Modelo de autorregulación de Kanfer: qué es y para qué sirve

El investigador Frederick Kanfer desarrolló una explicación sobre el cambio a mejor de las personas.

Modelo de autorregulación de Kanfer
Un resumen de este modelo explicativo sobre la autorregulación.Unsplash.

¿Conoces qué es la autorregulación? ¿Y el autocontrol? ¿Sabías que una buena autorregulación ayuda a promover cambios en el comportamiento? De todo ello habla el modelo de autorregulación de Kanfer.

A través de su modelo, Frederick Kanfer establece que las personas pasan por 3 estadios a la hora de autorregularse y de conseguir modificar la probabilidad de ocurrencia de su conducta: la auto-observación, la auto-evaluación y el auto-reforzamiento.

¿Qué es la autorregulación?

La autorregulación se podría definir como la capacidad de regularse uno mismo a nivel conductual y emocional. Se trata de una variable psicológica que forma parte de las competencias del desarrollo personal.

Brown (1998), por su parte, define la autorregulación como “la capacidad de la persona para planificar, supervisar y dirigir su comportamiento en circunstancias cambiantes”.

En 1991, Brown elaboró junto a Miller un modelo que asume que la autorregulación se alcanza a través de siete procesos sucesivos, que son la introducción de información, la autoevaluación, la propensión al cambio, la búsqueda, la planificación del cambio, la implementación, y la evaluación. Un déficit en algún (o algunos) de estos procesos de autorregulación implicaría ciertos desajustes en el auto-control del comportamiento del individuo.

Por su parte, Frederik. H. Kanfer, junto a Goldstein, definen el concepto de autorregulación como la capacidad de las personas para dirigir la propia conducta.

El modelo de autorregulación de Kanfer

Según Kanfer, la autorregulación (también lo llama autocontrol) implica que exista una determinada razón subyacente para inhibir una secuencia de respuesta que, en otras circunstancias, podría predecirse que tiene una alta probabilidad de ocurrir.

Es decir, en los procesos de autorregulación siempre existe una situación donde es muy probable realizar un tipo de conductas, pero sin embargo la probabilidad de que aparezcan tales conductas se reduce por el propio control (o gestión) de la persona.

A partir de estas ideas, el modelo de autorregulación de Kanfer sirve sobre todo para crear las situaciones adecuadas en terapia para que el paciente aprenda a cambiar sus conductas problemáticas.

Estadios

Los estadios o fases que propone el modelo de autorregulación de Kanfer son los siguientes:

1. Auto-observación (self-monitoring)

A través de este estado, la persona observa su propio comportamiento, para poder identificar qué debe modificar. En algunos casos, incluye también el autorregistro del comportamiento.

2. Auto-evaluación (self-evaluation)

En esta fase del modelo de autorregulación de Kanfer, la persona determina unos estándares, criterios o normas que marcan o guían los objetivos que quiere alcanzar. A través de estos criterios, puede contrastar si el cambio del comportamiento es el el que está buscando o no, según sus objetivos.

3. Auto-refuerzo (self-reinforcement)

En el autor-refuerzo, la persona se auto-administra consecuencias (tangibles o simbólicas), ya sean positivas (en el caso que haya igualado o superado los criterios) o negativas (auto-castigo, en el caso de que no haya logrado alcanzar los criterios previamente definidos. En este último caso, también podría ser que simplemente no se recompense de ninguna forma.

Características del modelo psicológico

El modelo de autorregulación de Kanfer se basa en la retroalimentación que la persona tiene de sus acciones, así como de las consecuencias que genera sobre sí mismo o sobre el entorno. El modelo destaca los criterios como algo fundamental para desarrollar un proceso de auto-corrección y de auto-control, para finalmente autorregularse.

En sí, la autorregulación, según el autor, consiste en un procedimiento auto-corrector que aparecería sólo cuando existieran discrepancias, índices de peligro inminente o estadios motivacionales conflictivos. Todo ello activaría el primer estadio o sistema de auto-observación.

Pero, ¿cómo se regularía la conducta a través del modelo de autorregulación de Kanfer? Primero de todo, sería necesario que la persona sintiera la necesidad de aumentar la eficacia de su propio comportamiento ante determinadas tareas, para que pudiera auto-regular su conducta. También podría ser que la persona se enfrentara a una situación que exigiera un cambio en la probabilidad de aparición de ciertas conductas.

El auto-control, por su parte, implicaría un estado aversivo (a diferencia del estadio de auto-regulación); ante ese estado aversivo, la persona debería esforzarse para modificar la probabilidad de ocurrencia de una o más respuestas.

Supuestos

¿Por qué surgen los programas de autocontrol? En el modelo de autorregulación de Kanfer, éste considera una serie de razones o motivos que impulsan la creación y utilización de este tipo de programas.

Por un lado esto sucede por el hecho de que existan muchas conductas que sólo resultan accesibles al propio sujeto. Además, normalmente las conductas problema se relacionan con la actividad cognitiva y con las reacciones de la propia persona, no siendo observables de forma directa, así que es necesario un proceso autorregulativo.

Kanfer también considera la necesidad de plantear una intervención que proponga el cambio como algo positivo y factible para la persona, con objetivo de aumentar su motivación para tal cambio.

Finalmente, según el modelo de autorregulación de Kanfer, la intervención debe estar orientada a enseñar al paciente cómo gestionar posibles recaídas o problemas nuevos, además de tratar de abordar los conflictos o problemas actuales.

Conclusiones

Los procesos de autorregulación y autocontrol son muy importantes en terapia. En relación a la eficiencia de las intervenciones psicológicas, si estos dos procesos son desarrollados de forma eficaz por el paciente, es probable que se reduzcan las sesiones clínicas de terapia, así como la actividad del terapeuta.

Además, todo ello también beneficiaría y potenciaría un sentimiento de responsabilidad e implicación en el paciente, que se sentiría responsable de sus cambios y avances, favoreciendo así su autoconcepto y su autoestima.

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Graduada en Psicología por la Universitat de Barcelona, con Máster en Psicopatología Clínica Infantojuvenil por la Universitat Autònoma de Barcelona. Especializada en Trastornos del Neurodesarrollo. Actualmente trabaja como Psicóloga infantil en la Associació Catalana del Síndrome X Frágil. Autora del libro "Vivir de memoria" (Editorial Círculo Rojo, 2018). Aficionada del deporte y la lectura.

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