El sufrimiento, por muy desagradable y doloroso que pueda ser, es parte de la existencia humana. Es algo que, como la vida y la muerte o el amor y el odio, está presente en mayor o menor medida en cada uno de nosotros.
En caso de que se sufra demasiado es lógico y totalmente indicado que cada uno busque métodos para reducir este sentimiento, sin embargo, a veces sucede que cuanto más se intenta evitar el dolor más se piensa en él y, como efecto colateral, más se sufre.
Esto puede ser un signo de que se está sufriendo el trastorno de la evitación experiencial, una condición psicológica en la que todos los intentos por evitar lo que produce una sensación aversiva implican, irónicamente, que más se piense en ella. Veamos con mayor detalle sus características y qué terapias se utilizan para tratarlo.
- Artículo relacionado: "Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): principios y características"
¿Qué es el trastorno de la evitación experiencial?
El trastorno de la evitación experiencial es un trastorno en el que la persona evita o escapa de una experiencia aversiva. No se aceptan las sensaciones, emociones o pensamientos negativos, centrando todas las fuerzas en huir de ellos, pero sin permitirse el seguir disfrutando de la vida porque todavía no se ha logrado eliminar las experiencias aversivas.
Entre las personas que lo padecen es muy frecuente escuchar frases como ‘necesito estar bien para poder hacer cosas’, ‘no puedo trabajar bien si no estoy feliz’ o ‘no puedo disfrutar haciendo ejercicio mientras piense en lo malo’. Esto es una muestra de cómo la persona siente un gran malestar debido a su rumiación y, además, no es capaz de obtener sensaciones placenteras porque no permite que ocurran o no va en su búsqueda.
El trastorno es de naturaleza verbal, es decir, está determinado por la disposición verbal de la persona a clasificar aquello visto como bueno o como malo, a partir de los eventos privados, con características tanto físicas como verbales, además de valoraciones negativas, respuestas ante eventos y sus vivencias vitales.
Los problemas relacionados con la evitación experiencial pueden aparecer cuando se empieza a actuar de forma rígida para eliminar o evitar la experiencia interna, siendo un factor muy presente en la forma en cómo se comporta la persona. Esto, al principio se hará de forma consciente pero, cuando ya haya pasado un cierto tiempo, la persona incorporará en su repertorio de conductas esta evitación, la cual se volverá en algo automático.
Los esfuerzos por evitar la sensación desagradable interfieren en las respuestas emocionales, además de poner en peligro aspectos considerados importantes y placenteros para la persona, como sus aficiones, relaciones personales, trabajo y demás.
¿Es siempre mala la evitación? Características del trastorno
En resumidas cuentas, la evitación experiencial consiste en tratar de evitar pensamientos, sensaciones y emociones desagradables, con la intención de no experimentarlos. No obstante, esto no debe entenderse como que evitar algo desagradable sea necesariamente un trastorno psicológico. El ser humano evita constantemente fenómenos que no le son agradables, y habitualmente es algo positivo.
El evitar algo que pueda llegar a ser perjudicial es, en verdad, un recurso adaptativo, dado que se huye de algo que puede dañar la integridad física o mental de la persona. Por ejemplo, estando en el campo, si se ve a una abeja revolotear cerca de donde nos encontramos, está bien alejarse un poco porque, aunque no haya mostrado intención de atacarnos, tampoco queremos que acabe haciéndolo.
Sin embargo, la evitación se vuelve en un problema si, al hacerlo, supone un gran coste para la persona, tanto en cuanto a su estado anímico como en su bienestar físico. Es posible que, para evitar la sensación desagradable, se lleven a cabo conductas que satisfacen a corto plazo, pero que a largo suponen un perjuicio. Esto se puede resumir en una sencilla fórmula: la evitación es algo malo cuando el daño de evitar es mayor que el daño que es evitado.
Síntomas
Los criterios diagnósticos propuestos para este trastorno son los siguientes:
- Constantes sentimientos que giran en torno encontrarse mal.
- La mente se obsesiona con hacer frente al malestar.
- Grandes esfuerzos por controlar sensaciones, emociones y pensamientos negativos.
- Creencia rígida de que no se puede disfrutar sin eliminar antes todo el malestar.
- Esperar a estar bien para desenvolverse plenamente como persona.
Pongamos el caso de una persona que acaba de sufrir la pérdida de un ser querido. Lo normal es pasar por la fase de duelo, que es triste e indeseable, pero totalmente normal después del fallecimiento de alguien al que se ha querido. En este caso, la persona estaría mostrando conductas relacionadas con la evitación experiencial si en vez de aceptar la situación o buscar ayuda psicológica para superar el proceso, consumiera alcohol para evadirse de la realidad. Está corriendo el riesgo de convertirse en una persona alcohólica.
- Quizás te interese: "El duelo: afrontando la pérdida de un ser querido"
Posibles causas
La principal causa que se ha hipotetizado para explicar este poco conocido trastorno está relacionada con la personalidad de quien lo sufre. Se ha sugerido que el origen de la evitación experiencial es la inflexibilidad psicológica a la hora de manejar el propio malestar vivido, tanto tratando de escapar de él como evitándolo.
Al no ser capaz de adaptarse al hecho de que el sufrimiento va a estar ahí, y teniendo la idea rígida de que para disfrutar primero es necesario eliminar toda sensación desagradable, la vida de la persona vida gira en torno a la evitación.
El individuo se cierra en banda ante la experiencia de emociones, sensaciones y pensamientos dolorosos y no es capaz de continuar con sus tareas diarias ni sus aficiones. El seguir pensando en lo malo y no buscar experiencias buenas hace que se entre en un bucle cada vez más dañino. Si se sufre de depresión o de ansiedad, esto todavía es peor.
