​¿Qué pasaría si los grupos sufrieran trastornos de personalidad?

Explicamos cómo se trastorna la personalidad de los grupos humanos.

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Somos seres sociales, por lo que es imposible obviar el papel de los grupos en nuestras vidas. Sean grupos de pertenencia, como el familiar, o de referencia, como una tribu urbana, siempre estamos en directa relación con algún tipo de grupo. Este hecho sumado al principio gestáltico de “el todo es más que la suma de las partes”, justifica al grupo como unidad de análisis y el paradigma teórico-práctico de la Psicología de los Grupos.

¿Qué pasaría si un grupo de personas padeciera un trastorno de la personalidad?

Entender al grupo como mayor que la suma de sus miembros implica que no se puede entender al grupo como una extrapolación de los comportamientos individuales de las personas que lo conforman. Ni siquiera se puede dictaminar que una misma persona desarrolle los mismos procesos individual y grupalmente; y de ahí el papel terapéutico de los grupos.

Ahora bien, si pueden ser terapéuticos, ¿también pueden configurarse grupos patológicos? Con esta cuestión al aire, pongámonos en visión grupal y veamos qué rasgos podrían tener los grupos si enfermaran. Quién sabe... ¿estaremos formando parte de algún grupo patológico?

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1. Grupo Paranoide

La paranoia aparece cuando los delirios llevan a una distorsión de la realidad y a la desconfianza. En una visión grupal, se traduce como un grupo con déficit de feedback tanto intra como intergrupalmente. Con ello hacemos referencia a que no se ofrece una reatroalimentación al exterior, ni tampoco entre los propios miembros.

Por tanto, el grupo desarrolla una gran cantidad de inferencias por no contrastar la información, no expresa su interpretación y no sabe si es correcta. Esto convierte al grupo en desconfiado, fuente de rumores y de múltiples versiones de un mismo hecho. Están encallados en una fase de creación de normas y confianza, tanteando constantemente la opinión y compromiso de sus miembros para poder decir “sí, así son las cosas” y ganar seguridad.

2. Grupo Esquizoide

Uno puede pensar que una persona esquizoide no puede integrar un grupo, por su indiferencia hacia las relaciones sociales. Ahora bien, tengamos visión de grupos y observemos a un “grupo” esquizoide. 

Este aislamiento se manifestaría a nivel grupal por una membrana rígida e impermeable. La membrana grupal es el elemento estructural que ayuda a definir los límites del grupo y regular su comunicación con el exterior. De esta forma, en tanto que gana rigidez, se impide la interacción del grupo con su entorno. En este caso los efectos son bidireccionales; no sólo no se emite información des del grupo como en el paranoide, sino que tampoco se recibe.

3. Grupo Esquizotípico

Seguro que alguna vez os habéis relacionado en un grupo que ante una frase sin sentido, todos se han reído a carcajadas y os habéis preguntado “¿qué sucede aquí?”. Es una de las formas de expresión de la cultura grupal, de cómo el grupo evoluciona con el tiempo ganando consistencia como ente particular a través de normas, formas de relación, roles, temáticas, etc; características. 

Se podría entender como la realidad propia del grupo. No obstante, si esta realidad se vuelve compleja y comienza a diferir de la exogrupal –exterior al grupo-, nos hallamos en un grupo esquizotípico, con una distorsión de la realidad; un grupo que no hay por donde entenderlo porque parece que no hable nuestro idioma.

4. Grupo Antisocial

Una de las razones de formación de grupos es la búsqueda de seguridad; el grupo como salvavidas. Tener la oportunidad de ganar confianza con un número de personas nos proporciona un entorno seguro donde relacionarnos. Para ello, es necesaria la creación de normas grupales, sean explícitas –expresadas verbalmente- como implícitas –aquellas que no se dicen pero todos conocen-. 

Sin embargo, el trastorno antisocial tiene ciertos problemas con las normas, y en grupos antisociales concretamente con las normas de interacción intergurpal. Al mismo tiempo que el grupo establece normas intragrupales para asegurar su relación, también las establece intergrupalmente, para asegurar cómo interaccionar con el entorno. Si estas últimas fallan, nos encontramos a un grupo que vulnera la integridad de otros, que no respeta la membrana grupal de otro grupos y con formas disfuncionales de relación exogrupal.

5. Grupo Límite

El trastorno límite es de los más complejos a nivel individual y también en su desarrollo grupal. Un grupo límite es un grupo con una actividad grupal centrada en el nivel afectivo. Es un grupo que no gestiona y sólo expresa, de modo que se caracteriza por no tener espacio a la reflexión y sólo a la acción. 

Ello le lleva a relaciones impulsivas surgida del clima emocional del grupo en ese momento, muy disfuncionales intergrupalmente ya que no tienen en cuenta ni semántica, ni pragmática comunicativa. Es decir, ni controlan qué expresan ni cómo lo expresan, y no se ocupan de qué hacer con la bomba que acaban de soltar, llevándoles a relaciones autodestructivas con el entorno y con el grupo mismo.

