Todos sabemos que hoy en día vivimos en un mundo competitivo en el que existe un elevado nivel de competencia y de exigencia respecto a nuestras acciones. A nivel laboral se nos pide ser productivo, eficientes, proactivos, adaptables, capaces de trabajar en equipo buenos compañeros y organizados. Y ello no sólo a nivel laboral, sino también en facetas como la pareja nos encontramos con un elevado nivel de exigencia y competitividad.
Este frenético ritmo hace que algunas personas lleguen a pensar que no solo tienen que ser buenos sino que siempre deben buscar la excelencia, e incluso la perfección en todo lo que son o lo que hacen. E incluso, en algunos casos puede surgir hasta sintomatología fóbica a no alcanzar la perfección. Es el caso de aquellos que padecen atelofobia, una peculiar fobia de la cual vamos a hablar en este artículo.
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¿Qué es la atelofobia?
La atelofobia es una fobia poco común, que podríamos considerar específica pese a que su objeto fóbico es más bien subjetivo y puede variar enormemente de una persona a otra. Como fobia que es no estamos hablando de un simple malestar, sino de la existencia de un miedo y pánico irracional y desproporcionado a la presencia de un objeto, ser o situación concreta (hasta el punto de poder desencadenarse ataques de pánico), generando este miedo la evitación del estímulo fóbico o de situaciones en que pueda aparecer.
En el caso concreto de la atelofobia el estímulo fóbico es la imperfección, o mejor dicho no lograr alcanzar la perfección con sus acciones, ideas o creencias. En algunos casos ello también puede extenderse al comportamiento ajeno y no solo al propio.
Resulta sencillo pensar en la atelofobia como perfeccionismo, pero hay que tener en cuenta que no se limita a él: aparece una auténtica ansiedad y reacciones somáticas y conductuales fuera de lo habitual y desproporcionadas en relación al posible riesgo que podría suponer.
Esto significa que la persona con atelofobia va a sentir pavor ante la idea de hacer algo que no sea perfecto, evitando aquellas situaciones en que pueda hacerlo o empleando gran cantidad de tiempo en intentar hacer las cosas perfectas. La sintomatología no acaba ahí, sino que la presencia de algún tipo de imperfección puede generar la aparición de taquicardias, hiperventilación, temblores, náuseas y vómitos o sudores fríos, entre otros, siendo ello reflejo del malestar psíquico o la ansiedad causada por la presencia del estímulo temido.
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Consecuencias
Los síntomas antes descritos pueden supone un elevado nivel de interferencia, siendo por lo general mucho mayor que el de otras fobias. Y es que en primer lugar, la atelofobia supone un miedo a la imperfección que puede ocurrir en cualquier momento, lugar y situación, con lo que la tensión es más permanente. Y además, tiene una implicación directa para la autoestima y el autoconcepto personal.
Así, es habitual que las personas que tienen este tipo de fobia nunca estén satisfechas consigo mismas y tengan un muy bajo autoconcepto y autoestima. También van a tener un elevado nivel de exigencia respecto a su propio comportamiento, no siendo nunca nada de lo que hacen suficientemente bueno y siempre comparando su actuación con la de aquellos que mejor hacen cada cosa. Este malestar hace que generalmente presenten síntomas depresivos e incluso cierta irritabilidad y hostilidad.
Y no sólo consigo mismos: también exigen mucho de los demás. Ello puede hacer que estas personas tengan severas dificultades en sus relaciones sociales, laborales y de pareja al considerar que sus relaciones y rendimiento con todos ellos, y la de ellos con él/ella, debiera ser perfecta. A ello también se suma la contínua autocrítica, que puede generar cierto rechazo de estar presente de manera permanente.
En el trabajo, además de dificultades sociales, también pueden llegar a perder una gran cantidad de tiempo intentando mejorar o perfeccionar unos resultados que ya eran buenos, perdiendo eficiencia y productividad.
En algunos casos este problema también puede generar problemas con el propio cuerpo, si bien no es tan habitual ya que el miedo en sí suele ser el de que nuestra conducta y sus resultados no sea perfecta, siendo bastante específico en el sentido de que es “lo que hacemos, pensamos o creemos” lo que se suele juzgar y no tanto el físico.
Sin embargo, existen casos en que se ha vinculado también con la presencia de trastornos alimentarios: pueden aparecer problemas cuando se mezcla la atelofobia con la práctica de ejercicio o dietas hasta el punto de perder calidad de vida y dañar la propia salud.
Además de todo ello, hay que recordar que el sujeto tenderá a evitar situaciones en las que sea fácil que sus actos no sean perfectos, con lo que puede llegar a generar aislamiento y cese de un gran número de actividades tanto laborales como de ocio. También pueden llegar a eliminarse los intentos de probar nuevas cosas o entrenar en la consolidación de una habilidad por el hecho de evitar exponerse al riesgo de no ser bueno.
