La ansiedad es un fenómeno tan natural y humano como cualquiera de las emociones que solemos considerar “positivas” o agradables. A fin de cuentas, en muchos contextos es útil para adaptarnos a las circunstancias que nos rodean, y es por ello que la inmensa mayoría de las personas la experimentamos con relativa frecuencia en nuestro día a día.
Sin embargo, es verdad que en determinados contextos podemos “aprender”, de manera involuntaria, a gestionar la ansiedad de una manera problemática, que a su vez nos expone a más situaciones que nos producen un alto nivel de ansiedad. En definitiva, todos los sentimientos y emociones están ligados a cómo nos relacionamos con el entorno y con los demás y son propensos a dar forma a problemas psicológicos; y en esto, la ansiedad no es una excepción.
Es por eso que algunas personas se sienten particularmente mal durante la Navidad a causa de la ansiedad: este es un momento del año en el que muchas cosas cambian, y entre ellas, el tipo de situaciones ante las que debemos preparanos.
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¿Por qué pueden surgir más problemas de ansiedad en Navidad?
Estos son algunos de los aspectos de la Navidad que pueden favorecer la aparición de los problemas de ansiedad.
1. El duelo y los síntomas de tipo depresivo asociados a la ansiedad
Entre las familias entre las que la Navidad es un evento significativo, existen más probabilidades de que estas fechas actúen como un catalizador del malestar emocional por la pérdida de seres queridos (con los que se solía compartir esta clase de celebraciones). Es decir, que el duelo por la muerte o la emigración de un familiar cobra más fuerza en navidades.
En este sentido, no hay que olvidar que la ansiedad y el bajo estado de ánimo, aunque parezcan funcionar a través de lógicas contrarias, se solapan con mucha frecuencia, e incluso se refuerzan mutuamente: no en vano un gran porcentaje de los pacientes que los psicólogos atendemos presentan un cuadro ansioso-depresivo. En general, el malestar emocional llama a otras formas de malestar emocional, por lo que si una persona no se siente cómoda con su vida y se siente triste, es probable que más pronto que tarde note que su día a día le supera, y aparezca la ansiedad.
2. La percepción de fin de ciclo y cuello de botella temporal
La Navidad no es experimentada como un evento desconectado de todo lo que lo rodea, y en este sentido conviene recordar que para mucha gente, va de la mano del concepto “fin de año”: tan solo hay unos días de diferencia entre una celebración y la otra.
Es por ello que no son pocos quienes entienden que la Navidad es el fin de un ciclo de vida, y se ven empujadas a realizar una valoración de este periodo, los últimos 12 meses. En estas circunstancia es fácil que aparezcan pensamientos incómodos, sentimientos de culpa e incluso problemas de autoestima por no haber podido hacer todo lo que se deseaba.
Esto lleva a algunas personas a intentar hacer lo máximo posible en los días y las semanas previas a la Navidad, con el consiguiente desgaste psicológico. Además, si logran alcanzar determinados objetivos en este periodo, no lo viven como un logro sino más bien como más bien una como la evitación de un sentimiento desagradable.
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3. La presión por comprar y la necesidad de hacer que las cuentas cuadren
La Navidad es, también, un momento ligado a su faceta como fenómeno de consumo. Por un lado, está la presión por comprar regalos, gastar dinero en cenas elegantes, o incluso viajar; por el otro, la necesidad de no tener problemas económicos. No es fácil encontrar un equilibrio ante esto, lo cual nos hace más vulnerables a los problemas de ansiedad.
4. Se avivan las tensiones familiares
No todo el mundo cuenta con una familia libre de tensiones y de conflictos. Por eso, las reuniones familiares pueden llegar a ser una fuente de ansiedad; incluso si no estallan las discusiones el miedo a que lleguen a producirse puede estar ahí.
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