¿Cómo nos limitan las Expectativas de Género?

Las expectativas de género tiñen todas nuestras actitudes con una sensación de falsa libertad.

¿Cómo nos limitan las Expectativas de Género?

Mediante pasa el tiempo, afortunadamente, empezamos a tomar conciencia de todos aquellos comportamientos que tienen una base o raíz ancladas en el pasado y en la construcción social de roles que deben quedar en el olvido. Este es el caso de todas las actitudes que reproducen las expectativas y roles de género, como respuestas interiorizadas y que replican la asimetría de poder entre hombres y mujeres.

Haciendo un rápido repaso conceptual, las expectativas de género hacen referencia a todo el amasijo de actitudes, creencias y comportamientos que se han relacionado y construido en base a un género concreto; ya sea masculino o femenino. Básicamente, hacen referencia a todo lo que se espera y se entiende como aceptable para hombres y mujeres. Es importante recalcar la heteronormatividad de este concepto, que ya en sí mismo excluye las realidades diferentes a la cisgénero y al binarismo de género.

Así nos limitan las expectativas de género

Las expectativas de género guían, por ejemplo, a las mujeres a tomar roles relacionados con el cuidado y la emocionalidad, dando por otra parte a los hombres una mayor fortaleza y desinhibición emocional. Podríamos decir que son estas expectativas las que han hecho que se normalice la violencia como una respuesta esperable entre hombres, y la victimización como esperable en mujeres. Esto es peligroso por la replicación de actitudes violentas y que perpetúan esta violenta asimetría de poderes.

En este artículo, repasaremos algunas de las formas en las que quedan impresas estas actitudes, llegando a entender mejor de qué maneras nos limitan las expectativas de género. Utilizando ejemplos cotidianos y en los que todos y todas nos podemos sentir identificados/as, intentaremos dar voz a la importancia de la deconstrucción y el abandono de estas actitudes que promueven la diferencia y la violencia.

1. Relaciones interpersonales asimétricas

Para empezar, los estereotipos de género han calado de manera inconsciente en toda forma que tenemos de relacionarnos con todas las personas. Es fácil darnos cuenta la manera diferencial en la que se relacionan hombres entre ellos, mujeres entre ellas, y de qué formas cambian las relaciones que incluyen tanto hombres como mujeres.

De forma consciente o inconsciente, todas las personas hemos recibido estímulos e información externa que han generado en nuestras creencias la distancia emocional entre hombres y mujeres, situando a los primeros en una posición de poder superior. Esta asimetría de poder, puede generar relaciones entre hombres y mujeres que queden relegadas a estas diferencias. Este es por ejemplo, el origen de relaciones de dependencia emocional, o en las que las mujeres toman de forma inalterable el rol de cuidadora o de subordinada frente a la figura masculina.

Y esto se debe nada más y nada menos que a las expectativas de género. Mientras que a las mujeres han sido educadas para prestar atención emocional y cuidados, a los hombres se les ha educado bajo el blanqueo de la violencia, la dominación de los espacios y la frialdad emocional. Para darnos cuenta de esto, es tan sencillo como pensar en un patio escolar y en las actitudes diferenciales entre niños y niñas. Dejamos que plantees ideas en torno a esto, y más tarde dedicaremos un apartado a hablar sobre ello.

2. Vinculaciones afectivas

Como se ha comentado en el apartado anterior, las expectativas de género calan todas nuestras actitudes y comportamientos a la hora de relacionarnos con otras personas, haciendo que en la mayoría de ocasiones ni siquiera nos demos cuenta de qué forma estamos perpetuando estos roles y quedan reflejados en las relaciones amorosas y vinculaciones afectivas que tenemos.

3. Disponibilidad emocional masculina

Son muchas las mujeres que alzan la voz frente a la dificultad de establecer vínculos afectivos con hombres debido a su poca y débil disponibilidad emocional. La disponibilidad emocional hace referencia a la capacidad para tener un compromiso emocional y generar actitudes que promueven la responsabilidad afectiva, estableciendo una comunicación constante entre ambos miembros de la pareja y una mayor comodidad y confianza emocional. Esto es una causa más del aprendizaje de la frialdad emocional entre hombres, frente a la imposición del cuidado y la preocupación constante en las mujeres.

4. Sexualidad y pornografía

De la misma manera, son estos estereotipos de género los que hacen que se adopten roles excesivamente violentos o que reflejan actitudes vejatorias hacia la mujer en las relaciones sexuales. Son muchos los estudios que relacionan esto con el consumo de pornografía entre hombres; materiales audiovisuales construidos por la mirada masculina y para su propio deseo y disfrute. La pornografía veja de forma sistemática a las mujeres y refleja este poder que se ha dado a los hombres frente a las mujeres, junto a la normalización de sus actitudes violentas.

