Mucha gente relaciona a la criptozoología con un ámbito de entretenimiento que va desde las películas de ficción a los programas de “misterios”, pasando por historias de terror contadas ante la hoguera de un campamento. Sin embargo, una cosa no tiene que ver con la otra.
Es perfectamente posible disfrutar de ciertas historias de terror o sumergirse en mundos mitológicos sin querer tener nada que ver con la criptozoología, ya que esta última no es una forma de entretenimiento. De hecho, sus defensores creen que esta es, sobre todo, una forma de obtener información valiosa sobre el mundo en el que vivimos; es decir, que su objetivo sería de tipo intelectual, y no de disfrute personal. Pero… ¿realmente tiene la criptozoología capacidad para generar conocimiento valioso? Aquí veremos por qué la respuesta a esta pregunta es un claro No.
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¿Qué es la criptozoología?
A la hora de definir el significado del término “criptozoología", nos podemos centrar en su etimología, que en este caso pasa por ver qué significan las palabras en griego antiguo que lo componen: cryptos, zoos y logos.
Partiendo de esa base, la criptozoología puede ser entendida como el estudio de animales hipotéticos que permanecen ocultos, es decir, criaturas de las que solo conoceríamos indicios y cuya existencia aún no habría sido incorporada plenamente al conocimiento científico. Estas criaturas suelen ser llamadas críptidos, y en la mayoría de los casos son caracterizadas como seres que por el momento tan solo forman parte del conocimiento popular.
Dicho de otro modo, los críptidos, por definición, no han sido aceptados por la comunidad científica como entidades existentes materialmente al margen de leyendas ideas de origen mitológico o anécdotas magnificadas y exageradas por medios de comunicación. Si nos ponemos filosóficos, se podría decir que el estatus ontológico de esos animales es el propio de aquello que estudian las ciencias sociales y las humanidades, en tanto que invenciones del ser humano plasmadas en cuentos, pinturas, piezas de música, o incluso historias de tipo creepypasta.
Ahora bien, los defensores de la criptozoología creen que los críptidos sí existen más allá del mundo de los constructos sociales, es decir, otorgan a los críptidos un estatus ontológico material fuera del lenguaje, del arte y de los símbolos. Además, señalan que si su existencia no es aceptada por la comunidad científica no es por la imposibilidad de que eso ocurra (al ser únicamente seres de leyenda), sino a causa de supuestas limitaciones en los métodos de investigación utilizados.
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Ejemplos de críptidos
Algunos de los críptidos más famosos son:
- El Yeti
- El mono marino de Steller
- El Bigfoot, Sasquatch o Skunk Ape (esta última denominación es usada solo en Florida)
- El Monstruo del lago Ness
- El Chupacabras
- El Oso Nandi
¿Es la criptozoología una ciencia?
La criptozoología no es una ciencia; en la mayoría de los casos, lo que hay tras ella es pseudociencia, e incluso en casos extremos se podría hablar incluso de paraciencia, tal y como veremos.
Ahora bien, esto no significa que los críptidos sean descritos como entidades con poderes mágicos o propiedades que rompen con las leyes naturales. En muchos casos, esos hipotéticos animales tienen el aspecto de seres vivos que podrían existir y que no son muy diferentes de otras criaturas bien conocidas por la zoología. Lo que hace que la criptozoología no sea una ciencia no está tanto en las características atribuidas a los críptidos, sino en su manera de investigar y de concebir la creación de conocimiento en general. Aquí haremos un repaso de estas críticas.
En primer lugar, la criptozoología da una gran importancia a las descripciones de los críptidos tal y como son transmitidas a través de la cultura popular, es decir, que se le da mucho valor a las evidencias anecdóticas y a los testimonios de personas que afirman haber visto a esos animales, sin adoptar siempre un punto de vista crítico y plantearse condicionantes psicológicos y sociales que pueden influir en su versión: sugestión, modificación de recuerdos, ganas de tener notoriedad en medios de comunicación, etc.
