En algún momento de nuestras vidas todos o la mayoría de nosotros nos hemos sentido cansados, agotados y saturados. Es probable que en alguna ocasión nuestras fuerzas no dieran para más, y que incluso nos doliera la cabeza ante el cansancio.
Afortunadamente, esta situación ha sido para la mayoría algo temporal y en poco tiempo y tal vez con algo de descanso hemos podido salir de ella. Imaginemos sin embargo que estamos en dicho estado de manera continuada: no tenemos fuerzas para nada, no podemos pensar, nos duele la cabeza y la espalda e incluso no podemos ni siquiera dormir. Eso es lo que les pasa a las personas que padecen neurastenia, un problema del que vamos a hablar a lo largo de este artículo.
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¿Qué es la neurastenia?
El concepto de neurastenia hace referencia a un tipo de trastorno caracterizado por la presencia de un profundo agotamiento y debilidad físico y mental que se produce ante el mínimo esfuerzo. Esta fatiga, que es el síntoma característico y más definitorio de esta alteración, tiende a ir de la mano de una incapacidad para relajarse y de la presencia de otros posibles síntomas.
Entre ellos destacan alteraciones como la presencia de una irritabilidad que suele llevar a conductas querulantes o incluso a una hostilidad directa, pérdida del apetito, problemas para conciliar y mantener el sueño, despersonalización o sensación de extrañeza para consigo mismo.
Resulta habitual que además existan problemas de concentración y enlentecimiento mental, así como ansiedad y preocupaciones múltiples. La neurastenia aparece con una clínica de tipo fundamentalmente depresivo, apareciendo además de lo anterior tristeza, alta emocionalidad, anhedonia o incapacidad para sentir placer, explosiones de llanto y/o ira, pasividad, apatía y en ocasiones desesperanza. La libido suele disminuir en gran medida, y suele observarse una bajada del rendimiento laboral y un incremento del aislamiento.
Síntomas
Es posible que durante este cuadro aparezcan alteraciones a nivel fisiológico, como por ejemplo hipotensión, desmayos, dolores diversos en el organismo (generalmente cefaleas) y problemas gastrointestinales como náuseas, gases y ardores tras comer. También es habitual el estreñimiento, el dolor de espalda y algunos autores incluían una posible hipersensibilidad en el cuero cabelludo entre los posibles síntomas.
Se trata una problemática que como tal resulta más frecuente en hombres adultos de hasta cincuenta años de edad. Sin embargo, cabe remarcar que síndromes médicos como la fibromialgia o la fatiga crónica son herederos de este concepto, y en estos casos resulta más común en mujeres. Actualmente se clasificaría como un tipo de trastorno somatomorfo, ya que el principal síntoma es el gran cansancio y baja energía física que mantienen quienes lo sufren.
Un concepto actualmente en desuso
Este concepto está actualmente en desuso y en la actualidad es más habitual que se hable de él como síntoma que como trastorno en sí, dado que el conjunto de síntomas que implica suelen poder incluirse en otros trastornos. Sin embargo también el término neurastenia tiene su historia, y en su momento fue considerado uno de los principales tipos de trastornos de tipo neurótico.
Sería en 1880 cuando el neurólogo americano George Miller Beard describiría el síndrome de neurastenia a nivel clínico (si bien el concepto ya existía anteriormente) como una debilidad irritante de causas probablemente funcionales.
Además de por este autor la neurastenia sería acogida e investigada por corrientes como el psicoanálisis. Freud llegaría a incluirla entre las dos principales neurosis reales, junto a la de angustia. Se consideró durante esa época una de las principales categorías diagnósticas, siendo la etiqueta que por aquel entonces identificaba a la depresión.
Con el paso del tiempo sin embargo el concepto fue poco a poco perdiendo popularidad, hasta el punto de que en el DSM-II desapareció del conjunto de trastornos en él identificados. Pese a ello, aún hoy algunos manuales diagnósticas altamente populares como la CIE-10 la incluyen.
Causas
Las causas de la neurastenia pueden ser múltiples, y diferentes teorías tienen distintas hipótesis al respecto. Por lo general se considera que tiene un origen psicógeno y funcional, vinculado a la vivencia continuada de una situación de sufrimiento, malestar y/o estrés desgastante para el sujeto.
En sus inicios se consideraba producto del agotamiento generado debido a la elevada demanda social, y con el tiempo se ha añadido a dicha consideración la idea de que uno de los factores que generan su aparición es la presencia de conflictos a nivel afectivo. En este sentido la neurastenia puede darse en el contexto de una depresión o de un trastorno vinculado a la ansiedad (incluyendo también trastornos de tipo obsesivo).
Asimismo, también se han identificado cuadros de neurastenia que aparecen en un contexto de enfermedad médica, como por ejemplo ante determinadas infecciones, intoxicaciones medicamentosas o con productos tóxicos, enfermedades neurológicas y algunos tumores. Disfunciones en los sistemas inmunitarios o a nivel hormonal o metabólico, como el hiper/hipotiroidismo o la diabetes, también pueden ser contextos en los que se de la neurastenia. Por último el hambre extrema, la anemia o la ausencia de suficiente descanso en el día a día son otros posibles motivantes.
Tratamiento
El tratamiento de la neurastenia depende en gran medida de las causas que pueda tener su aparición. En el caso de aquellos cuadros que aparecen por causas médicas/biológicas, el tratamiento de esta condición dependerá en gran medida de la enfermedad que la genera: tratar su origen permitirá mejorar el estado de la persona.
Además de ello, desde el ámbito de la farmacología las persona con neurastenia pueden beneficiarse del uso de benzodiacepinas y/o antidepresivos que les ayuden a disminuir su nivel de malestar de tal manera que se facilite la realización de cambios comportamentales a nivel psicológico pueden trabajarse creencias, expectativas y autoexigencias que la persona pueda estar manteniendo, con estrategias como la reestructuración cognitiva para modificarlas.
También puede ser de utilidad el entrenamiento en gestión del estrés y la práctica de actividades agradables y de técnicas de relajación, así como trabajar motivaciones vitales.
Referencias bibliográficas:
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Arias Parra, G. (1957). Concepto actual de la neurastenia. Conferencia pronunciada en “Seminario Médico”. Jaén, España.
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Beard, G.M. (1889). A Practical Treatise on Nervous Exhaustion (Neurasthenia). Its Symptoms, Nature, Sequences, Treatment. Nueva York: E. B. Treat.
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Martínez Jiménez, M. (2017). Neurastenia y fibromialgia: el enlace entre el sistema nervioso y la cultura en entidades clínicas complejas. En-claves del pensamiento, 11 (22). México.