El trastorno bipolar es una enfermedad mental que afecta a millones de personas en todo el mundo y se caracteriza por alternar episodios de euforia extrema y depresión profunda. Aunque sus síntomas emocionales y conductuales son ampliamente conocidos, menos se habla de cómo esta condición impacta directamente en el cerebro. Comprender estos efectos es fundamental no solo para quienes padecen el trastorno, sino también para sus familias y la sociedad en general, ya que ayuda a combatir el estigma y promover empatía.
En los últimos años, los avances en neurociencia han permitido identificar cambios estructurales y funcionales en el cerebro de las personas con trastorno bipolar, lo que abre nuevas puertas para el diagnóstico y el tratamiento. En este artículo exploraremos cómo y por qué el trastorno bipolar afecta al cerebro.
¿Qué es el trastorno bipolar?
El trastorno bipolar es un trastorno mental caracterizado por cambios extremos en el estado de ánimo, la energía y los niveles de actividad. Existen varios tipos principales: el trastorno bipolar tipo I, tipo II y la ciclotimia. El tipo I se define por la presencia de al menos un episodio maníaco, que puede ser tan intenso que requiera hospitalización y, en ocasiones, se acompaña de síntomas psicóticos. Además, suelen alternarse con episodios depresivos, aunque estos no son imprescindibles para el diagnóstico.
El trastorno bipolar tipo II, en cambio, se caracteriza por episodios depresivos recurrentes y al menos un episodio de hipomanía, que es una forma más leve de manía y nunca llega a la gravedad del tipo I. La ciclotimia implica síntomas de hipomanía y depresión de menor intensidad, pero persistentes a lo largo del tiempo, afectando la calidad de vida sin cumplir criterios para los otros subtipos. Estos trastornos pueden aparecer en la adolescencia o al inicio de la adultez y afectan por igual a hombres y mujeres en el tipo I, aunque el tipo II es más frecuente en mujeres.
Cambios cerebrales asociados
Diversos estudios de neuroimagen han demostrado que el trastorno bipolar produce cambios estructurales y funcionales en el cerebro, especialmente en regiones relacionadas con la regulación emocional y el control ejecutivo. Uno de los hallazgos más consistentes es el adelgazamiento acelerado de la corteza cerebral, en particular de la corteza prefrontal y temporal, áreas implicadas en la toma de decisiones, la memoria y la gestión de las emociones. Este adelgazamiento es más marcado en personas que han experimentado múltiples episodios maníacos, lo que sugiere que el trastorno bipolar puede tener un curso neuroprogresivo, es decir, que los cambios cerebrales se agravan con el tiempo y la recurrencia de los episodios. Además, se ha observado un agrandamiento anormal de los ventrículos cerebrales, cavidades que contienen líquido cefalorraquídeo, lo que podría indicar una pérdida de tejido cerebral.
Por otro lado, algunos estudios han detectado que en ciertas áreas, como las cortezas visuales y somatosensoriales, puede haber un engrosamiento cortical, posiblemente como un mecanismo compensatorio o debido a la influencia de tratamientos como el litio, que ha demostrado tener efectos neuroprotectores. A nivel funcional, se observa una activación reducida en regiones prefrontales y una hiperactivación en estructuras subcorticales durante los episodios agudos, así como alteraciones persistentes en la corteza frontal medial, incluso en fases de estabilidad. Estos hallazgos refuerzan la idea de que el trastorno bipolar implica una alteración compleja y dinámica del cerebro, donde tanto los episodios como los tratamientos pueden influir en la evolución de los cambios estructurales y funcionales.
Consecuencias funcionales y cognitivas
Los cambios cerebrales asociados al trastorno bipolar tienen un impacto directo en el funcionamiento cognitivo y emocional de quienes lo padecen. Muchas personas experimentan dificultades en la memoria, especialmente en la memoria de trabajo y la capacidad para retener información a corto plazo. También es frecuente la disminución de la atención y la concentración, lo que puede dificultar el desempeño académico o laboral incluso en periodos de estabilidad anímica. Además, las alteraciones en la corteza prefrontal y otras áreas implicadas en el control de impulsos pueden contribuir a una mayor impulsividad y a la toma de decisiones arriesgadas durante episodios maníacos o hipomaníacos.
En el ámbito emocional, los cambios en las conexiones entre la corteza prefrontal y las regiones límbicas, como la amígdala, dificultan la regulación de las emociones, favoreciendo la aparición de estados de ánimo extremos y bruscos cambios emocionales. Estas dificultades cognitivas y emocionales no solo afectan la calidad de vida, sino que también pueden aumentar el riesgo de recaídas y complicaciones sociales o laborales.
Perspectivas de investigación y tratamiento
En los últimos años, la investigación sobre el tratamiento del trastorno bipolar ha avanzado notablemente, permitiendo un enfoque más personalizado y efectivo. El tratamiento principal combina medicación y psicoterapia. Los estabilizadores del ánimo, como el litio, el valproato y la lamotrigina, son fundamentales para prevenir recaídas y mantener la estabilidad emocional a largo plazo.

Javier Ares Arranz
Javier Ares Arranz
Psicólogo especialista en Depresión, Ansiedad y Pareja.
En episodios agudos de manía o depresión, se pueden añadir antipsicóticos atípicos (como quetiapina, olanzapina o aripiprazol) y, en algunos casos, antidepresivos, aunque estos últimos se emplean con precaución para evitar el riesgo de viraje a manía. La elección de los fármacos depende de la historia clínica, tolerancia y respuesta individual del paciente.
Además, la psicoterapia, especialmente la terapia cognitivo-conductual y la terapia interpersonal, ayuda a mejorar la adherencia al tratamiento y a manejar los factores desencadenantes. La investigación actual busca identificar biomarcadores cerebrales que permitan un diagnóstico más temprano y tratamientos más dirigidos, aunque aún existen retos para lograr una personalización completa de la terapia.


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