La adolescencia es un período convulso y turbulento, algo que la cultura popular tiene muy interiorizado. Es inevitable pensar en un adolescente como aquella persona emocionalmente inestable y que se encuentra en una profunda pero incierta búsqueda de su identidad.
Eso es una descripción de la adolescencia bastante cercana, pero incompleta, pues los cambios que se dan en la pubertad son variados y no solo implican el aspecto emocional, sino también el cognitivo y social.
A continuación vamos a explorar cuáles son los cambios psicosociales en los adolescentes y qué consecuencias pueden tener en sus vidas. Sigue leyendo si los quieres descurbrir.
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¿Cuáles son los cambios psicosociales en la adolescencia?
Los cambios psicosociales en los adolescentes son todas aquellas variaciones que se dan en la forma de pensar, sentir y relacionarse con la sociedad que se experimentan cuando se entra en la etapa de la pubertad.
La adolescencia es un período de muchas transformaciones que se evidencian en el desarrollo físico y psicológico del individuo. Cómo estos cambios son tan súbitos y desconcertantes, a menudo los adolescentes se sienten confusos e, incluso, asustados frente a las nuevas experiencias que están viviendo.
Uno de los principales estudiosos en los cambios que ocurren a lo largo del desarrollo, no solo en la adolescencia sino durante toda la vida de las personas, es el psicoanalista Erik Erikson.
Gracias a su trabajo conocemos en mayor profundidad qué es lo que sucede durante la adolescencia desde una perspectiva psicosocial, aunque cabe mencionar que sus hallazgos son bastante antiguos y que desde entonces se han hecho nuevos descubrimientos sobre esta etapa.
A continuación vamos a hablar en profundidad sobre cuáles son los cambios psicosociales por los que pasan los adolescentes durante este período tan convulso de sus vidas. Generalmente, estos cambios se pueden dividir en tres grandes categorías: cognitivos, emocionales y sociales.
1. Cambios cognitivos
La adolescencia es el período de desarrollo de las personas en donde, de acuerdo con teoría del desarrollo cognitivo del psicólogo suizo Jean Piaget, se alcanza la última etapa de su modelo: la etapa de las operaciones formales. Llegado a este punto, el adolescente adquiere algunas capacidades mentales avanzadas, separándolo definitivamente de la niñez.
Una de las más destacables es la capacidad de razonar de manera abstracta. Al acercarse a los doce años de edad, los adolescentes son capaces de reflexionar de forma efectiva sobre elementos que no se encuentran en el aquí y ahora. Esta capacidad tan natural en la adultez es algo que, si bien sí existe a edades previas, es más modesta en la niñez. El razonamiento abstracto es una de las capacidades más importantes no solo en la adolescencia sino también en la vida adulta.
Otro de los avances cognitivos más significativos es la capacidad de usar la lógica de forma más exacta e independiente de sus deseos y sentimientos. Antes de los doce años, los niños se dejan llevar más por sus emociones y les cuesta mantener la mente fría y actuar de forma racional. Llegada la pubertad, las capacidades cognitivas aumentan de forma notoria, aunque no lo parezca dado que, también, se solapa con la inestabilidad emocional propia de estas edades.
Por último cabe mencionar que los adolescentes también empiezan a ser capaces a usar bien habilidades como la deducción. Debido a esta y las otras dos habilidades que hemos comentado, es común que en la adolescencia empiecen a surgir nuevos intereses relacionados con aspectos como la moral, la ética o qué papel tienen en el mundo.
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2. Cambios emocionales
Uno de los hechos más conocidos de la adolescencia es que las hormonas toman el control del cuerpo, induciendo a un estado anímico muy variado.
Añadido a esto, está el hecho de que el adolescente cambia de etapa educativa, pasando a estudiar en el instituto, un lugar en el que al relacionarse con otros adolescentes puede ser el escenario de múltiples conflictos y tensiones. Todo ello es el cóctel perfecto para que las emociones del adolescente se encuentren a flor de piel, sintiéndolas de una manera mucho más acusada que cuando eran niños.
Entre estos cambios emocionales podemos destacar:
2.1. Inestabilidad emocional
Es por todos conocido que uno de los rasgos más destacables de la adolescencia son sus múltiples cambios de humor. El estado anímico adolescente es muy, muy variable. Los jóvenes de estas edades pueden pasar de un extremo al otro muy poco tiempo.
No es extraño que suceda que un chico se levante muy animado, para pasar después a estar un poco bajo de ánimos a la hora de la comida y, llegada la noche, esté pensativo y taciturno. En otros casos, el humor varía a lo largo de días, pasando por épocas tristes y otras de alegría sin causa significativa aparente.
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2.2. Adquisición de empatía
Sin pretender generalizar demasiado, los niños y niñas suelen tender al egocentrismo. El motivo de ello es que les resulta comprender e interpretar las emociones de los demás, y ponerse en su lugar.
