Los trastornos de la comunicación engloban alteraciones como la dislalia, el tartamudeo y el trastorno fonológico, más conocido como disartria. El signo básico que lleva al diagnóstico de disartria es la presencia de una dificultad marcada para articular fonemas adecuadamente a causa de problemas musculares.
En este artículo describiremos las causas y los síntomas de los principales tipos de disartria. Además explicaremos de forma sintética en qué consisten los tratamientos más habituales de este trastorno.
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¿Qué es la disartria?
La disartria es un trastorno que afecta a los músculos del habla: los labios, la lengua, las cuerdas vocales y/o el diafragma. La dificultad para controlar estos músculos o su debilidad hacen que las personas con disartria no puedan articular correctamente los fonemas, por lo que tienen problemas de pronunciación o hablan más lentamente de lo normal. A diferencia de la afasia motora, es una alteración de la pronunciación y no del lenguaje.
El término “disartria” proviene del griego y se puede traducir literalmente “malfunción articulatoria”. Se trata de un trastorno del habla y no del lenguaje; esto significa que el problema no tiene lugar a nivel cognitivo sino en fases posteriores de la producción del sonido. Cuando la persona es completamente incapaz de articular sonidos hablamos de anartria.
El DSM-IV recoge la disartria bajo la etiqueta “Trastorno fonológico”, mientras que en el DSM-5 se la denomina “Trastorno de los sonidos del habla”. El criterio básico para el diagnóstico según estas clasificaciones es que la persona sea incapaz de emitir fonemas que se esperaría que hubiera aprendido a articular a una edad determinada.
Causas de este trastorno
La disartria puede tener muchas causas distintas. Entre las más habituales destacan alteraciones del sistema nervioso, como lesiones y tumores en el cerebro o embolias que paralizan la cara o la lengua. Cuando se produce desde el nacimiento suele ser consecuencia de parálisis cerebral o distrofia muscular.
Ciertas alteraciones favorecen la aparición de síntomas de disartria en la edad adulta, como la esclerosis lateral amiotrófica o las enfermedades de Parkinson, Huntington y Wilson. Algunos fármacos también pueden causar disartria, especialmente los sedantes y los narcóticos potentes; en estos casos la interrupción del consumo alivia el trastorno.
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Síntomas y signos
Los síntomas y los signos de este trastorno pueden variar en función de la causa y el tipo de disartria. Entre los más habituales encontramos los siguientes:
- Dificultad para mover los músculos de la cara, los labios y la lengua.
- Mala pronunciación.
- Prosodia monótona.
- Timbre alterado.
- Habla demasiado lenta o rápida.
- Voz nasal o ronca.
- Volumen excesivamente alto o bajo.
- Ritmo irregular (por ejemplo habla entrecortada).
- Dificultades respiratorias asociadas.
En relación a las dificultades de pronunciación se suelen detectar cuatro tipos de errores principales: sustitución, omisión, inserción y distorsión. La sustitución, consistente en reemplazar el fonema correcto por otro erróneo, es el más frecuente, especialmente al pronunciar “d” o “g” en lugar de “r”.
Mientras que la articulación de consonantes está afectada en todos los casos de disartria, la pronunciación inadecuada de vocales es considerada un indicador de gravedad.
Tipos de disartria
Los tipos de disartria que veremos en este apartado difieren entre ellos principalmente en la localización de la lesión a nivel del sistema nervioso central.
1. Espástica
La disartria espástica se debe a lesiones en los tractos piramidales, relacionados con el control motor fino de los músculos de la cara y del cuello.
En este tipo de disfasia se producen hipernasalidad y aumentos súbitos del volumen del habla. La vocalización tiende a ser tensa y forzada.
2. Atáxica
Las lesiones en el cerebelo provocan disartria atáxica, cuyos signos más característicos son la presencia de una prosodia plana y monótona y de una vocalización lenta y descoordinada, similar a la que se produce en el estado de embriaguez. El habla típica de este tipo de disartria ha sido descrita en ocasiones como “explosiva”.
3. Flácida
En este tipo de disartria está afectado el nervio vago, que permite el movimiento de la laringe y por tanto de las cuerdas vocales. También se producen disfunciones en otros músculos faciales.
En los casos de disartria flácida los músculos pueden atrofiarse o paralizarse parcialmente, causando espasmos, babeo y tensión muscular.
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4. Hipercinética
La disartria hipercinética está causada normalmente por lesiones en los ganglios basales, estructuras subcorticales implicadas en los movimientos involuntarios.
Los síntomas de este tipo de disartria son similares a los de la espástica: la voz tiende a presentar una cualidad áspera y también se da hipernasalidad.
5. Hipocinética
En general la disartria hipocinética aparece como consecuencia de la enfermedad de Parkinson, aunque también es habitual que la causa sea el consumo continuado de medicamentos antipsicóticos.
En este caso el volumen suele ser muy bajo, el timbre plano y la prosodia monótona. La reducción en la velocidad de los movimientos causada por daño en la región conocida como sustancia negra explican estos síntomas.
6. Mixta
Esta categoría se utiliza cuando las características clínicas son una combinación de más de uno de los tipos de disartria que hemos descrito. Las disartrias mixtas se deben a afectaciones en distintos sistemas motores.
Tratamiento e intervención
El tratamiento de la disartria depende en gran medida de la alteración que provoque el trastorno ya que, cuando es posible, corregir la causa última elimina los síntomas. Sin embargo, existen intervenciones para mejorar el habla en los casos en que no se puede modificar el problema subyacente.
Los objetivos principales de la logopedia y la terapia del lenguaje en los casos de disartria son fortalecer los músculos implicados en el habla, mejorar de la respiración, lograr una pronunciación adecuada y facilitar la comunicación entre la persona afectada y sus seres cercanos.
En casos en que la afectación del habla es severa resultan muy útiles los apoyos externos, como los sintetizadores de voz y los tableros alfabéticos. El aprendizaje de gestos e incluso de lenguaje de signos también puede servir en cierta medida para suplir los déficits comunicativos propios de la disartria.