La novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez ‘Gabo’ (1927-2014), se convirtió en un hito del realismo mágico el mismo año de su publicación, 1967. Para muchos críticos, se trata de la obra maestra del género, y su autor, uno de los escritores más reconocidos del realismo mágico, junto con la chilena Isabel Allende (n. 1942).
Pero ¿qué es el realismo mágico? Como suele suceder, la definición se resiste. ¿Se trata de un género literario, realmente? ¿O es, más bien (y como muchos críticos sostienen) simplemente un estilo, una manera de narrar? ¿Surgió con Gabo, o ya existía antes? ¿Es solamente una corriente literaria, o puede ampliarse su repercusión a otras artes?
En el artículo de hoy te hablamos de esta corriente literaria y artística que convierte lo fantástico en cotidianidad: el realismo mágico.
¿Qué es el realismo mágico?
No, el realismo mágico no empezó con Gabriel G. Márquez ni con Isabel Allende, ni con ningún otro de los autores latinoamericanos que lo cultivaron. De hecho, la conexión de esta manera de narrar y las vanguardias es más que evidente; en concreto, con el surrealismo, puesto que ambas trascienden la realidad cotidiana y la salpican de hechos a menudo poco creíbles o directamente fantásticos.
El mismo nombre lo indica. Realismo, es decir, la realidad circundante; mágico, más allá de lo real. La primera vez que se utilizó la expresión fue en el año 1925. En concreto, la usó el crítico de arte Franz Roh (1890-1965) para describir una pintura que poseía una “realidad alterada”, en conexión con las vanguardias del momento. Es decir, que, en un principio, la expresión “realismo mágico” se aplicó en exclusiva a la pintura.
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Arturo Uslas Pietri y el término de “realismo mágico”
Fue precisamente la traducción al español del ensayo de Roh (realizado, por cierto, por José Ortega y Gasset) la que catapultó el término en el mundo hispano y lo vinculó para siempre al movimiento literario nacido hacia la década de 1950 y protagonizado, entre otros, por García Márquez. En 1948, el escritor venezolano Arturo Uslas Pietri (1906-2001) acuñó definitivamente el término y lo utilizó en su escrito Letras y hombres de Venezuela. De hecho, fue Pietri uno de los primeros en crear una novela de realismo mágico, la famosa Las lanzas coloradas, publicada en 1931, varios años antes de que él mismo consolidase el término.
En su citado ensayo Letras y hombres de Venezuela, Pietri menciona que el ser humano es un “misterio en medio de datos realistas”. Toda una declaración de intenciones y un excelente resumen de lo que será la actividad literaria de la segunda mitad del siglo XX, especialmente en Latinoamérica y, sobre todo, tras el denominado boom latinoamericano de 1960.
Realismo mágico: ¿solo literatura?
A pesar de que el ámbito que más se conoce del realismo mágico es el literario, no es justo pensar que esta corriente se circunscriba solo a las letras. Ya hemos comentado que el auténtico introductor del término fue el alemán Franz Roh que, en 1925, lo utilizó para describir una pintura que seguía las directrices vanguardistas y presentaba una “realidad alterada”.
La Alemania de entreguerras y la “Nueva Objetividad”
En realidad, lo que trataba de describir Roh era la pintura que se estaba realizando en la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial y anterior al nazismo, que él mismo denominó “postexpresionista” en su obra Realismo Mágico, postexpresionismo. Problemas de la pintura más reciente. Lo que Franz Roh trataba de reseñar con tanto ahínco fue llamado más tarde “Nueva Objetividad alemana”.
En esta Nueva Objetividad alemana (frecuentemente incluida dentro del expresionismo alemán, gran cajón de sastre que aglutina muchos de los mejores pintores del momento) estaba formada por artistas como Otto Dix (1891-1969) o George Grosz (1893-1959) que formaban, desde la perspectiva de Roh, el bando “realista” de la Nueva Objetividad. Este bando realista plasmaba en el lienzo una sátira ácida de la sociedad alemana nacida tras la Gran Guerra.
Por otro lado, existían los que Roh bautizó como los “mágico-realistas”, entre los que se encontraban Alexander Kanoldt (1881-1939) o Georg Schrimpf (1889-1938) que, influenciados por la pintura metafísica de Giorgio de Chirico (1888-1978) y la pintura naïf de Henri Rousseau (1844-1910), realizaban obras con un fuerte contenido fantástico e irreal.
