El cuerpo humano es un organismo complejo capaz de realizar numerosas funciones y procesos. Nuestro sistema nervioso rige el resto de sistemas, permitiendo nuestra supervivencia tanto a la hora de mantener nuestro cuerpo en funcionamiento como a la hora de realizar conductas que permitan adaptarse al medio.
En este último sentido los procesos de orden superior como el razonamiento, la toma de decisiones o la capacidad de planificación y previsión de resultados son elementos fundamentales. Sin embargo, en ocasiones dichos procesos dejan de funcionar correctamente debido a un problema en las conexiones nerviosas que los regulan. Una de las posibles causas es el llamado síndrome disejecutivo.
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Las funciones ejecutivas
Entendemos por funciones ejecutivas al conjunto de procesos y habilidades cognitivas de orden superior que nos permiten integrar las informaciones que recibimos del exterior, gestionar nuestra conducta y en definitiva adaptarnos de manera eficiente al medio, además de ayudar a regular nuestra conducta social y la motivación. Se incluyen aspectos como la inhibición del comportamiento, el razonamiento abstracto, la capacidad de tomar decisiones o de previsión de las consecuencias de nuestros actos.
Estas capacidades y procesos intelectuales son controlados principalmente por la parte más grande y desarrollada de la corteza cerebral: el lóbulo frontal. Es en esta zona, y especialmente en el área conocida como prefrontal, en el que se encuentran las áreas implicadas en el buen funcionamiento de las funciones ejecutivas.
La presencia de lesiones en este área van a provocar la existencia de alteraciones en las funciones ejecutivas, la cual cosa puede tener graves consecuencias de cara al funcionamiento de la persona en todos los ámbitos de la vida.
El síndrome disejecutivo
El denominado síndrome disejecutivo, anteriormente conocido como síndrome frontal, es un conjunto de alteraciones de tipología y gravedad diversos que se dan como consecuencia de la existencia de lesiones en el lóbulo frontal y especialmente en el área prefrontal. Tal y como se puede reflejar por su nombre actual, la principal afectación se da en las funciones ejecutivas, que de manera secundaria pueden provocar alteraciones en otros aspectos como la comunicación o la personalidad.
Los síntomas pueden ser muy variables. En lo que respecta a las principales funciones superiores suele presentarse la disminución de la capacidad de inhibir impulsos, la perseverancia debido a incapacidad para cambiar de conducta y dificultades en general para adaptarse a variaciones del medio. Se vuelven inflexibles y tienden a tener dificultades a la hora de planear, concentrarse, organizar y reorganizar la información y mantener cosas en la memoria. No es raro que tengan pensamientos obsesivos y/o paranoides.
Otro de las aspectos que suele presentar alteraciones severas en el síndrome disejecutivo es la personalidad. El sujeto tiene tendencia a ser mucho más impulsivo e irritable, variar constantemente de estado de ánimo e incluso a resultar más agresivo y a presentar dificultades de ajustar su conducta al contexto. Ello se debe especialmente a alteraciones del prefrontal orbitofrontal, vinculada al comportamiento social.
Por último, la conducta dirigida se vuelve mucho más compleja, debido a que aparecen problemas a la hora de realizar acciones secuenciadas y de iniciar y finalizar acciones. Es común que aparezca cierto nivel de apatía y abulia que deje al sujeto con poca capacidad para planificar y querer hacer algo.
Subdivisiones
El síndrome disejecutivo puede subdividirse en tres síndromes en función de la región del prefrontal que se haya lesionado y el tipo de síntomas que esta lesión provoca.
1. Síndrome dorsolateral
Este síndrome se produce por lesiones en la corteza dorsolateral del prefrontal. Se caracteriza por la presencia de alteraciones en las funciones ejecutivas (es el que más se identifica con la palabra disejecutivo) tales como problemas de memoria, dificultades de razonamiento, toma de decisiones, planificación y análisis, perseveración y falta de concentración. También se producen problemas en la fluidez verbal e incluso en el movimiento. Por último, a nivel comportamental suelen presentar distraibilidad, falta de motivación, apatía y síndromes depresivos.
2. Síndrome orbitofrontal
Este subtipo de síndrome disejecutivo se produce por lesiones en el orbitofrontal. Los síntomas más evidentes tienen que ver con el control de los impulsos, el cambio de personalidad y las dificultades para la gestión del comportamiento social. Suelen ser lábiles, agresivos e irritables, aunque también pueden presentar dependencia y ecosíntomas. Tienden a explorar el entorno de forma táctil. Puede aparecer moria, o estado de humor alegre vacío y sin estimulación interna o externa que la explique. No es raro que aparezcan síntomas obsesivo-compulsivos.