Causas
El origen de la atelofobia, como ocurre en la mayoría de trastornos mentales, no está totalmente claro. Y es que son múltiples los factores que interactúan a la hora de que surja un problema de salud mental.
En primer lugar puede existir cierta predisposición biológica, como por ejemplo un umbral de activación fisiológica bajo o la herencia de rasgos de personalidad algo perfeccionistas. Esta predisposición o vulnerabilidad sólo es tal, pero la vivencia de determinados sucesos o el aprendizaje de ciertas maneras de actuar puede confluir con ella para favorecer la aparición de la atelofobia.
A un nivel menos genérico, se ha observado que es frecuente que quienes padecen atelofobia hayan tenido una educación restrictiva o bien a lo largo de su infancia hayan recibido un elevado nivel de críticas, no siendo nunca su actuación suficiente para complacer a su entorno. Una educación excesivamente exigente y rígida puede llevar al pensamiento de que nunca serán suficientemente buenos.
También puede aparecer en casos en que se haya vivenciado que no lograr hacer algo suficientemente bien haya tenido severas consecuencias en sus vidas, algo que les puede haber llevado a generalizar de tal manera que se teme que no ser perfecto tenga consecuencias.
Vinculación con otros trastornos
La atelofobia es un trastorno difícil de diagnosticar, que puede confundirse con el ya citado perfeccionismo que puede entrar dentro de un comportamiento típico, o bien que también podría ser fácilmente confundible con diversos trastornos.
Es posible observar cierta vinculación con un grupo de trastornos muy concreto: los trastornos obsesivos. El más conocido de ellos es el Trastorno Obsesivo-Compulsivo o TOC, concretamente asemejándose más en aquellos casos cuyas obsesiones están vinculadas a aspectos como la limpieza, el orden, la comprobación o la moral. En ambos casos existe preocupación por las propias acciones y existe un elevado nivel de autodemanda. La preocupación y ansiedad que en ambos casos sienten pueden llevarles a actos compensatorios, y dedican gran parte del tiempo a dichas preocupaciones. Sin embargo, en la atelofobia no aparecen obsesiones ni compulsiones como tales.
Posiblemente con el que más parecido tiene la atelofobia es con un trastorno semejante al anterior: el Trastorno Obsesivo Compulsivo de la Personalidad (aunque el nombre es semejante al TOC, aquí no hay propiamente ni obsesiones ni compulsiones, es más estable y las características del trastorno están integradas en la personalidad), en el que el perfeccionismo antes citado está presente de una manera persistente y que puede generar un elevado nivel de desadaptación y sufrimiento tanto propio como ajeno al requerir el individuo que todo esté ordenado y bien hecho.
Es habitual que existan problemas de ajuste social e incluso una cierta ansiedad. Lo cierto es que la atelofobia podría aparecer en una persona con este tipo de personalidad y de hecho este tipo de personas son mucho más proclives, pero no deben identificarse. En primer lugar porque la atelofobia es un trastorno más puntual que no tiene porqué formar parte de la identidad de la persona, además de que el miedo a fracasar no tiene porqué generar síntomas fisiológicos en el trastorno de personalidad obsesivo compulsivo.
Otro aspecto a tener en cuenta es la posibilidad de que la atelofobia se vincule al aspecto físico, pudiendo suponer un grave riesgo de llegar a padecer algún tipo de trastorno alimentario o de trastorno dismórfico corporal.
Tratamiento de la fobia a la imperfección
El tratamiento de la atelofobia comparte con el de la mayoría de fobias el hecho de basarse en la exposición a los estímulos temidos. Así, se pretende que el sujeto sea capaz, sea por exposición o desensibilización sistemática, de no manifestar una respuesta ansiosa ante la imperfección. Realizar una jerarquía de situaciones especialmente fóbicas y trabajar progresivamente en que el sujeto permanezca en la situación o bien genere una respuesta incompatible con la respuesta ansiosa es una de las terapias más habituales, debiendo llevarse a cabo a través de una negociación entre profesional y paciente.
Asimismo en este caso resulta imprescindible trabajar a través de la reestructuración cognitiva, a través de la cual podemos intentar modificar las creencias respecto a la propia eficacia personal y a la necesidad de hacerlo todo perfecto. Para ello puede ser de utilidad trabajar previamente en el origen de este miedo, que significó entonces y que significa ahora, que sentido le da el paciente, cómo le afecta y cuando aparece.
Asimismo, será necesario trabajar el nivel de autoexpectativa y la existencia de distorsiones cognitivas. Terapias en que se trabajen la autogratificación y la autoestima también van a ser de gran ayuda para mejorar la situación emocional del paciente. Si la ansiedad es inasumible para el paciente, es posible emplear algunos fármacos contra la ansiedad de tal manera que se rebajen los síntomas y se pueda empezar a trabajar psicológicamente.