Según reflejó la Organización Mundial de la Salud en el año 2016, una de cada cuatro personas padece o padecerá a lo largo de su vida algún tipo de trastorno mental.
Y es que la psique humana está sometida continuamente a grandes tensiones, entornos y situaciones problemáticas que facilitan la aparición de estados de gran sufrimiento o de grandes dificultades o incluso incapacidad para hacer frente a la fuente de su malestar. Es por ello que la figura del psicólogo es seguirá siendo cada vez más necesaria a nivel mundial, como figura de apoyo con la que conseguir la superación o tratamiento necesarios.
Son muchos los motivos que pueden llevar a una persona a requerir ayuda psicológica, pero sin embargo algunos de ellos son más comunes que otros. Es por ello que a lo largo de este artículo vamos a reflejar varios de los motivos motivos de consulta psicológica más comunes, así como sus características y síntomas.
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Los motivos de consulta psicológica más comunes
A continuación os dejamos con un total de dieciséis de los motivos más habituales para que un cliente o paciente acuda a la consulta de un psicólogo o psicóloga (algunos de ellos centrados o especializados en determinadas áreas). Entre ellos podemos encontrar desde trastornos mentales a situaciones complejas difíciles de manejar pero que no incluyen necesariamente la existencia de un trastorno, como por ejemplo los ligados a las relaciones interpersonales.
Existen también otros problemas tales como los trastornos de personalidad, pero pese a que muchos son relativamente prevalentes no suelen ser motivo de consulta.
1. Trastorno adaptativo
Uno de los motivos de consulta más habituales en la clínica, y que en realidad más que un trastorno hace referencia a una respuesta de gran ansiedad, estrés o malestar emocional mayor de lo esperable y con afectación a diversos niveles de la funcionalidad en el día a día del sujeto las cuales se derivan de una situación o acontecimiento estresante claramente identificable, el cual es origen de la alteración y que sucede dentro de los tres meses (generalmente antes del mes) posteriores al suceso en cuestión.
Si la persona logra resolver dicha situación, el malestar termina por desaparecer antes de seis meses.
Este es el caso por ejemplo de personas que han perdido el empleo, que sufren estrés laboral, que han emigrado y aún no sienten el nuevo hogar como tal, que se han separado, que padecen mobbing o bullying, que han sido desahuciadas o que han sido diagnosticados de una enfermedad.
Se trata de situaciones dolorosas en las cuales generan un estrés severo y/o continuado el cual sobrepasa al sujeto y al cual no se sabe cómo hacer frente, si bien generalmente no requieren de un tratamiento psicológico más allá de soporte y asesoramiento (a menos que se complique y se desarrolle algún otro tipo de alteración).
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2. Depresión
La depresión mayor es el trastorno mental más prevalente a nivel mundial (junto con los trastornos vinculados a la ansiedad).
La depresión se entiende como un trastorno en el que durante al menos dos semanas, de manera continuada durante la mayor parte del día de la mayoría de días (y un contexto en el que el propio yo, el entorno y el futuro se perciben de forma negativa), se ha experimentado una serie de síntomas entre las que destaca (y al menos uno de ellos está necesariamente presente) la presencia de un estado de ánimo triste y la anhedonia o pérdida de capacidad para sentir placer en cosas que antes eran satisfactorias.
Otros síntomas frecuentes son los problemas de sueño (tanto insomnio como hipersomnia), pérdida del apetito y/o la líbido, dificultades para concentrarse, desesperanza, pasividad, sentimiento de culpa o inutilidad, aislamiento y pensamientos de muerte.
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3. Ansiedad: Trastorno de pánico y Trastorno por ansiedad generalizada
Tal y como acabamos de indicar, la ansiedad es junto a la depresión (y generalmente de manera comórbida) uno de los problemas o alteraciones mentales más frecuentes. Son muchos los trastornos de ansiedad existentes, siendo algunos habituales el trastorno de pánico o el trastorno por ansiedad generalizada.
El primero de ellos se caracteriza por la presencia de episodios recurrentes de ataques de pánico en el que aparecen síntomas fisiológicos tales como sudoración, palpitaciones, dolor en el pecho, molestias intestinales o sensación de ahogo, frecuentemente junto al miedo a morir por dichos síntomas, a volverse loco o perder el control y junto a la sensación de desrealización y despersonalización (tener la sensación de que el entorno o la propia persona parecen ser irreales).
