Existen diferentes formas de abordar un caso de comportamiento agresivo en niños y el entrenamiento de reemplazo de agresión es una de las más conocidas.
A continuación desglosaremos los puntos más importantes de esta técnica para comprender sus fundamentos y entender de dónde proviene su eficacia. Veremos también en qué contexto se desarrolló y cuál es la forma de aplicarla correctamente para lograr el éxito.
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¿Qué es el entrenamiento de reemplazo de agresión?
El entrenamiento de reemplazo de agresión o ART, por su nombre en inglés (aggression replacement training) es una técnica psicológica orientada a la intervención en casos de adolescentes (principalmente, aunque también adultos o niños) cuyas conductas son habitualmente violentas. Los creadores de este programa fueron los psicólogos estadounidenses, Barry Glick y Arnold P. Goldstein.
Para ello se basaron en partes de otros modelos ya existentes, con el objetivo de lograr una técnica que reuniera los puntos fuertes de todos ellos. Por ejemplo, una de las características que utiliza proviene nada menos que de Jean Piaget, y es el trabajo por pares, de manera que el adolescente pueda aprender de un igual, pues los estudios demuestran que prestan más atención cuando es así.
Se trata de una técnica de corte cognitivo-conductual, pues busca generar cambios en el pensamiento y la conducta del sujeto, con el objetivo de que este sustituya los comportamientos agresivos por otros que estén ajustados a las interacciones sociales y que cesen así los conflictos en los que constantemente se veía envuelto.
El entrenamiento de reemplazo de agresión es un programa especialmente popular en los países de Norteamérica, Sudamérica y también en varios Estados europeos, además de Australia. En algunos centros de menores e incluso en centros penitenciarios es habitual recurrir a este modelo para tratar de que los internos experimenten una mejoría, reduciendo sus conductas violentas y logren así la reinserción que estas instituciones buscan.
Por ejemplo, en Washington, el entrenamiento de reemplazo de agresión fue uno de los programas elegidos, junto a otros tres, para utilizar en los proyectos asociados a la ley de responsabilidad de justicia comunitaria que se promulgó en el año 1997, gracias a la evidencia de mejora que los datos demostraron.
Aunque no es la técnica utilizada de forma mayoritaria en todos estos centros, sí que es una de las principales y poco a poco está ganando mayor popularidad, por lo que los profesionales creen que es un avance prometedor de cara a conseguir que las personas que sufren de comportamientos agresivos encuentren las herramientas que necesitan para lograr sustituir dichas conductas por otras.
Partes de esta técnica psicológica
El entrenamiento de reemplazo de agresión se implanta a través de tres fases muy diferenciadas. El objetivo es ir aprendiendo una serie de habilidades de manera que se puedan utilizar en lugar de las reacciones agresivas que la persona usualmente muestra. El programa está pensado para realizarse a lo largo de diez semanas, impartiendo un total de tres sesiones de una hora en cada una de ellas.
Vamos a ver ahora cada una de las tres fases de manera detallada.
1. Entrenamiento en habilidades sociales
La primera fase del entrenamiento de reemplazo de agresión tiene que ver con la enseñanza de habilidades sociales. En este caso, los autores Glick y Goldstein tomaron parte de la teoría de Albert Bandura para su modelo. La cuestión es que, al trabajar las habilidades sociales, se pretende modificar la parte más conductual de las personas con carácter agresivo, especialmente los adolescentes.
Muchas de estas personas carecen de dichas habilidades sociales y por lo tanto su tendencia es a recurrir a la violencia de manera natural. Por lo tanto, parece lógico pensar que, si les proporcionamos esas herramientas, su tendencia a la conducta violenta debería verse disminuida.
El programa de habilidades sociales del entrenamiento de reemplazo de agresión contiene muchos puntos para que el sujeto aprenda a desenvolverse en toda una variedad de situaciones. Por ejemplo, a la hora de realizar una queja o una crítica, para ponerse en el lugar de otra persona y comprender las emociones que está teniendo el prójimo e incluso entender el enfado del otro sin perder la calma.
También le servirá para anticiparse a un diálogo que se prevé tenso por cualquier razón, sin necesidad de perder los estribos y por supuesto sin llegar a la agresión jamás. Aprenderá a no dejarse llevar por la presión de su grupo de iguales. Igualmente, adquirirá la capacidad para hacer valer su posición desde la calma cuando recibe una acusación injusta. Por supuesto, también comprenderá la importancia de prestar su ayuda a otras personas.
Será especialmente importante el aprendizaje al respecto de la expresión de sus propios sentimientos hacia las demás personas. Por último, también se trabajará para que la persona aprenda a aceptar situaciones negativas o de fracaso.