Las dos vertientes constituían, en realidad, dos maneras diferentes de escapar de lo mismo: un mundo de entreguerras descorazonado y oscuro, donde algunos, como Dix y Grosz, utilizaron la crítica mordaz y grotesca para sobrevivir a la desazón, y otros, como Kanoldt, Schrimpf o, más tarde, Marc Chagall (1887-1985), se inclinaron por el escape a mundos prácticamente oníricos.
Es en esta línea de pintura donde podemos incluir, por ejemplo, a Frida Kahlo (1907-1954), una de las mayores representantes del realismo mágico en pintura, aunque a menudo su obra se haya tildado de “surrealista”. Precisamente, ¿cuál es la diferencia entre el realismo mágico y el surrealismo?
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Realismo mágico y surrealismo: parecidos, pero diferentes
A menudo se ha relacionado el realismo mágico con el surrealismo. De hecho, ambas corrientes son hijas de un mismo contexto de vanguardia, y ambas proponen soluciones ajenas a la realidad. Sin embargo, no representan lo mismo.
La principal diferencia es que, en el realismo mágico, la realidad no se pierde de vista. Aunque se incluyen elementos mágicos, irreales y oníricos, siempre queda esa base de realismo que constituye un marco que circunscribe las escenas y los hechos. En el realismo mágico, los acontecimientos irreales se perciben como una parte natural del mundo.
En cambio, el surrealismo explora el terreno del inconsciente y, por tanto, de los sueños. No hay ninguna realidad tangible y “consoladora”; todo se deja en manos de los deseos y los miedos más ocultos. A pesar de todo, como podemos ver, la línea que separa ambas corrientes es más que fina.
El realismo mágico en la literatura
Aunque las fronteras del realismo mágico van más allá de las letras, lo más conocido de esta corriente es su literatura. Los escritores que más lo cultivaron fueron los jóvenes latinoamericanos que empezaron su actividad literaria en la década de 1960, lo que se ha venido a denominar boom latinoamericano. Los ya citados Gabriel García Márquez e Isabel Allende serían los mayores exponentes del movimiento, con Cien años de soledad y La casa de los espíritus, respectivamente, pero es importante también citar nombres tan significativos como Juan Rulfo (1917-1986), con su Pedro Páramo y Elena Garro (1916-1998) con Los recuerdos del porvenir.
¿Qué características tiene el realismo mágico literario?
El realismo mágico literario posee una serie de características muy significativas que lo transforman en una corriente fácil de reconocer. Bien sea un movimiento literario, bien sea “solo” un estilo, el realismo literario tiene las siguientes características:
1. Introducción de fantasía en la cotidianidad
Se trata, probablemente, de la característica más definitoria. El realismo mágico introduce elementos mágicos y fantasiosos en la cotidianidad de los personajes; sin embargo, no se trata de relatos fantásticos o de ciencia ficción. La principal diferencia es que, en las historias vinculadas al realismo mágico, los personajes perciben la fantasía como algo natural, algo perfectamente habitual en su día a día.
2. La fantasía no está justificada
También a diferencia de los relatos de fantasía, esta magia cotidiana no está justificada. No hay nada que desencadene los sucesos fantásticos; simplemente, están adscritos a la cotidianidad de la historia y de los personajes. El lector no encontrará nunca una explicación al respecto.
3. Tiempo no lineal
En general, en las historias de realismo mágico el tiempo no es lineal; avanza y retrocede a capricho del autor y el lector no siempre encuentra justificación ni aclaración.
4. Marco alejado del mundo
Es frecuente en las novelas y cuentos de realismo mágico que la acción suceda en un lugar remoto y apartado y, muy a menudo, increíblemente pobre. Es el caso del Macondo de García Márquez, inspirado en su pueblo natal, Aracateca (Colombia), o Comala, que aparece en Pedro Páramo de Juan Rulfo.
###5. Crítica social Por último, en los relatos de realismo mágico se suelen encontrar ácidas críticas a la sociedad del momento. La fantasía recurrente y el marco remoto no son obstáculo para que el autor realice una sátira sobre los aspectos denunciables de su mundo.
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