Estos ataques y el malestar asociado hacen que aparezca ansiedad y pánico ante la idea de que se repitan o a posibles consecuencias, lo que puede llevar a realizar conductas evitativas que a su vez limitan en gran medida la vida del sujeto.
El trastorno por ansiedad generalizada implica la existencia durante al menos seis meses de ansiedad y preocupaciones constantes y difícilmente controlables por diferentes causas (las cuales pueden ir variando y referirse a aspectos que racionalmente el propio sujeto puede considerarse poco relevantes) y que le generan fatiga, irritabilidad, problemas para concentrarse, tensión y/o problemas de sueño. Es por eso que encontrar un psicólogo que pueda tratar esta clase de problemas es importante.
4. Fobias
Las fobias son un tipo de trastorno de la ansiedad que resulta tremendamente habitual en nuestra sociedad, y que se basa en la existencia de un elevado nivel de pavor, miedo y ansiedad (a un nivel que el propio sujeto suele reconocer como irracional o desproporcionado) ante la cercanía de algún tipo de estímulo o situación, el cual es incluso capaz de provocar ataques de pánico o crisis de ansiedad.
Debido al miedo o pavor generado, el sujeto realizará conductas y acciones que permitan evitar el estímulo fóbico o bien se mantendrá en la presencia de este pero experimentando una ansiedad extrema.
Esta definición hace pensar inmediatamente en las fobias específicas, tales como a la sangre/inyección/daño, la fobia a volar, la fobia a determinados animales (especialmente frecuentes dentro de estas son las vinculadas a arañas, insectos y perros), la fobia a las alturas o la claustrofobia. Además de las citadas y otras fobias específicas podemos encontrar otros casos muy habituales: la fobia social o la agorafobia.
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5. Trastornos del neurodesarrollo
Si bien cuando hablamos de una consulta a un psicólogo solemos pensar en la que tiene como paciente a adultos o adolescentes, lo cierto es que también es muy habitual (y de hecho es uno de los tipos de población sobre el que en menor tiempo se realiza una consulta, dada la preocupación que la mayoría de los padres tienen por sus hijos) encontrarnos con psicólogos especializados en psicología infantil. Y si bien es posible encontrar diferentes trastornos mentales en niños, algunos de los que más se consultan son los llamados trastornos del neurodesarrollo.
Uno de los motivos de consulta más comunes dentro de los trastornos del neurodesarrollo son el trastorno específico del aprendizaje (incluyendo, por ejemplo, la dislexia o la discalculia), junto con el trastorno por déficit de atención con (o sin) hiperactividad o TDAH y el trastorno del espectro autista (incluyendo el antiguo Asperger).
También son habituales los trastornos de la comunicación o los motores (como los de tics o el trastorno de la Tourette.
6. Adicciones y trastornos por consumo de sustancias
Una adicción se define como la realización/consumo de manera habitual de algún tipo de conducta la cual genera dependencia física o psicológica según el organismo va adquiriendo tolerancia a esta y sobre la cual se pierde control, generando el intento de cese de dicha conducta un estado de gran malestar, deseo de consumo/realización de la conducta y angustia (junto con posibles síntomas fisiológicos que dependiendo del caso pueden incluso llegar a generar la muerte) y continuándose pese a saberse que tiene consecuencias sobre la salud o la funcionalidad de la persona.
En este sentido algunas de las adicciones más habituales son las vinculadas a sustancias, entre las que destacan la dependencia al alcohol, al cannabis (a pesar de la creencia popular su consumo habitual sí puede generar dependencia), a la cocaína o a la heroína. Además de la propia adicción pueden tratarse consumos abusivos (sin que se haya llegado aún a la adicción) u otras alteraciones vinculadas (por ejemplo, psicosis inducidas).
Volviendo a las adicciones en sí, también existen adicciones conductuales como la compra compulsiva, la adicción a las nuevas tecnologías (incluyendo móviles, videojuegos), la adicción al sexo o incluso adicciones socioafectivas.