No obstante, llegada la adolescencia, los chicos y chicas desarrollan cierta empatía, aunque no necesariamente la muestren. La mayoría de los adolescentes son capaces de comprender qué efectos tienen sus acciones sobre los demás de una forma mucho más eficaz que cuando eran niños.
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2.3. Inseguridades y sensación de incertidumbre
Los adolescentes viven la pubertad como un período muy incierto tanto en lo hormonal como en lo social y emocional. Esto hace que, al no saber qué sucederá después y no tener demasiado claro cuál es su papel en la vida, tengan una sensación constante de inseguridad.
A su vez, la inseguridad provoca que los cambios se perciban como más amenazantes y confusos de lo que son, lo cual hace que el chaval pueda caer en un bucle de emociones negativas vividas de forma muy intensa. Por fortuna, es cuestión de tiempo que vaya adquiriendo una sensación de mayor control de la situación, desvaneciéndose la inseguridad a medida que va madurando.
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3. Cambios sociales
Finalmente, podemos comentar que los adolescentes pasan por una serie de cambios relacionados con el papel que tienen en el mundo y la forma en la que interactúan con los demás. Entre los cambios sociales más destacables tenemos:
3.1. Búsqueda de identidad propia
Antes de los doce años, la identidad es un aspecto poco meditado por los niños y niñas. Puede que sí se sientan identificados con etiquetas concernientes a su sexo, identidad cultural o familiar, pero no se paran a pensar demasiado en ello. No obstante, una vez empieza la pubertad, la identidad se convierte en algo objeto de mucha reflexión por parte del adolescente, tanto que podríamos decir que llega a obsesionarse.
El adolescente trata de encontrarse a sí mismo, definir quién es, construir una identidad que lo diferencie de los demás, algo que lo haga único. Es por ello que a estas edades se prueban nuevas experiencias, asumiéndose señas de identidad como las compartidas por alguna tribu urbana. Generalmente, estas conductas son temporales y no son un problema, y con el paso del tiempo irán perfilando tanto su personalidad como identidad propia.
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3.2. Deseo de independencia
Durante la niñez se depende por completo de los padres para hacer todo. Al comenzar la adolescencia esto cambia, fruto del hecho de que el adolescente ya es capaz de hacer más cosas por sí solo y, además, desea desprenderse por completo de la dependencia con sus padres.
Es a estas edades cuando comienza el deseo en convertirse una persona más autónoma, algo que se evidencia tanto haciendo más cosas por sí solo como por su actitud agresiva, discutiendo incluso con los padres para que no estén tanto tiempo encima de él.
Esto no es algo de lo que preocuparse en un principio. Es normal que los adolescentes exhiban comportamientos desafiantes y tengan algún rifirrafe con sus padres, aunque de suponer una grave alteración en la vida familiar se debería acudir a un psicólogo especializado en la adolescencia para evaluar la posibilidad de que haya algún problema de salud mental o trastorno.
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3.3. Identidad y orientación sexual
Uno de los cambios más relevantes en la pubertad es todo lo que tiene que ver con el sexo y las relaciones íntimas. Las hormonas, como hemos comentado, toman el control del cuerpo y es casi inevitable que se den ciertas reacciones fisiológicas ligadas a una serie de emociones muy poderosas que lleva a los adolescentes a cambiar sus intereses y formas de actuar, pensando mucho en el sexo.
Por ello es normal que sea en la adolescencia que uno se dé cuenta de cuál es su sexualidad, pues es en este período el momento en el que se da el despertar sexual. Los chicos y chicas que sienten interés exclusivamente por personas del género opuesto descubrirán que son heterosexuales, mientras que si se interesan por su mismo género entonces verán que son homosexuales. Si les gustan tanto los chicos como las chicas, entonces son bisexuales.
A pesar de que se ha avanzado mucho en materia de aceptación de la orientación sexual, a día de hoy son muchos adolescentes gays que temen que, al salir del armario, sean rechazados social y familiarmente. Incluso en los institutos aparentemente más abiertos de mente es común que se den comportamientos homófobos entre los compañeros, atacando a chicos homosexuales o bisexuales que ni siquiera han desvelado cuál es su sexualidad porque todavía sienten dudas sobre qué es lo que los atrae.
Tampoco debemos ignorar la realidad de las personas asexuales. A diferencia de heteros, gays y bisexuales, las personas asexuales no sienten atracción sexual, pudiéndose considerar tanto la ausencia de atracción sexual como una variación de las otras orientaciones pero en la que no hay un deseo sexual.
Dado que todavía son un grupo muy poco visibilizado, los adolescentes asexuales, lejos de entender que lo son, pueden pensar que tienen un problema de excitación o que hay algo que va mal con ellos. Es por ese motivo tan importante la educación sexual y explicar todas las realidades sexuales.
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