El término dislalia hace referencia a las dificultades para pronunciar determinados sonidos, que puede presentarse en niños de distintas edades. Se trata, según las nuevas clasificaciones internacionales de diagnóstico de los trastornos mentales, de un trastorno de los sonidos del habla.
En este artículo veremos qué es la dislalia, cuáles son sus tipos y causas, así como algunas formas de realizar evaluación y tratamiento.
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Desarrollo del lenguaje
El lenguaje oral es el conjunto de sonidos que son articulados para manifestar lo que necesitamos, sentimos o pensamos. Se trata tanto de una conducta como de una habilidad cognitiva, y la desarrollamos desde los primeros años de vida. Su manifestación se encuentra relacionada con la maduración del sistema nervioso, específicamente de área sensorial y motora. A sí mismo, está relacionada con los vínculos afectivos y sociales que establecemos, y con el desarrollo de otras habilidades cognitivas.
Nos dicen Artigas y García-Nonell (2008) que el desarrollo de las las habilidades lingüísticas se corresponden con la edad cronológica de niño. Así pues, entre los 0 y 3 meses de edad se espera la emisión de sonidos monocordes. Entre los 9 y 12 meses se entienden las negaciones y se nombran los cuidadores (generalmente mamá y papá). A partir de los 3 se esperan preguntas sencillas y su habla es entendida por el núcleo familiar. Hacia los 5 años puede contar lo que le pasa y utilizar artículos; y hacia los 7 años se espera una fluidez verbal y el uso de conjunciones.
No obstante, puede pasar que en algunos casos la edad cronológica no se corresponda con el desarrollo del lenguaje, es decir, que no todos los niños adquieran las mismas habilidades al mismo tiempo. Por ejemplo, algunos niños pueden empezar a comprender lo que la gente les dice, pero con limitaciones para explicarse a sí mismos. Puede también ocurrir que los niños se expresen verbalmente de manera pausada, o con poca fluidez, o puede ocurrir que se expresen con tanta fluidez que su lenguaje sea inteligible. Así mismo, entre las posibilidades que se engloban dentro del desarrollo del lenguaje se encuentra la que hemos denominado “dislalia”.
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¿Qué es la dislalia?
La palabra dislalia viene del griego “dys”, que significa “dificultad”; y “lalein” que quiere decir “hablar”. Se trata de una dificultad para producir ciertos sonidos o grupos de sonidos de la manera que se considera adecuada. Puede detectarse, por ejemplo, cuando un niño recurre con frecuencia a la omisión de un sonido determinado por medio de un silencio o alargamiento vocal. O si el niño sustituye siempre el mismo sonido por otro similar, lo que se trata de un caso de sustitución.
Así mismo puede hacerse visible por distorsión, es decir, cuando el niño recurre con frecuencia a la emisión de un sonido aproximado, pero que no es el que encaja con su conversación. Finalmente puede pasar que el niño inserte un sonido como apoyo.
Definiciones internacionales recientes
El término “dislalia” ha sido recientemente desplazado de las clasificaciones internacionales de trastornos mentales, no obstante continúa siendo utilizado en el lenguaje cotidiano y especializado para hacer referencia a las dificultades de tipo fonético que presentan algunos niños.
Para su diagnóstico, el DSM-V considera esto último ya no como “dislalia” sino como un “Trastorno de los Sonidos del Habla” (TSH) . Se trata de un conjunto de alteraciones centrales y propias del componente fonológico que ocurren a nivel de la pronunciación de algunos fonemas.
6 tipos y causas
Aunque las clasificaciones pueden variar, según Aguilar-Valera (2017); Hernández y Rubalcaba (2017), existen los siguientes tipos de dislalia: fisiológica o evolutiva, orgánica, fonológica, funcional y mixta. Así mismo, la dislalia puede ser dividida según la dificultad en la pronunciación específica.