7. Trastorno por estrés postraumático
Otro motivo de consulta es el conocido como trastorno por estrés postraumático, una alteración en la que como consecuencia de haber vivido o presenciado una experiencia traumática (abusos sexuales, intentos de asesinato, conflictos bélicos...) la persona que lo ha padecido o presenciado experimenta reexperimentaciones del evento en pensamientos y recuerdos intrusivos y persistentes, pesadillas, reacciones fisiológicas, sensación de acortamiento del futuro, hiperalerta o hiperactivación, pérdida de interés, posibles sensaciones de culpabilidad, posibles disociaciones como amnesia psicógena, despersonalización o desrealización, angustia e inquietud o conductas evitativas entre otros.
8. Deterioro cognitivo y demencias
Si bien en este caso estamos hablando de un motivo de consulta que suele circunscribirse principalmente a la neuropsiquiatría y a la neuropsicología, no siendo tan habitual de otros tipos de consulta psicológica, es necesario mencionar la importancia del deterioro cognitivo y especialmente las demencias dentro de la psicología y la psiquiatría.
Este tipo de afecciones suelen generar un gran sufrimiento tanto a quienes los padecen como a sus familiares y cuidadores, dado que los afectados van perdiendo facultades mentales con el tiempo según su sistema nervioso va sufriendo una degeneración neuronal progresiva.
El trabajo suele centrarse en la rehabilitación y mantenimiento de la autonomía y las funciones durante el máximo tiempo posible, la búsqueda de estrategias compensatorias y la estimulación cognitiva con el fin de preservar lo máximo posible las funciones deterioradas.
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9. Gestión de emociones, autoestima y problemas de interacción personal
Es más habitual de lo que pueda pensarse que el motivo de consulta a un psicólogo no sea un trastorno mental per se, sino la existencia de dificultades en aspectos como la gestión de emociones (destacando la ira o la tristeza), la búsqueda de maneras de aumentar el nivel de autoestima (por ejemplo en personas que han padecido de forma continuada acoso escolar o laboral) o dificultades para establecer relaciones personales estables, profundas y consistentes sin que por ello tenga porqué existir (aunque en algunos casos puede serlo) un trastorno detrás.
Todo ello puede ir abordándose desde diferentes perspectivas y técnicas.
10. Conflictos de pareja y familiares
Otro motivo relativamente frecuente de consulta psicológica se produce a especialistas en terapia familiar y de pareja. Los problemas tratados en este sentido suelen basarse en conflictos, faltas de comunicación y dinámicas y roles disfuncionales en las relaciones, no siendo necesario la existencia de ningún tipo de trastorno (aunque en algunos casos la causa de conflicto puede ser una enfermedad orgánica o un trastorno mental).
11. Disfunciones sexuales
Si bien por lo general es algo que hasta hace poco ha sido tabú y muchas de las personas que padecen algún tipo de disfunción sexual lo viven con vergüenza (algo que en muchos casos lleva a no consultar), la normalización de la sexualidad y la búsqueda de una sexualidad satisfactoria hace que poco a poco este tipo de problema vaya siendo cada vez más consultado con profesionales.
Si bien en algunos casos estamos ante un problema de causa orgánica, a menudo estos problemas tienen o bien una causa o bien un importante componente psicológico (como la ansiedad). Destaca la disfunción eréctil y la eyaculación precoz como problemas más frecuentes en el hombre, mientras que el deseo sexual hipoactivo es el más prevalente en mujeres (seguido por el trastorno orgásmico femenino).
12. Trastornos de la conducta alimentaria
Especialmente vinculado a la cultura del culto al cuerpo y los cánones de belleza de nuestra época y sociedad, los trastornos de la conducta alimentaria son una realidad que en los últimos tiempos ha aumentado espectacularmente en prevalencia.
Se trata de uno de los pocos tipos de trastorno mental que puede llegar a provocar la muerte de quien lo padece sin que medie una acción directa con tal fin, siendo algunos de ellos considerados muy peligrosos.
Destacan la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa como los más habituales, especialmente en mujeres púberes y jóvenes (aunque puede aparecer en la infancia, en la madurez, y aunque suele darse en menor medida también en varones). Además de ello también existen el trastorno por atracón o la evitación/restricción de la ingestión de alimentos.