6. Grupo Narcicista

La frase del narcicismo explica que el éxito lo es todo: “el fin justifica los medios”. Por ello mismo, el grupo narcisista es un grupo totalmente orientado a la tarea, pero el objetivo no es ni la productividad ni el rendimiento, sino el estatus que se logra por realizar la tarea

Son grupos que viven en continua relación de competitividad, ya que su identidad grupal se basa en la realización de la tarea y en la comparación social con otros grupos. Vaya, que si consigo todos mis objetivos y después me comparo con aquellos que no lo han hecho, me valoraré positivamente. Puede que muchos hayáis recordado algunos grupos de trabajo en los estudios o en el sector laboral, aquellos de los que uno piensa “qué poco les cuesta pisar cabezas”.

7. Grupo Histriónico

Al histriónico también le encanta ser el centro de atención, pero en este caso a nivel emocional. Este hecho ya caracteriza los grupos histriónicos, su orientación socioemocional. Si les das una tarea a realizar a los grupos histriónicos, no esperes verla finalizada, puesto que se encallarán en expresar las emociones que despierta en ellos esa tarea. 

Justo esa es otra disfunción, una continua expresión emocional, pero sin gestión, porque la atención se acabaría si resolviesen los conflictos emocionales. En este caso vuelve a ser clave el clima emocional, tema central de sus relaciones intra e intergrupales, así como recrearse en los conflictos sin ponerles fin.

8. Grupo Evitativo

Este tipo de grupo se asemeja al esquizoide en tanto que no mantiene relaciones exogrupales. Ello se explica en que a nivel individual, el trastorno evitativo se caracteriza por retraimiento social por miedo al rechazo. Entendiéndolo a nivel grupal, el grupo anticipa interacciones negativas intergrupalmente, por lo que su membrana es rígida e impermeable. 

No obstante, todo su interés recae en esas interacciones con otros grupos a pesar de que no las tenga, caracterizando sus relaciones internas por una comunicación de temática intergrupal. El hecho de que hablen de algo que desconocen implica que distorsionan su conocimiento y realidad de los otros grupos. De esta forma viven en una constante comparación social entre lo que “somos nosotros” y lo que “son ellos”, a partir de la cual conforman su estructura. Puede que os resuenen algunos grupos que una vez en ellos, ¡sólo hablaban de otro grupo!

9. Grupo Dependiente

Estos grupos podrían confundirse con subgrupos, puesto que siempre necesitan alienarse a otros grupos. El grupo dependiente se caracteriza por la subordinación a otros grupos y por una comunicación intergrupal con un feedback no realista. La subordinación viene dada por no tener un liderazgo claro o excesivamente delegativo, que no asume responsabilidades y deja al grupo sin premisas a seguir. 

En este contexto, los procesos grupales se delegan a otros grupos, como gestión de la tarea o toma de decisiones. Además, existe la necesidad de mantenerse conectado con el otro grupo, así que no se establecen feedbacks y mucho menos si estos son negativos. Es decir, el grupo puede subodinarse a otro que puede estar llevándole a la ruina y no decir nada; ¡me callo el choque con el iceberg y Titanic hundido!

10. Grupo Obsesivo-Compulsivo

Si algo caracteriza al trastorno obsesivo-compulsivo es la rigidez cognitiva en directrices y la compulsión a conductas. Ahora bien, con visión grupal esa rigidez se traslada a la estructura del grupo. Los grupos TOC serían aquellos con gran cantidad de normas rígidas, tanto prescriptivas –qué se debe hacer- como proscriptivas –qué no se debe hacer-. 

En tanto que se trasgreden, tendrán graves sanciones, con una reducción considerable del estatus. Asimismo, también cuentan con rigidez en roles, delimitando qué posición y qué función cumple cada miembro. Por tanto, son grupos en los que es difícil la socialización de nuevos miembros y en los que la rigidez estructural también regula formas poco flexibles de relaciones intergrupales.

Conclusiones y matices

La anterior clasificación no es diagnóstica para grupos, pero sí puede servir para tener en cuenta cómo alteraciones estructurales y procesuales pueden provocar disfunciones grupales. 

Percatarse de cuándo las normas del grupo de trabajo se tornan estrictas, cómo en la familia el tema principal son otras familias o cómo con los amigos se habla y se gestionan los conflictos que surgen, pero sin una intención clara de solucionarlos. Es así cómo se puede observar que un grupo puede ser patológico, ver que el propio grupo tiene personalidad y ,en definitiva, acercar esa mirada grupal.

Referencias bibliográficas:

  • Gil, F. y Alcover, F. (1999). Introducción a la Psicología de los Grupos. Madrid: Pirámide.
  • Palacín, M. y Aiger, M. (2014). Comunicación grupal. En R. Martínez y J. M. Guerra (Coords.), Aspectos psicosociales de la comunicación (Cap. 14, pp. 193-206). Madrid: Pirámide.
  • Sánchez, J. C. (2002). Psicología de los grupos. Teoría, procesos y aplicaciones. Buenos Aires: McGraw-Hill.

Psicólogo social

Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Psicólogo social. Especialidad en Psicología de los Grupos. Actualmente cursando posgrado de Autoliderazgo y Conducción de Grupos en la Universitat de Barcelona.

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