El EMDR (desensibilización y el reprocesamiento a través de movimientos oculares) es un protocolo de tratamiento altamente estructurado y muy eficaz para el tratamiento del trauma, especialmente útil para el trastorno de estrés postraumático (TEPT). Veamos cómo funciona ante el trauma.
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¿Qué es un trauma psicológico?
Hablar de trauma es hablar de estrés. Generalmente asociamos la palabra "estrés" con un estilo de vida ajetreado, con esa sensación que todos hemos experimentado alguna vez de que no llegamos a todo: en esos momentos uno puede decir “estoy estresado”, ante experiencias que vivimos como si nos resultasen desbordantes.
Estrés es un término que tiene su origen en la física, es un concepto que nos habla de la fuerza que puede soportar un material antes de deformarse o romperse. Esto, aplicado a la mente, nos viene a señalar que nuestra mente puede soportar una cierta cantidad de presión antes de verse perjudicada. Cuando algo supera nuestra capacidad de resistencia empezamos a notar el malestar en forma de síntomas, nos vemos superados por la situación.
Un trauma es un evento vital que, por su elevada carga emocional, supera esta capacidad de resistencia y deja una huella profunda en la memoria. Cuando pasamos por una situación así nuestro sistema nervioso, que es el encargado de procesar la información, se ve saturado por la sobrecarga y no puede trabajar de forma eficiente. No es capaz de “digerir” la experiencia.
Traumas T y traumas t
Cuando pensamos en una situación traumática a menudo pensamos en una catástrofe natural como un huracán o un terremoto, en un atentado terrorista, en un secuestro, un atraco o en cualquier otra situación parecida, de extremo peligro y potencialmente mortal.
Este tipo de experiencias son las que llamamos “trauma con T mayúscula” y son situaciones que por la alta carga emotiva que conllevan pueden sobrepasar la capacidad de nuestro sistema adaptativo de la información y generar un cuadro clínico conocido como trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Hay otro tipo de experiencias que también son potencialmente traumáticas: esas heridas emocionales tales como situaciones de humillación, desprecio, fracaso, abandono, pérdida, marginación, etc. Estas situaciones son las que pueden dar lugar a un “trauma con t minúscula”.
Estos eventos son más comunes y no son potencialmente mortales si bien pueden infligir una herida emocional profunda, sobre todo cuando se padecen en las primeras etapas de la vida, un momento especialmente vulnerable en el que nuestro sistema nervioso es mucho más sensible a las impresiones externas.
A veces la persona que pasa por estas situaciones puede no ser plenamente consciente de haber vivido estas experiencias debido a un fenómeno disociativo por el cual la mente oculta la experiencia a la conciencia. De hecho, hay personas que reconocen tener en blanco épocas enteras de su vida.
Cuando ocurre esto es habitual que la persona reaccione con un llanto intenso, con una rabia desproporcionada, que no pueda confiar en los demás, que arrastre un sentimiento de culpa generalizado o que sienta que debe estar constantemente en alerta y que no sepa por qué le ocurre esto. Esto genera mucha indefensión y a menudo lleva a las personas a creer que algo funciona mal en su mente o les hace tener un sentimiento de inadecuación, de que hay algo dentro de ellos que no está bien.
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La estimulación bilateral
Cuando nuestra mente queda fuertemente impactada por situaciones extremadamente dolorosas a veces no puede procesar correctamente lo que ha ocurrido, nuestro sistema de procesamiento adaptativo se ve bloqueado, un núcleo cerebral llamado amígdala “secuestra” nuestro cerebro y la experiencia se guarda en la red de memoria“no declarativa” o “implícita”. En otras palabras, nuestra mente estaba tan sobrepasada que no hemos podido hacer una adecuada digestión mental y hemos guardado la información en el almacén equivocado.
Las técnicas de estimulación bilateral son un conjunto de procedimientos de los que se vale el EMDR para acceder a las redes de memoria y así poder reelaborar la experiencia, separando el recuerdo del evento de la carga emotiva que lo acompaña y permitiendo así la metabolización del recuerdo.
Cuando ocurre esto es el hipocampo el que se pone en funcionamiento, una estructura cerebral muy importante en el papel de la memoria, y este hipocampo guarda la información de lo que ocurrió en la “memoria declarativa” o “memoria episódica”. Dicho de otro modo, mediante un proceso llamado atención dual permitimos a nuestra mente situarse simultáneamente en el presente y en el pasado, de manera que nuestro sistema de procesamiento adaptativo de la información puede digerir la experiencia y situar el recuerdo en el almacén adecuado.
Cuando esto ocurre, la persona refiere un sentimiento de liberación; el recuerdo permanece pero la carga emotiva ya no le acompaña, el pasado deja de condicionar el presente y generalmente este procesamiento se acompaña de un aprendizaje valioso que en psicología llamamos “crecimiento pautraumático”.
Si te interesa iniciar un proceso de terapia aplicado a problemas como los que hemos visto aquí, busca ayuda profesional cuanto antes.
Referencias bibliográficas:
- Shapiro, F., & Forrest, M. S. (2009). EMDR: Una terapia revolucionaria para superar la ansiedad, el estrés y los traumas (Tra ed.). Nirvana Libros, S.A. deC.V.