Cada sesión se centra en una de estas habilidades sociales en concreto y analiza los pensamientos y las acciones que incluyen, enseñándole al adolescente que está participando en el entrenamiento de reemplazo de agresión cómo debe actuar conforme a esas enseñanzas. Para hacer más fluido el aprendizaje, se les pide que piensen en situaciones pasadas.
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2. Control de la ira
La segunda fase del entrenamiento de reemplazo de agresión es propiamente el aprender a gestionar la ira. Por lo tanto, se trataría de que los adolescentes aprendieran a controlar la parte afectiva de la agresividad. En este caso el aprendizaje va a consistir, en primer lugar, en eliminar las habilidades antisociales que el sujeto ha ido adquiriendo y a continuación sustituirlas por otras de corte prosocial.
El objetivo es que los jóvenes aprendan a enfrentarse a situaciones que anteriormente les enfadaban, de una manera nueva, en la que no experimenten esas sensaciones. Para ello, se trabaja la cadena de control de la ira. La cadena comienza por los estímulos desencadenantes, que pueden venir del propio sujeto o bien del exterior. A raíz de ellos, se pueden observar señales del enfado que está por venir, como la activación fisiológica.
Una vez detectadas dichas señales, el sujeto ha de ser consciente y tratar de reducir la ira mediante tres mecanismos diferentes: en primer lugar, una serie de respiraciones profundas, después, realizar una cuenta atrás y, por último, visualizar escenarios que resulten agradables para la persona. Se trata de quitar el foco del estímulo estresor y llevarlo a un lugar mucho más apacible.
El adolescente seguirá recordándose a sí mismo que es capaz de controlarse y dominarse. Pensará además qué ocurriría si perdiera el control. Además, se tratará de efectuar una habilidad prosocial en lugar de la antisocial que hubiera realizado si no hubiera controlado la cadena de la ira gracias al entrenamiento de reemplazo de agresión. Una vez pasada la situación, evaluará el desarrollo de la misma.
3. Razonamiento moral
La última de las fases del entrenamiento de reemplazo de agresión trata sobre el razonamiento moral, es decir, sobre la parte cognitiva. A través de este aprendizaje se pretende que los jóvenes adquieran una nueva perspectiva moral acerca de sus actos. Para ello se va a trabajar fundamentalmente sobre cuatro errores de pensamiento que son los que generalmente llevan a adquirir una dimensión de la moralidad que no encaja con la realidad.
El primero de ellos es el pensamiento egocéntrico. Tiene que ver con todas las rumiaciones del tipo “todo lo malo me ocurre a mí”, “a los demás solo les pasan cosas buenas”, “soy muy desgraciado”, “tengo muy mala suerte”, etc.
El segundo pensamiento es aquel en el que se da por hecho que la peor opción es la que va a suceder siempre, denotando un gran pesimismo.
El tercer error de pensamiento es el que hace que la persona culpe a los demás y por lo tanto asuma un locus de control externo. La culpa siempre va a ser de los otros, así que, en contraposición, él va a ser siempre una víctima de las acciones de los demás y de la sociedad, que le empujan a actuar de esa manera, pues no le dan otra alternativa.
Por último, nos encontraríamos con el etiquetado erróneo o bien la minimización, que le sirve al individuo para justificar sus acciones. Por ejemplo, robar o ejercer la violencia contra los demás, amparándose en que mucha gente también lo hace.
Esta fase del entrenamiento de reemplazo de agresión está formada fundamentalmente por los conocimientos que Lawrence Kohlberg plasmó en su obra acerca de las etapas del desarrollo moral, otra muestra más del trabajo de recopilación que los creadores de esta técnica realizaron, para unificar diferentes teorías que les permitiera componer un sistema eficaz para el control de la agresividad, especialmente durante la adolescencia.
Referencias bibliográficas:
- Glick, B., Goldstein, A.P. (1987). Aggression replacement training. Journal of Counseling & Development. Wiley Online Library.
- Goldstein, A.P. (1994). The Prosocial Gang: Implementing Aggression Replacement Training. ERIC.
- Goldstein, A.P., Glick, B., Gibbs, J.C. (1998). Aggression replacement training: A comprehensive intervention for aggressive youth(Rev. ed.). Research Press.
- Goldstein, A.P., Nensén, R., Daleflod, B., Kalt, M. (2004). New perspectives on aggression replacement training. Wiley Online Library.
- Holmqvist, R., Hill, T., Lang, A., (2009). Effects of aggression replacement training in young offender institutions. International Journal of Offender Therapy and Comparative Criminology.