Es posible que te haya pasado: sabes que ciertas experiencias de tu pasado te afectaron, pero, aun así, no consigues dejar atrás sus efectos. Puedes haber hablado de ello, haberlo analizado mil veces o incluso pensar que ya lo superaste. Y, sin embargo, algo sigue ahí. Puede que se manifieste en forma de ansiedad, inseguridad, dificultades en tus relaciones o una sensación constante de estar en alerta sin saber exactamente por qué.
Esto no es casualidad. Lo que vivimos nos deja una huella no solo en nuestra memoria, sino en nuestro cuerpo y en nuestra forma de reaccionar ante la vida. Y cuando esas experiencias han sido difíciles o traumáticas, a veces no basta con entenderlas: necesitamos procesarlas de una manera más profunda para que dejen de condicionarnos.
Empieza hoy tu viaje de bienestar
Accede a una amplia red de psicólogos calificados. Empatía y experiencia a tu servicio.


¿Por qué recordar no siempre es suficiente para sanar?
Cuando vivimos una experiencia que nos desborda emocionalmente, nuestro cerebro hace lo que puede para protegernos. A veces, eso significa almacenar la información de forma desorganizada, fragmentada o incluso inaccesible. No es que olvidemos lo que pasó, sino que la emoción ligada a esa experiencia sigue viva en el cuerpo, sin haber sido procesada del todo.
Por eso, aunque pensemos que algo "ya pasó", si no ha sido integrado correctamente, es posible que sigamos reaccionando como si estuviera ocurriendo en el presente. Esto se traduce en respuestas emocionales intensas, dificultad para gestionar ciertas situaciones o la sensación de estar atrapados en patrones que se repiten sin saber por qué.
El papel de la regulación emocional en la recuperación del trauma
Una de las claves para sanar estas experiencias es aprender a regular nuestras emociones de una manera más saludable. Cuando el trauma deja su huella, el sistema nervioso puede quedar en un estado de hipervigilancia (alerta constante) o, por el contrario, en una especie de desconexión emocional. En ambos casos, las emociones se sienten fuera de control: o demasiado intensas o completamente bloqueadas.
La terapia EMDR no solo ayuda a procesar los recuerdos traumáticos, sino que también trabaja en la regulación emocional, permitiendo que las respuestas automáticas de nuestro cuerpo se equilibren. Esto significa que dejamos de reaccionar desde la herida y empezamos a responder desde un lugar más consciente y seguro.
¿Cómo ayuda el EMDR?
EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) es una terapia basada en la capacidad natural del cerebro para procesar y digerir experiencias. Mediante un protocolo estructurado y el uso de estimulación bilateral (movimientos oculares, sonidos alternos o toques), se facilita que la mente reorganice la información de una manera más saludable. Esto permite que los recuerdos dolorosos pierdan su carga emocional negativa y que el cuerpo deje de reaccionar como si el peligro siguiera presente. Con el tiempo, el pasado deja de ser una carga y empezamos a sentirnos más en calma, más seguros en nosotros mismos y más capaces de manejar nuestras emociones.
¿Qué problemáticas se pueden trabajar con EMDR?
La terapia EMDR ha demostrado ser eficaz en una amplia variedad de situaciones, incluyendo:
- Traumas y eventos impactantes (accidentes, pérdidas, violencia, abusos).
- Ansiedad y estrés postraumático (sensación de alerta constante, ataques de pánico).
- Inseguridad y baja autoestima (creencias negativas sobre uno mismo).
- Relaciones difíciles y patrones repetitivos (dependencia emocional, miedo al abandono).
- Fobias y miedos irracionales (miedo a volar, a ciertos espacios o situaciones).
- Duelos bloqueados y pérdidas significativas (no poder avanzar tras una pérdida).
- Dolor crónico y síntomas psicosomáticos (migrañas, fatiga, tensión corporal).
- Dificultades sexuales.
- Estrés y bloqueos emocionales que limitan el día a día.

Esther Jiménez García
Esther Jiménez García
Psicóloga Sanitaria, Terapia Individual Y Pareja, EMDR
Un proceso para recuperar tu bienestar
Sanar el pasado no significa olvidarlo ni hacer que desaparezca, sino integrar lo vivido de una manera que nos permita seguir adelante sin que nos pese. La terapia EMDR, combinada con estrategias de regulación emocional, puede ser una herramienta clave para encontrar un equilibrio emocional más sólido y seguro.
Si sientes que hay experiencias que siguen afectando tu presente y quieres explorar cómo trabajarlas, en SAFE Psicología podemos acompañarte en este proceso. Nuestro equipo especializado en trauma y EMDR te ayudará a encontrar el camino hacia el bienestar. Ponte en contacto con nosotras y te contamos cómo podemos ayudarte.


Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad