria está empatizando con la persona que siente vergüenza genuina, y por lo tanto comparte, hasta cierto punto, algunos de los síntomas de esta emoción con el infractor. En ocasiones, incluso, puede darse el caso de que la persona que siente la vergüenza ajena la esté experimentando de una manera más intensa que el otro sujeto.
La vergüenza como estigma social
Hemos recopilado los diferentes tipos de vergüenza que se conocen. Ahora nos detendremos para hacer un rápido análisis de la importancia que ha tenido la vergüenza históricamente en las sociedades como un estigma, en ocasiones con graves repercusiones para aquellos que la han padecido.
En diferentes momentos y lugares se ha llegado a usar la llamada insignia de la vergüenza, un distintivo con el que se pudiera identificar públicamente a la persona que estaba viviendo esta situación, de manera que todo el mundo, aunque fueran ajenos a la afrenta, pudieran hacer escarnio de dicho individuo en un acto a veces realmente cruel.
Esta marca, que a veces podía consistir en una indumentaria determinada, una insignia, un gorro o incluso una marca física, era el indicativo por el cual la persona debía avergonzarse de sus actos y sería perseguido por ellos. Usualmente eran condenados además al ostracismo, cesando en todo tipo de relaciones sociales, pues el resto de personas no querían que se les viera interactuando con una persona marcada.
En algunos casos incluso el símbolo consistía en privar al sujeto de su calzado, haciendo que caminase descalzo o incluso desnudo, para expiar su culpa. También se le podía realizar un tatuaje o incluso una marca con fuego, para que quedase señalado de por vida.
Sin duda, este fenómeno representa una de las formas de expresión más humillantes para aquellas personas que están viviendo alguno de los tipos de vergüenza que hemos conocido a lo largo de estos párrafos.
Referencias bibliográficas:
- Broucek, F. (1991). Shame and the Self. Guilford Press, New York.
- Darwin, C. (1872). The expression of the emotions in man and animals. London: John Murray.
- Hinshaw, S. (2006). Mark of Shame: Stigma of Mental Illness and an Agenda for Change. Oxford: Oxford University Press.
- Kaufman, G. (1992). Shame: The Power of Caring. Schenkman Books, Rochester.
- Tangney, J.P., Miller, R.S., Flicker, L., Barlow, D.H. (1996). Are shame, guilt, and embarrassment distinct emotions? Journal of Personal Social Psychology.
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