No cabe duda de que el desarrollo de las nuevas tecnologías vinculadas a Internet y a dispositivos electrónicos como los smartphones y tablets ha hecho que nuestras maneras de relacionarnos con los demás se hayan diversificado mucho.
Sin embargo, una cosa es que cuantitativamente aumenten las opciones para comunicarse con los demás o saber de ellos en tiempo real, y otra cosa es que nuestra capacidad para conectar con el resto de personas aumente cualitativamente. De hecho, no son pocos los casos en los que ocurre lo contrario: que al integrar en el día a día el uso constante de dispositivos conectados a Internet, la vida social de la persona quede empobrecida.
Las llamadas adicciones a las redes sociales son un ejemplo muy claro de esto: cuando abusamos de plataformas digitales como Instagram o TikTok, esa dependencia se convierte en un obstáculo para socializar de manera plena y satisfactoria. Veamos por qué se produce este fenómeno paradójico.
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¿Qué es la adicción a las redes sociales?
Lo que se conoce como adicción a las redes sociales es un patrón de conducta caracterizado por el abuso de plataformas digitales como Facebook, Instagram, TikTok y otras webs y aplicaciones que mantienen a las personas interconectadas en Internet y con capacidad para publicar y consumir contenidos.
Este uso excesivo de redes sociales llega a hacer que la persona sienta una necesidad constante de revisar los nuevos contenidos que se han ido subiendo a la red (y/o de aportar contenidos con mucha frecuencia), de modo que en parte pierde el control de sus acciones y tiene menos capacidad para gestionar bien el tiempo y concentrarse en otras tareas y acciones importantes del día a día.
Debido a este fenómeno psicológico, las personas que desarrollan este vínculo de dependencia hacia las redes sociales (que suelen ser personas muy jóvenes, aunque puede ocurrir en todas las edades) empiezan a sentirse significativamente mal tras pasar minutos u horas sin tener acceso a un ordenador o a un móvil con conexión a Internet, y esto interfiere en su calidad de vida.
La adicción a las redes sociales no es una psicopatología comparable con, por ejemplo, la adicción al alcohol o a la heroína; el modo en el que se desarrolla y se plasma en la conducta de las personas no es la misma que la de los trastornos adictivos que aparecen en los manuales diagnósticos, por lo que técnicamente no se trata de una adicción, sino de otro tipo de problema relacionado con la dependencia.
Eso sí, que no forme parte de estas psicopatologías no significa que no pueda llegar a ser una fuente de intenso malestar o incluso un elemento que aumente la predisposición a desarrollar enfermedades y problemas de salud mental muy severos. Es por eso que, ante situaciones de este tipo, es importante iniciar un proceso de tratamiento psicológico cuanto antes.
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¿Cómo afecta al desarrollo de las habilidades de socialización la adicción a las redes sociales?
El impacto que la adicción a las redes sociales tiene en la calidad de vida va más allá de las relaciones que mantenemos con los demás; por ejemplo, puede dar lugar a maneras disfuncionales de gestionar la ansiedad y facilitar la aparición de trastornos como el abuso de sustancias o los Trastornos de la Conducta Alimentaria. Sin embargo, aquí vamos a centrarnos en sus efectos en la manera de socializar y de mantener vínculos significativos con las personas de nuestro entorno.
Así pues, veamos cómo la adicción a las redes sociales afecta a la vida social de la persona que la desarrolla.
1. Limita sus habilidades de comunicación
No es ningún secreto que la mayoría de redes sociales no están diseñadas para expresarse aprovechando toda la riqueza del lenguaje verbal: suelen priorizarse los mensajes cortos y vistosos, algo que incluso ha dado lugar a ciertas dinámicas culturales a la hora de expresarse, como el uso de hashtags o emoticonos para simplificar ideas.
Esto hace que las personas que dedican buena parte de su tiempo al uso de redes sociales pierdan oportunidades para practicar una manera de expresarse algo más elaboradas, que permita hilar ideas y argumentos.
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2. Puede dar lugar a patrones de evitación de interacciones cara a cara
La adicción a las redes sociales puede llegar a hacer que la persona intente sustituir todas sus maneras de socializar por interacciones a través de Internet, al considerarlo una manera “segura” que no exponer sus vulnerabilidades y le previene de tener que improvisar cara a cara y/o gestionar su lenguaje no verbal.
Dicho de otro modo, da lugar a una sensación de zona de confort que, aunque no sea consciente, le está limitando de cara a desarrollar habilidades de comunicación muy necesarias en la vida real.
Este hecho, además de empobrecer la vida social de la persona, hace que pueda llegar a sentir mucha ansiedad o miedo ante situaciones en las que siente presión por encontrarse con desconocidos o semi-desconocidos cara a cara.
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3. Da lugar a situaciones de frustración
Quien desarrolla adicción a las relaciones sociales nota que cualquier interacción cara a cara que le distraiga de concentrarse en la pantalla es un problema, un obstáculo que molesta.
Es por eso que las discusiones en casa son frecuentes, sobre todo cuando los familiares o la pareja de la persona empiezan a expresar su insatisfacción con la tendencia a aislarse de esa persona.
4. Hace que escuchar a los demás sea más difícil
El bombardeo de estímulos al que se someten quienes abusan de las redes sociales hace que, incluso cuando no están navegando por Internet, estas personas siempre tengan un torrente de recuerdos y de imágenes mentales cruzando por su consciencia. Esto es una gran fuente de distracciones en todos los ámbitos de la vida, y uno de ellos son las conversaciones con los demás. Es frecuente que a estas personas les cueste concentrarse y mantener la atención fijada en lo que la otra persona intenta transmitir cara a cara.
Por ejemplo, no es raro que en vez de escuchar lo que la otra persona les explica, estén pensando en lo que harán al sentarse frente al ordenador y ver lo que un usuario de una red social les ha respondido en esos últimos minutos, o que en una reunión estén cada poco tiempo cogiendo el teléfono para mirar simplemente sus redes sociales, desconectándose de las personas con quienes están físicamente.
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Blanca Ruiz Múzquiz
Blanca Ruiz Múzquiz
Psicoterapeuta de Familia y Pareja
Soy psicóloga experta en la intervención individualizada, familiar y de pareja con más de una década de trayectoria profesional en este ámbito, y atiendo de manera online por videollamada.