El mutismo acinético es un síndrome que se caracteriza por una reducción de la frecuencia de movimientos, incluyendo las conductas verbales, asociada a déficits motivacionales que se dan como consecuencia de daños cerebrales.
En este artículo describiremos qué es el mutismo acinético y cuáles son sus síntomas, causas y tipos principales.
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¿Qué es el mutismo acinético?
En el año 1941 Cairns, Oldfield, Pennybacker y Whitteridge describieron el caso de Elsie Nicks, una joven de 14 años con un quiste en el ventrículo lateral derecho. A medida que crecía, la malformación provocaba a Elsie dolores de cabeza cada vez más intensos que llevaron a los médicos a aplicarle un tratamiento con morfina.
La paciente empezó a mostrar signos de apatía junto con deterioros significativos de su capacidad para hablar y para controlar los movimientos. Los síntomas progresaron hasta un estado que Cairns y sus colaboradores bautizaron con el nombre “mutismo acinético”.
Estos autores describieron el trastorno como un estado en el cual la persona permanece inmóvil, si bien puede fijar la mirada en objetos y seguir movimientos. El estatismo afecta también a los movimientos necesarios para el habla y otras vocalizaciones. Si bien en ocasiones se llevan a cabo acciones y se emiten sonidos, estos no suelen ser voluntarios.
Como veremos a continuación, la propuesta del equipo de Cairns ha sido actualizada con el paso de los años y los consiguientes progresos científicos. Hoy en día el término “mutismo acinético” suele usarse para describir cualquier caso que muestre la ausencia de conductas motoras y verbales que le dan nombre, y que pueden consistir también en déficits menos graves.
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Síntomas y signos principales
Cairns et al. (1941) señalaron cinco signos clave para el diagnóstico de mutismo acinético: la presencia de estados de alerta, la capacidad para fijar la mirada en otras personas, la ejecución de movimientos oculares como reacción a estímulos auditivos, las acciones en respuesta a órdenes que se repiten y las dificultades para hablar y comunicarse en general.
No obstante, en la actualidad disponemos de conocimientos más específicos sobre el mutismo acinético. En su revisión sobre la literatura científica relevante, Rodríguez-Bailón et al. (2012) concluyen que la reducción significativa del número de conductas verbales y la capacidad de seguir objetos con la mirada son los dos criterios diagnósticos básicos.
Las autoras de este trabajo destacan la variabilidad de las alteraciones emocionales en estos casos. Así, se han identificado pacientes con deterioros evidentes en la expresión de emociones, pero también otros con signos de desinhibición. Esta diversidad clínica tiene que ver con la localización específica de las lesiones cerebrales causantes del mutismo acinético.
La inmovilidad característica de esta alteración se manifiesta en todas las facetas de la motricidad, de modo que quienes tienen mutismo acinético no pueden hablar, hacer gestos o formar expresiones faciales, o bien sufren serias dificultades para hacerlo. Cuando lo consiguen los movimientos tienden a ser lentos y escasos, y las respuestas monosilábicas.
Las personas con mutismo acinético no se encuentran paralizadas a nivel motor, sino que las alteraciones que lo causan parecen afectar a la voluntad y a la motivación para ejecutar conductas, entre ellas las verbales. Muchos pacientes con este trastorno han referido que notan una resistencia que les impide moverse cuando intentan hacerlo.
Tipos de mutismo acinético y sus causas
Los síntomas y signos de cada caso de mutismo acinético dependen de las regiones cerebrales dañadas por el factor causante del trastorno. A grandes rasgos podemos distinguir dos variantes de mutismo acinético: la frontal y la mesencefálica, que se asocian con lesiones en el lóbulo frontal del cerebro y en el mesencéfalo, respectivamente.
El mutismo acinético frontal se debe con frecuencia a alteraciones en el riego sanguíneo, en concreto en la arteria cerebral anterior. Los trastornos y accidentes cerebrovasculares son las causas más frecuentes de mutismo acinético, si bien también puede aparecer como consecuencia de infecciones, contacto con sustancias tóxicas y enfermedades neurodegenerativas.
Cuando el mutismo acinético surge como consecuencia de lesiones frontales, con frecuencia aparece conjuntamente con signos de desinhibición típicos del síndrome frontal. Así, en estos casos con frecuencia se dan respuestas emocionales impulsivas relacionadas sobre todo con la pasividad.
El mesencéfalo es una estructura subcortical que contiene núcleos cerebrales tan relevantes como los colículos, implicados en la percepción visual y auditiva, y la sustancia negra, fundamental en la producción de dopamina y por tanto en el reforzamiento. Esta clase de mutismo acinético se asocia con hipersomnolencia y déficits motivacionales.
El mutismo acinético también puede estar causado por paros respiratorios (que pueden provocar hipoxia cerebral), traumatismos craneoencefálicos, tumores, meningitis, hidrocefalia, daños en el tálamo, la destrucción del giro cingulado y la enfermedad de Creuztfeldt-Jakob, un trastorno neurodegenerativo causado por infecciones de priones.
Referencias bibliográficas:
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Cairns, H.; Oldfield, R. C.; Pennybacker, J. B. & Whitteridge, D. (1941). Akinetic mutism with an epidermoid cyst of the 3rd ventricle. Brain, 64(4): 273–90.
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Rodríguez-Bailón, M.; Triviño-Mosquera, M.; Ruiz-Pérez, R. & Arnedo-Montoro, M. (2012). Mutismo acinético: revisión, propuesta de protocolo neuropsicológico y aplicación a un caso. Anales de Psicología, 28(3): 834-41.