La principal materia prima de la criptozoología son las anécdotas que han sido transmitidas a través del boca-oreja o han trascendido a los medios de comunicación sin aportar pruebas concluyentes de la existencia de esas criaturas. Los supuestos indicios materiales de la existencia de los críptidos, como por ejemplo unas huellas extrañas en la nieve o una fotografía borrosa, son tomadas como complementos de esas narraciones, elementos que las pueden reforzar, pero no como elementos que puedan estar en igualdad de condiciones al lado de las historias y leyendas.
Es decir, que se asume que quien ha experimentado esos avistamientos, por el hecho de decir que ha visto un críptido, tiene una información más valiosa de la que podrá alcanzar otra persona, a pesar de que eso no tiene por qué ser así, dado que en caso de existir, esos críptidos dejarían indicios más allá de esos avistamientos.
En segundo lugar, la criptozoología manipula la teoría para que lo empírico pueda ser integrado en ella. Esto implica pasar por alto que la ciencia no solo consiste en acumular conocimiento empírico, sino que este debe poder generar hipótesis fértiles dado un grado de desarrollo científico y tecnológico dado, y debe dar lugar a ideas que no entren en contradicción entre sí ni con las que llegan de otras disciplinas científicas.
Por ejemplo, la idea de que en el Lago Ness hay uno o varios reptiles gigantes del estilo de los plesiosaurios entra en conflicto con varios elementos de conocimiento científico: que los animales muy grandes necesitan de grandes áreas para vivir y perpetuarse como especie, que no existe ningún fósil de plesiousaurio posterior a la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno (hace 66 millones de años), que los reptiles acuáticos necesitan salir a la superficie a respirar varias veces al día, etc.
En tercer lugar, la criptozoología no tiene mecanismos para desprenderse de hipótesis dándolas por no válidas a causa de la falta de evidencia concluyente. No hay que olvidar que el hecho de no demostrar una hipótesis después de ponerla a prueba tras una o varias investigaciones también aporta conocimiento científicamente relevante; pero como una de las características de los críptidos es que “permanecen ocultos”, la criptozoología se inventa argumentos ad hoc para justificar que aún no hayan sido descubiertos, aunque eso implique pasar por alto la navaja de Ockham y plantee muchos más interrogantes de los que supuestamente resuelve.
Por ejemplo, la idea de que una especie de primates de gran tamaño similares a los gorilas habita en los bosques de Norteamérica entra en conflicto con el hecho de que esa zona del continente americano está poblada por más de 300 millones de personas, muchas de las cuales llevan consigo smartphones con cámara, y que los bosques están llenos de cámaras de fototrampeo que filman automáticamente al detectar movimiento.
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¿Y los casos de paraciencia?
En ciertos casos, la criptozoología ni siquiera trata de parecerse a las ciencias. Por ejemplo, cuando en sus explicaciones se incluyen teorías de la conspiración que retratan a “los científicos” como una élite que intenta “ocultar la verdad” de una manera deliberada. En estos casos, podemos decir que pasa a ser una paraciencia, al desprenderse de la pretensión de consolidarse como ciencia.
Algo similar ocurre en aquellos casos en los que los críptidos supuestamente investigados tienen poderes mágicos o desafían las leyes de la naturaleza. Sin embargo, es debatible que estas criaturas puedan ser consideradas animales, ya que este concepto, el de “animal” ha pasado a formar parte de la síntesis evolutiva moderna, y eso implica aceptar que están sujetos a los principios de la evolución biológica y que tienen un origen común con el resto de representantes de ese taxón. Por eso, desde otro punto de vista, se podría decir que la criptozoología, por definición, solo puede hablar de supuestos animales, y no de entidades sobrenaturales.
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¿Significa eso que la búsqueda de nuevas especies animales es criptozoología?
Ni mucho menos. Es perfectamente válido prestar atención a los testimonios de personas que afirman haber visto animales que no han sido descritos antes por la zoología; de hecho, así fueron descubiertas algunas especies como por ejemplo los gorilas.
Sin embargo, esta información debe ser analizada críticamente a la luz del resto de conocimiento del que ya se dispone. No es lo mismo asumir que pueden existir gigantes en la Roma del siglo I a.C. que en la actualidad, y la criptozoología no podía existir allí donde la zoología aún no existía como tal.