5. Limitaciones laborales

Pasando a otra dimensión de la vida, los estereotipos de género también tienen un claro reflejo en las aspiraciones laborales y la adquisición de unas actitudes concretas frente a un trabajo y en torno a todos los factores que este pueda entrañar.

5.1. Trabajos “para hombres” y “para mujeres”

Se ha normalizado que, por ejemplo, más hombres se dediquen a los sectores tecnológicos y científicos, mientras que más mujeres tomen caminos laborales relacionados con los cuidados, tales como la educación o la enfermería.

Lógicamente, este argumento no pretende poner en duda que estas personas disfruten de su trabajo o que no deban hacerlo, pero, ¿hubiesen decidido hacerlo si, de forma sistemática, no experimentasen las mujeres mayores dificultades para acceder a estas ramas científicas?

Desde la educación reglada, son muchas las mujeres que hablan de la emisión de mensajes dirigidos hacia ellas que invalidan que puedan hacerse un hueco en mundos laborales dominados por la masculinidad. Por ello, resulta natural que, al recibir este tipo de inputs, las mujeres tomen caminos más acordes a lo que se espera de ellas, a las expectativas del género femenino. Es importante cuestionarnos si esto es así porque las mujeres realmente disfrutan más de estos roles, o si han sido educadas para ello. Lo mismo sucede para los hombres, al generar este rechazo hacia la emocionalidad y los cuidados y dar validez al poder y al dinero, resulta normal entender que más hombres quieran dedicarse a los sectores tecnológicos o empresariales; es para lo que se les ha educado.

5.2. Brecha salarial y techo de cristal

Pese a que son conceptos conocidos por todo el mundo, resulta importante destacar lo normalizada que está en nuestra realidad la existencia de la brecha salarial entre hombres y mujeres y lo que se ha denominado como techo de cristal; la mayor dificultad para las mujeres de llegar a puestos directivos. El hecho de que muchas personas ni se planteen esto como un problema estructural no es más que otro reflejo más de la forma en la que estas creencias, roles y expectativas están intrínsecas en nuestra psique y requieren de trabajos continuos para ser deconstruidas.

6. Desarrollo infantil

Retomando un tema que se abrió al principio del artículo, llegó el momento de cuestionarse de qué formas los estereotipos de género se nos son impuestos desde la infancia y quedan así plasmados en los comportamientos infantiles.

6.1. Juegos y juguetes “de niños” y “de niñas”

Imaginando un patio de colegio, resulta fácil visualizar a los chicos ocupando la mayoría del espacio jugando al fútbol, relegando a las niñas a los espacios liminales de la pista de deportes para jugar e juegos más imaginativos o conversacionales. La dominación y el poder que se otorga a los niños, perpetúa que las niñas no puedan hacer otra cosa que “lo que se espera” de ellas; hablar, jugar con muñecas o saltar a la comba. Pero, ¿qué pasaría si el patio escolar fuese dominado por las niñas, en lugar de los niños? ¿Sería el juego dominante relegado a las muñecas, o se descubrirían nuevas formas de juego, al dar lugar a una mayor diversidad y que promueva la realidad infantil?

6.2. Rosa y azul

Los niños y niñas son lo que son; niños y niñas. Es el papel de padres, madres y educadores el de suprimir estas creencias ancladas en el pasado que relegan sus roles a cosas tan estúpidas como que el rosa es de niñas y el azul de niños. Todo es de todos y todas, y todas las personas podemos hacer todo lo que nos propongamos, siempre que no dañe a otras.

Sensación de falsa libertad

Como vemos, los roles y expectativas de género tiñen absolutamente todos nuestros espacios y relaciones, haciendo que prácticamente todas nuestras conductas entrañen alguna de las variables que genera más distancia emocional y espacio físico entre géneros. Por no hablar de que esta construcción social perpetúa en sí misma la marginación de personas trans y no binarias.

Y es que resulta ridícula la gran cantidad de dimensiones de nuestra vida que hubiesen sido diferentes si no se nos hubiese educado “para ser” hombres y mujeres. Resulta idílico pensar en qué habría pasado si se nos hubiese educado para ser personas, independientemente del género o del sexo, y hubiésemos tenido la libertad real de explorar nuestras personalidades e identidades. El primer paso es entender la falsa libertad que entraña la adquisición de estos roles y expectativas de género; es crucial para iniciar el camino hacia la deconstrucción del género.

  • Butler, J. (2007). El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad. Paidós.
  • Wittig, M. (2004). "El pensamiento heterosexual". En: El pensamiento heterosexual y otros ensayos. Barcelona: EGALES, pp. 45-57. 1980

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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