El cerebro es uno de los órganos más importantes, si no el que más, de todo nuestro organismo, puesto que rige y controla los diferentes procesos y funciones que nos permiten mantenernos con vida y que nos hace ser como somos. Afortunadamente el cerebro cuenta con la protección de diversas estructuras, como el cráneo o una serie de membranas denominadas meninges.
Sin embargo, a veces se producen alteraciones en dichos elementos protectores que pueden producir graves consecuencias, como ocurre en el caso de la meningitis.
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Las meninges y sus funciones básicas
Las meninges son una serie de tres membranas situadas entre el cráneo y el cerebro que ejercen numerosas funciones de gran importancia a la hora de proteger el encéfalo y la médula espinal.
Estas membranas, denominadas duramadre, aracnoides y piamadre, forman una barrera que permite amortiguar posibles golpes y traumatismos que pudieran afectar a la integridad del sistema nervioso. Poseen diversos receptores que permiten detectar posibles alteraciones cerebrales, cosa que de otro modo no sería posible debido a que el propio cerebro no tiene receptores de ningún tipo.
Además, permiten la generación del líquido cefalorraquídeo (concretamente los plexos coroideos de la aracnoides) y su fluir alrededor del sistema nervioso, gracias al cual es posible excretar residuos del funcionamiento cerebral a la vez que ayuda a nutrir y estabilizar el entorno neuronal.
Por último, las meninges también sirven para estructurar y dar forma al cerebro y para que el nivel de presión intracraneal permanezca estable.
Meningitis: ¿qué es?
Las meninges, en definitiva, son un elemento de gran importancia a la hora de proteger y mantener la salud del órgano pensante. Sin embargo, existen diferentes problemas que pueden conducir a que estas membranas se vean dañadas y que a su vez pueden provocar daños en el sistema nervioso. Una de ellas es la meningitis.
Entendemos por meningitis el proceso mediante el cual las meninges sufren una inflamación debido a una infección, pudiendo ésta ser debida a diferentes causas. Esto provoca también una alteración del líquido cefalorraquídeo, que puede afectar al funcionamiento del encéfalo más allá de la mera presión ejercida sobre él. La presión cerebral puede aumentar en gran medida, a la vez que se altera el equilibrio del medio en el que actúan las neuronas. La meningitis supone un elevado riesgo puesto que puede afectar a la integridad del sistema nervioso, e incluso provocar la muerte de quien la sufre.
Síntomas
Los síntomas de la meningitis pueden ser variables según cómo sea la inflamación y a qué partes del sistema afecte, pero a grandes rasgos pueden encontrarse de forma frecuente cefaleas, sensación de debilidad y fatiga, disminución e incluso pérdida de conciencia. No es raro que aparezca fiebre alta, vómitos y mareos junto con deshidratación. En ocasiones se producen alteraciones perceptivas como alucinaciones y delirios, y también algunos síntomas motrices como temblores e incluso crisis comiciales.
Las meningitis pueden dividirse en agudas, subagudas o crónicas en función de su evolución. Se entienden por agudas aquellas meningitis que evolucionan en menos de veinticuatro horas. Las subagudas son aquellas en las que se presenta un cuatro de entre un día a una semana de evolución, y las crónicas aquellas cuyos efectos se manifiestan a lo largo de cuatro o más semanas.
Posibles causas de esta afectación
La meningitis puede tener una gran cantidad de causas, pero en general pueden dividirse en víricas y bacterianas.
1. Meningitis bacterianas
Este tipo de meningitis son causadas por una infección producida por la entrada de determinadas bacterias en el organismo, como el neumococo, el estreptococo o el meningococo. Dicha entrada puede deberse a traumatismos, neumonías, problemas inmunes y/o metabólicos o incluso deberse a bacterias propias del organismo. Tienen un carácter grave especialmente cuando se dan en niños, ancianos y población con diversas enfermedades.
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2. Víricas
Las meningitis de tipo vírico son las producidas por determinados virus. Son conocidas también como meningitis asépticas ya que no suelen reflejar la entrada de microorganismos en el sistema. Tienden a ser de carácter leve, provocando fiebres, cefaleas y otros síntomas de generalmente no demasiada intensidad.
Sin embargo, existen casos especiales que revisten especial riesgo y gravedad. Un caso especial es la producida por el virus del herpes, ya que tiende a producir también encefalitis o inflamación del cerebro la cual puede provocar alteraciones mortales o incapacitantes en el encéfalo del paciente.
Otro virus que provocan meningitis es el VIH, que debido al debilitamiento del sistema inmune puede producir complicaciones.
3. No infecciosas
Si bien suelen deberse a infecciones, en ocasiones la inflamación de las meninges puede deberse a otras causas. Por ejemplo, pueden ser producidas como reacción a determinados fármacos y psicofármacos, traumatismos, tumores y otras enfermedades.
Tratamiento de esta inflamación
El tratamiento de la meningitis y su pronóstico va a depender en gran medida de su etiología, es decir, sus causas. Hay que tener en cuenta la posibilidad de que las bacterias y virus que causan la meningitis pueden llegar a contagiarse, con lo que se recomienda cierta precaución con poblaciones de riesgo como niños menores de un año o ancianos.
Afortunadamente, muchas de las bacterias que son capaces de causar meningitis cuentan con su vacuna, que suele aplicarse ya en la infancia.
En los casos de meningitis bacteriana nos encontramos ante una situación de gravedad en la que se hace necesaria la aplicación de antibióticos de manera inmediata. Debido a la urgencia de tratamiento a menudo no da tiempo a realizar un cultivo y análisis de las bacterias, con lo que frecuentemente se utilizan medicamentos que ataquen a la mayor parte de bacterias que suelen causar este problema.
Pronóstico
El pronóstico dependerá de la situación de cada paciente en el momento del ingreso y si ha recibido tratamiento a tiempo, la edad, el estado del sistema inmune y el tipo de bacteria que lo cause, habiendo riesgo de muerte especialmente en menores de un año y en ancianos. En algunos casos aún si se curan pueden presentar secuelas como discapacidad intelectual, crisis epilépticas o pérdida de sentidos.
En lo que respecta a la meningitis vírica, siempre y cuando no provoque una inflamación del sistema nervioso como tal, suele haber una curación completa y sin secuelas, en muchos casos desapareciendo por sí solas. Sin embargo niños, ancianos y población con enfermedades autoinmunes o problemas metabólicos corren un mayor riesgo.
Al margen de lo que causa la meningitis, también es necesario tratar los síntomas que se producen, c****omo cuando aparecen convulsiones o en el caso de la deshidratación. Del mismo modo, deben tratarse posibles edemas y el aumento de la presión en el sistema nervioso.
Referencias bibliográficas:
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