- Quizás te interese: "Rumiación: el molesto círculo vicioso del pensamiento"
Consecuencias de la evitación experiencial
Como ya íbamos diciendo, si la persona quien padece este trastorno sufre, además, de otra condición psicológica negativa, como son la ansiedad y la depresión, la situación puede ser especialmente grave.
Los trastornos cuyos síntomas son estos problemas psicológicos deben ser tratados de forma profesional. Si la persona quien los está padeciendo está llevando a cabo estrategias eficientes para incrementar su bienestar, eso es algo positivo y totalmente adecuado. En la medida en que se pueda, los trastornos del estado anímico y de la ansiedad se pueden superar.
No obstante, durante el proceso de recuperación, la persona debe ser consciente de que sufrirá un cierto grado de malestar, y debe aceptarlo mientras se está llevando a cabo la terapia. El esperar a que todo el malestar se vaya para empezar a hacer conductas beneficiosas a nivel emocional, como son las aficiones, es un problema que dificulta que la terapia puede continuar, al no haber refuerzos positivos que hagan que la persona esté cada vez más motivada y vaya superando sus problemas psicológicos.
No aceptar el malestar de estos problemas, evitándolos o escapando de ellos, implica las siguientes situaciones:
- Intentar controlar el malestar, lo cual hace que se sea más consciente de ello y, a su vez, incremente.
- El día a día se vuelve en una constante lucha contra ese malestar, quitándole importancia a reforzadores o sensaciones agradables.
Estas dos conductas evitativas tienen, a su vez, varias implicaciones a nivel social en la vida de la persona. La persona va aislándose progresivamente de su círculo de amistades e incluso familia. Se espera estar bien para ir al cine, al gimnasio, retomar los estudios, ir al trabajo… Esto puede estirarse durante mucho tiempo, llegando hasta ser meses y años.
Tratamiento: Terapia de Aceptación y Compromiso
Como ya comentábamos, el sufrimiento es parte de la vida de cualquier persona y, aunque siempre es preferible buscar la forma para reducir o eliminar la causa de ese malestar, a veces esta opción no es posible. Hay ciertos pensamientos, sensaciones y emociones que no pueden simplemente dejar de existir y, por lo tanto, buscar formas para hacer que se dejen de sentir es algo imposible.
Lo mejor en estos casos es aceptar que se van a vivir estas experiencias, por muy desagradables que resulten ser. El centrarse en eliminarlas puede suponer un gasto enorme de energía y que se les dé demasiada atención, dificultando el camino hacia un objetivo vital una sensación placentera para la persona.
Desde la Terapia de Aceptación y Compromiso se busca hacerque la persona sea consciente de que efectivamente sufre un cierto malestar, pero que debe aceptarlo, no huir de él. Hay aspectos en la vida que no van a desaparecer y que esperar a que se solucionen o huir de ellos no son buenas estrategias si suponen un perjuicio para la vida en general de la persona.
Los terapeutas utilizan diferentes estrategias para tratar la sintomatología asociada al trastorno de la evitación experiencial, como son el Mindfulness, las metáforas terapéuticas y la de-fusión cognitiva. Además, también se centra el foco de acción terapéutica en la restauración de los aspectos más importantes para la persona, como lo son sus aficiones, vida laboral, académica, social y familiar.
Se pretende conseguir que deje de luchar contra su malestar y, en cambio, se centre en llevar a cabo acciones que implican verdadero bienestar, que harán que tenga cada vez más una vida más rica en experiencias agradables y que llegue a aceptar que estar mal no significa no poder disfrutar.
Un reflexión final
En las sociedades desarrolladas, especialmente en el mundo occidental, se ha promovido la filosofía de estar bien siempre, de disfrutar de toda actividad, tanto de ocio como el trabajo. No se nos permite sentirnos mal, y cualquier sensación negativa es vista como símbolo de debilidad o como motivo de gran preocupación. Estar triste, llorar, vivir momentos desagradables son partes indudables de la vida, pero parece ser que experimentarlos es algo que está casi prohibido y quien las vive lucha para que nadie se dé cuenta.
Sentirse bien se ha vuelto en un aspecto fundamental en el modelo de persona exitosa que se ha tratado de imponer tanto por los medios de comunicación como ya por entornos más personales, como la familia o la escuela. Estas siempre feliz es visto como algo que es sinónimo de ser una persona plenamente adaptada, pese a que esta creencia está totalmente equivocada.
La eutimia, es decir, el vivir todo tipo de sentimientos dentro de unos límites considerados sanos, es un mecanismo evolutivo, que permite la supervivencia de la persona además de su adaptación en términos sociales. Hay días que nos sentimos bien, y otros no tanto. Los días en los que se está triste se está así por algún motivo que, si se piensa, permite aprender de nuestros errores o en base a alguna situación que no nos ha gustado. Vivimos el momento, y nos permite seguir viviendo.
Si nos obsesionamos con estar perfectamente felices, centrándonos en evitar la sensación o el pensamiento negativo y dejando para luego experiencias agradables que podríamos estar haciendo ahora mismo, ¿no es como si en realidad nos estuviéramos saboteando nuestra propia felicidad?
Referencias bibliográficas:
- Luoma, J. B., Hayes, S. C., & Walser, R. D. (2007). Learning ACT: An acceptance and commitment therapy skills-training manual for therapists. Oakland, CA, US: New Harbinger Publications.
- Hayes, Steven C.; Spencer Smith (2005). Get Out of Your Mind and Into Your Life: The New Acceptance and Commitment Therapy. New Harbinger Publications