¿Te has preguntado alguna vez cómo puede ser que, siendo aparentemente seres racionales y hábiles en el uso del pensamiento estructurado, los seres humanos seamos tan contradictorios?
Por ejemplo, la visión de un doctor que sale a la calle a fumar en sus ratos de descanso tras atender a varios pacientes no es rara, pero si nos paramos a pensar, resulta sorprendente. Lo mismo ocurre con las personas que llegan al grado de compromiso suficiente para ir a apuntarse al gimnasio y para pagar todas las mensualidades y, a la vez, apenas van a ejercitarse.
En Psicología hay varios modelos explicativos que abordan esta tendencia a los comportamientos poco coherentes o que se guían por motivaciones contradictorias, y uno de ellos es el modelo de los Sistemas de la Familia Interna. Veamos cómo es.
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¿Qué son los Sistemas de la Familia Interna?
El modelo de Sistemas de la Familia Interna es un enfoque de análisis e intervención psicológica desarrollado por Richard C. Schwartz en la década de los años 80.
Se trata de una propuesta terapéutica de carácter integrador, que combina planteamientos y estrategias propias de diferentes modelos de intervención psicológica, pero tal y como indica su nombre, se ve especialmente influida por la Teoría General de Sistemas, y más concretamente, por su plasmación en la terapia familiar sistémica. Si algo la caracteriza, es la adopción de ideas y de marcos interpretativos de la terapia familiar sistémica, pero aplicada no a las familias, sino a los individuos.
El objetivo de esto es comprender los elementos psicológicos que, de manera relativamente independiente entre ellas, están detrás del comportamiento y de la manera de pensar y de sentir de la persona y la movilizan a través de lógicas muy diferentes, o incluso aparentemente contradictorias.
Así el modelo de los Sistemas de la Familia Interna entiende que en el funcionamiento de la psique de cada persona hay varias partes independientes involucradas, que pueden ser equiparadas a los miembros de una familia, con sus propias motivaciones, intereses y personalidades. Dichas partes pueden ser clasificadas en tres tipos.
Por un lado están los exiliados, que son las partes que permanecen en nosotros fruto de un trauma psicológico más o menos intenso y que debido a que albergan elementos emocionalmente desestabilizadores, suelen actuar al margen del resto de la familia.
Por otro lado tenemos los bomberos, cuya presencia destaca cuando los exiliados adoptan un rol activo y nos desestabilizan emocionalmente; en situaciones así, adoptan una lógica cortoplacista y desencadenan reacciones impulsivas para “tapar” ese malestar, mediante acciones como arrancarse el pelo, morderse las uñas, comer sin hambre, fumar…
Finalmente tenemos a los gerentes, que también tratan de mantener la estabilidad y el statu quo pero no en situaciones puntuales y de emergencia, sino de manera constante a través de estrategias de prevención. Están detrás de los hábitos de evitación de la angustia, el estrés, la tristeza, la vergüenza…
Desde el modelo de los Sistemas de la Familia Interna se propone no reprimir totalmente ni eliminar ninguna de las partes en concreto, sino trabajar para hacer que la dinámica de interacción entre todas lleve a la persona a un estado de relativo equilibrio emocional y capacidad para gestionar las experiencias emocionalmente dolorosas. Es decir, que invita a adoptar un punto de vista holístico de todas las partes, sin buscar soluciones “locales” sino sistémicas.
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Ejemplos de áreas de aplicación del modelo de los Sistemas de la Familia Interna
Para comprender mejor cómo se trabaja desde el modelo de los Sistemas de la Familia Interna, veamos varios ejemplos de su aplicación en psicoterapia, aunque estos no muestran totalmente todos los problemas que pueden ser abordados a través de este.
1. En casos de duelo complicado
La reacción emocional ante la muerte de un ser querido puede llevar a algunas personas a desarrollar lo que se conoce como duelo complicado, una alteración psicológica en la que los sentimientos de malestar llegan a desbordar a la persona, que sufre mucho más de lo que es habitual tras esta clase de pérdidas y es incapaz de desenvolverse con normalidad durante muchas semanas o meses.
En situaciones de este tipo, los Sistemas de la Familia Interna permiten que estos pacientes se adapten a una realidad en la que esa persona ya no está a su lado, ajustando tanto sus expectativas como sus hábitos y gestión de las emociones a esa ausencia que por lo menos es material, aunque los recuerdos acerca de ese ser querido siguen ahí.
De lo que se trata es de que las partes de la mente de la persona vuelvan a un equilibrio en el que ni es necesario adoptar medidas extremas de hermetismo negando la muerte de esa persona, ni se entra en una dinámica de alimentar constantemente el dolor ahondando una y otra vez en lo trágica que resulta esa muerte.
Así, a partir del equilibrio entre las partes se llega a la aceptación de esa pérdida y la integración de esta en la propia historia de vida, haciendo que esos recuerdos (y por extensión, el rastro que esa persona ha dejado en el paciente) pasen a formar parte de su identidad y de la narración de su existencia.
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2. En casos de trauma
El trauma surge cuando existen recuerdos que no han sido almacenados de una manera funcional en el sistema de memoria de la persona, entre otras cosas porque están asociados a una fuerte carga emocional negativa, que produce un intenso malestar. Es por ello que los traumas suelen surgir tras pasar por experiencias de extrema violencia física o psicológica.
A través de los Sistemas de la Familia Interna se ayuda a las personas a aproximarse a esos recuerdos sin dejar que una de sus partes esté mucho más implicada que las demás, de manera que puedan ser re-codificados de una manera más neutral y equilibrada, sin negar ninguna de sus facetas, pero sin dejar que unas pocas de estas atrapen totalmente el foco atencional de la persona y empiecen a atormentarla desde esa posición.
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3. En casos de manejo de la ira
Todo lo relativo al control de los impulsos constituye un tipo de posibles problemas emocionales que pueden ser abordados de manera eficaz por los Sistemas de la Familia Interna.
Por ejemplo, hay muchas personas a las que les cuesta modular su ira y evitar que se proyecte hacia el exterior a través de una actitud hostil o, directamente de ataques hacia los demás.
Y esto muchas veces obedece a que el modo en el que son interpretadas las situaciones que generan enfado está muy sesgado hacia el pesimismo acerca de las intenciones de los demás: las partes de tipo gerentes o exiliados pueden desencadenar respuestas de ataque que en realidad son una forma de defensa sobre lo que podría ocurrir si no “nos hacemos valer”.
Así pues, mediante los Sistemas de la Familia Interna se ayuda a las personas a dar un paso atrás a la hora de interpretar las interacciones sociales y a no verlo todo con las lentes de alguien que busca siempre indicios de un enfrentamiento o una amenaza, llegando a interiorizar un marco interpretativo más rico en matices gracias a la participación armoniosa y equilibrada de todas las partes.
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