1. Fisiológica o evolutiva
Se considera una dislalia evolutiva al caso en el que el niño no repite por imitación aquellas palabras que escucha, aun cuando su desarrollo y edad cronológica se considera adecuada para esto. Su desarrollo por lo tanto se debe a una maduración determinado del cerebro y el aparato fonoarticulador. Suele presentarse alrededor de los 4 años de edad y se hace visible por una repetición foneticamente incorrecta.
2. Orgánica
Se trata de una dislalia de tipo funcional cuando la articulación está relacionada con los órganos periféricos que controlan el habla. En este caso los niños utilizan con mayor frecuencia la sustitución, la omisión o la distorsión del sonido que se espera pronunciar.
3. Audiógena
Como su nombre lo indica, se trata de la dislalia que es consecuencia de una deficiencia auditiva.
4. Funcional
Resulta del funcionamiento del sistema de reconocimiento gnóstico y el sistema de producción práctico, por lo que su etiología se relaciona con el desarrollo de los procesos cognoscitivos.
5. Mixta
Como su nombre lo dice, una dislalia mixta es aquella en la que se presentan de manera simultánea las manifestaciones de los tipos anteriores.
6. Según la pronunciación
De acuerdo con las dificultades específicas para la pronunciación según el alfabeto, Peña-Casanova, 2014 (cit en Hernández y Rubalcaba, 2017), nos dice que la dislalia puede dividirse de la siguiente manera:
- Betacismo: en el pronunciación de la B
- Deltacismo: pronunciación de la D
- Gammacismo: pronunciación de la G
- Kappacismo: pronunciación de la K
- Mistacismo: pronunciación de la M
- Rotacismo: pronunciación de la R
- Sigmatismo: pronunciación de la S
Posibles causas, evaluación y tratamiento
La dislalia tiene un desarrollo y un curso multicausal. Es decir, que está causado por la presencia de distintos elementos, entre los que puede encontrarse alguna función orgánica determinada, y también un estilo de crianza que no esté favoreciendo la fluidez en el lenguaje y comunicación.
Puede ser evaluado a través de la Prueba de Glatzel, que toma en cuenta la permeabilidad nasal y la fonoarticulación; o por la Prueba de Rosenthal que considera el modo respiratorio. Asimismo es importante realizar evaluaciones cualitativas basadas en la observación de la expresión y la recepción del habla, de manera que se determine las necesidades de apoyo en la comunicación.
Los tratamientos incluyen logoterapia y ejercicios de los músculos necesarios para la articulación: los labios, la lengua, el paladar, las amígdalas, el frenillo. Los mismos ejercicios incluyen activación del aparato nasal y oral, y es importante que sean planeados con una frecuencia y un ritmo determinados, en correspondencia con las necesidades y la zona de desarrollo próxima del niño. De lo contrario, lejos de favorecer su desarrollo, puede obstaculizar y causar impaciencia o manifestaciones de ansiedad.
Para determinar un tratamiento adecuado es importante comenzar por conocer las causa de la dislalia así como las necesidades inmediatas tanto del niño como de la familia o de su entorno más cercano.
Referencias bibliográficas:
- Aguilar-Valera, J.A. (2017). Trastornos de la comunicación desde el DSM-V. La necesidad de diagnósticos diferenciales. Cuadernos de Neuropsicología (11) 1: 144-156.
- Hernández, A. y Ruvalcaba, I. (2017). Trastornos del lenguaje. Recuperado 31 de julio de 2018. Disponible en https://s3.amazonaws.com/academia.edu.documents/51549900/ORL-Transtornos-del-lenguaje.pdf?AWSAccessKeyId=AKIAIWOWYYGZ2Y53UL3A&Expires=1533037090&Signature=grC1KSPM7lu6uMiWTjlnBZEU9VQ%3D&response-content-disposition=inline%3B%20filename%3DTrastornos_del_lenguaje_Universidad_de_G.pdf.