13. Trastorno Obsesivo-Compulsivo
El trastorno obsesivo compulsivo o TOC es un trastorno vinculado a la ansiedad que se caracteriza por la presencia de pensamientos obsesivos, los cuales son pensamientos recurrentes, egodistónicos e intrusivos que son vividos con gran ansiedad y culpabilidad por la persona que lo padece y que a menudo conllevan la realización de rituales con el fin de rebajar el nivel de ansiedad, unos rituales llamados compulsiones que si bien inicialmente disminuyen ligeramente la ansiedad terminan por reforzar la aparición de los pensamientos intrusivos, formándose un ciclo contínuo entre obsesión y compulsión que ocupa en gran medida el tiempo del sujeto y genera un gran sufrimiento.
14. Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos
Otro tipo de paciente habitual de las consultas de los profesionales de la psicología y la psiquiatría es el de las personas con trastornos psicóticos.
Entre ellos destaca especialmente la esquizofrenia, probablemente uno de los trastornos mentales más conocidos y el más prevalente entre los que forman parte del espectro psicótico (con una prevalencia de aproximadamente un 1% de la población general).
Este trastorno se caracteriza por la presencia durante al menos seis meses de síntomas tales como alucinaciones (por lo general auditivas) y delirios, lenguaje desorganizado, agitación o descarrilamientos en el lenguaje, catatonia, pobreza de pensamiento o alogia, abulia o apatía, siendo necesario que al menos uno de los tres primeros esté presente.
15. Trastorno bipolar
Otro de los trastornos afectivos más relevantes, el trastorno bipolar se caracteriza por la presencia de uno o más episodios maníacos (caracterizados por euforia extrema, irritabilidad y hostilidad pudiendo llegar a generar peleas y conflictos, pensamientos e incluso delirios de grandeza, disminución de la capacidad de juicio, alteraciones del sueño y la ingesta, realización de conductas de riesgo y elevada impulsividad, entre otros) que pueden ir solos o seguidos/precedidos de episodios depresivos en el caso del trastorno bipolar tipo 1 o bien de al menos un episodio hipomaníacos (menos intensos, graves y duraderos que los maníacos pero compartiendo la mayoría de sus síntomas) seguido o precedido de al menos un episodio depresivo en el trastorno bipolar tipo 2.
Este trastorno genera gran sufrimiento a quien lo padece, y suele requerir principalmente de un buen tratamiento farmacológico junto con tratamiento psicológico cuando el sujeto se encuentra estable.
16. Psicología de la Salud: Fibromialgia y fatiga crónica y otros problemas médicos
Si bien generalmente se asocia la figura del psicólogo a la del trastorno mental, lo cierto es que muchas personas que padecen enfermedades de tipo médico pueden beneficiarse de la terapia psicológica, como un tipo de terapia que puede contribuir a su mejoría (si bien sin nunca sustituir el tratamiento médico) sea bien a través del tratamiento de las alteraciones emocionales o cognitivas que pueden surgir tras el diagnóstico o bien mediante técnicas que pueden favorecer una mejoría o un mejor pronóstico.
Ello incluye desde campos como la psicooncología hasta otras aplicaciones en personas con problemas cardíacos, metabólicos (incluyendo problemas tiroideos o diabetes), pulmonares o respiratorios (asma, por ejemplo).
Uno de los ejemplos que cada vez se ve de manera más habitual es el de la fibromialgia y la fatiga crónica. La fibromialgia es una enfermedad crónica cuyo principal síntoma es un dolor musculoesquelético generalizado, que si bien hasta hace pocos años no era reconocida (incluso se dudaba de que fuera una enfermedad real) es altamente frecuente.
Es habitual que se de conjuntamente con la fatiga crónica, un síndrome caracterizado por la presencia de una fatiga o cansancio continuada, problemas para dormir y dolores diversos.
Muchas veces estos padecimientos causen de forma secundaria depresión, ansiedad y angustia, conductas evitativas, aislamiento y dificultades sociolaborales que pueden beneficiarse del tratamiento psicológico (además de intentar aproximarse de forma diferente y más positiva al dolor), siendo habitual que las personas afectadas acudan a algún tipo de profesional de la psicología.
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