3. Síndrome mesial frontal
Los síntomas más comunes de esta lesión en el circuito mesial son la apatía, la desmotivación y el mutismo acinético, en el que no responde a la estimulación ambiental a pesar de poder hacerlo si así lo quiere.
Afectación en diferentes áreas vitales
Al margen de los síntomas del propio síndrome disejecutivo, este trastorno suele provocar que los diferentes dominios y ámbitos vitales del sujeto que lo padece se resientan sensiblemente. Y es que el síndrome disejecutivo puede suponer la incapacitación del paciente en diferentes aspectos.
A nivel social es probable que su elevada impulsividad o pasividad, y en un posible aumento de la irritabilidad puede provocar que su entorno termine alejándose poco a poco, quedándose el sujeto aislado. Si bien en ocasiones se vuelven más seductores (recordemos que la inhibición se reduce en gran medida), no es infrecuente que les cueste hacer nuevas compañías que vayan más allá de lo superficial y que sean significativas para ellos. Además, pueden surgir problemas de memoria que dificultan el reconocimiento de sus seres queridos.
El ámbito laboral también puede resentirse. No es raro que pierdan el trabajo al manifestar un comportamiento infantil o irresponsable, por no poder planificar y seguir un curso de acción determinado de antemano o bien por no poder adaptarse a los cambios. Tampoco es extraño que dependan de instrucciones ajenas para poder realizar sus funciones.
En lo académico también pueden aparecer problemas, existiendo posibles problemas de aprendizaje derivados de las lesiones y las dificultades para mantener la concentración.
Causas del síndrome
La aparición del síndrome disejecutivo se debe a la presencia de alteraciones o lesiones en el área prefrontal o sus conexiones con el resto del encéfalo. Estas lesiones pueden aparecer por diferentes causas, siendo un ejemplo las siguientes.
1. Laceraciones o traumatismos externos
La vivencia de accidentes, agresiones físicas o caídas son algunas de las causas más evidentes de este trastorno. De hecho el caso más famoso de síndrome frontal o disejecutivo es Phineas Gage, un hombre al que una barra de acero le atravesó el cráneo en una explosión perforando el prefrontal en el proceso y que terminó padeciendo alteraciones severas del comportamiento hasta el final de sus días.
2. Tumores cerebrales
Un tumor cerebral, tanto si se da en el frontal como si se da en otra parte del encéfalo, es capaz de generar un síndrome disejecutivo al provocar que el cerebro se comprima contra el cráneo.
3. Accidente cerebrovascular
Los ictus y derrames cerebrales en el frontal o en las conexiones de éste con el resto del encéfalo pueden provocar el síndrome disejecutivo, al asfixiarse o ahogarse las neuronas del prefrontal encargadas de las funciones ejecutivas.
4. Demencias y enfermedades neurodegenerativas
Es frecuente que en pacientes con demencia puedan observarse los síntomas del síndrome disejecutivo. Esto es debido a que la progresiva muerte neuronal hace que el prefrontal deje de funcionar adecuadamente. Además en este caso los síntomas tienden a ir a peor según se vayan destruyendo más y más neuronas. Destacan enfermedades como las demencias frontales.
Tratamiento
El síndrome disejecutivo o frontal es un problema que puede presentar distintos tratamientos según el tipo de fenómeno que lo causa. No presenta un tratamiento curativo, pero sí se puede trabajar desde una perspectiva multidisciplinar los distintos síntomas.
Generalmente el tratamiento se trata en recuperar en la medida de lo posible las habilidades perdidas, paliar los déficits generados por las lesiones, potenciar las habilidades preservadas y buscar vías alternativas que permitan compensar los posibles déficits que presenten. La estimulación es muy importante, con lo que suele requerirse de terapia ocupacional que permita el ejercicio mental y la recuperación de las funciones. Sin embargo, una hiperestimulación podría resultar contraproducente.
Por otro lado, a nivel farmacológico pueden emplearse diferentes medicamentos que permitan ayudar a superar problemas como la ansiedad, la posible paranoia y obsesividad, la apatía o la depresión.
Referencias bibliográficas:
- Gómez, M. (2009). Síndromes disejecutivos; bases clínica y evaluación.
- Goldberg, E. (2009). El cerebro ejecutivo: lóbulos frontales y mente civilizada. Crítica.
- Jarne, A. y Aliaga, A. (2010). Manual de neuropsicología forense: de la clínica a los tribunales.. Edit. Herder.
- Kandel, E.R.; Schwartz, J.H.; Jessell, T.M. (2001). Principios de Neurociencia. Madrird: MacGrawHill.