Hay personas que vagan por el mundo con el corazón dividido, un pie aquí y otro allá, perteneciendo a muchos sitios o sintiendo que no pertenecen a ninguno, quizás con un sentimiento de pérdida permanente que a veces lo empaña todo... El Síndrome de Ulises, o también conocido como síndrome del estrés crónico y múltiple.
Este síndrome es hoy padecido por millones de personas en todo el mundo. Seguro que conoces a alguien que tiene su familia lejos, o que se ha visto obligado a emigrar, puede que esta persona sea una aventurera y sea un cambio buscado, o puede que haya sido una decisión tomada por obligación, buscando algo mejor, y por tanto con aún más sacrificio o dolor.
Estas personas ya sea con un malestar oculto o a flor de piel, es posible que no sepan lo que les está pasando y que se pueden sentir mejor. Si eres tú el que siente este malestar o conoces a alguien que lo esté padeciendo te invito a dedicarle unos minutos a este artículo, pues lo importante es conocerlo para poder identificarlo y así trabajar en abrir un camino hacia un mejor bienestar emocional.
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¿Por qué se le llama también Síndrome de Ulises?
Recapitularemos un poco para recordar, por si hace años que no escuchas esta historia. Ulises es un semidiós que se vio obligado a separarse de sus seres queridos y viajar afrontando muchas adversidades.
Después de varios años en que hubo tanto derrotas como victorias, él no estaba conforme, su corazón anhelaba dolorosamente a su mujer e hijo. La Odisea de Homero cuenta la aventura de este héroe a lo desconocido a pesar de la nostalgia que siente por su familia y de los peligros a los que se tiene que enfrentar.
Muchos héroes emigraron para conquistar mundos, riquezas y prosperar, la cultura siempre nos ha llenado de historias de aventureros que acababan bien, pero no tanto de aquellos “no ensalzados” que no encontraban esa realidad de triunfo. Para él, no es suficiente lo conseguido y nunca lo sería, siempre sentiría que le falta algo importante, la nostalgia le ahogaba. Ulises es uno de los héroes más conocidos de la mitología Griega.
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¿Qué caracteriza al Síndrome de Ulises?
Ante una situación nueva o que resulta un reto o amenazante se despierta en nosotros el instinto de supervivencia, nos estresamos y esto nos permite afrontar la situación con nuestros sentidos afilados: prestamos mayor atención a todo lo nuevo, somos capaces de retener más información, comprendemos mejor nuestro entorno, sus costumbres, etc. Este estado de alerta nos permite adaptarnos mejor a esta nueva situación.
Además todo esto viene acompañado de emociones muy fuertes. Es natural que se despierten sentimientos ante los cambios o las decisiones importantes.
Estos sentimientos pueden ser contradictorios, de alegría por el nuevo comienzo o de pérdida por lo que dejas atrás; puedes sentir rabia por no poder tenerlo todo, sufrir de dolor si no ha sido un cambio elegido, puedes simplemente estar triste o anhelar, o tener ansiedad por miedo a la incertidumbre y tal vez, a no conseguir tus propósitos.
Son muchas las situaciones en las que nos activamos para superar un reto y éstas, incluso siendo buenas, suponen una inversión de energía extra por nuestra parte.
Ante estos cambios que sacuden nuestros cimientos, nos ponen a prueba y nos sacan de golpe de nuestra zona de confort, nos podemos sentir durante demasiado tiempo abrumados o desbordados por la intensidad de nuestros sentimientos. Cuando el estrés o los sentimientos negativos que nos produce esta situación son excesivos o persistentes es cuando se puede desarrollar el Síndrome de Ulises.
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Las principales señales de alerta
Se considera que el Síndrome de Ulises está entre el estrés agudo y los trastornos adaptativos. Se diferencia de estos en que conlleva la confluencia de múltiples factores estresantes, sus síntomas deben durar más de tres meses y que su tristeza se caracteriza por las “pérdidas” o “duelo migratorio”. Los más destacados por su importancia para las personas son los duelos que se hacen por la familia, por la situación social y por la pérdida de la seguridad física.
Entre otros síntomas puede conllevar llanto, tristeza, ansiedad, sentimientos recurrentes e intrusivos, tensión, irritabilidad, insomnio, preocupación, dolores de cabeza, fatiga, problemas de memoria y de concentración, sentimiento de culpa, indefensión,etc. Si éstos síntomas duran demasiado tiempo o son muy intensos, toma las riendas y busca ayuda profesional si lo necesitas.
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¿Todo el mundo que se va a vivir a un país extranjero padece este problema?
Ningún cambio es fácil, incluso cuando emigrar es una solución a un problema, un objetivo, un sueño... El empezar de nuevo en otro sitio supone un reto y siempre conlleva sentimientos encontrados y un trabajo para aceptar el sacrificio que supone, lo que dejas atrás.
María Rojas-marcos Asensi
María Rojas-marcos Asensi
Psicóloga General Sanitaria
Si además es un cambio no buscado, en el que lo haces por tu familia, por la esperanza de algo mejor, por huir de la hambruna, la guerra... La situación, estresante se hace mucho más difícil y más probable que la persona se sienta desbordada o tenga dificultades para superar todo lo que ha pasado.
Y a veces, aún siendo un cambio bueno, puede dejar una huella, un vacío o una añoranza imborrable. Incluso una persona muy adaptada a su nueva vida en otro país puede sentir anhelo y necesitar rodearse de personas de su cultura, región, religión, o empiece a darle más importancia a la música o la cocina de su tierra. Así busca sentirse seguro rodeándose de lo que le resulta familiar. Todo cambio conlleva un proceso de adaptación y depende mucho de cada persona y de sus circunstancias, pero siempre es un reto.