El ser humano es un ser gregario y social, el cual está en constante contacto con otros miembros de su especie. De hecho, como especie siempre hemos dependido en gran medida de la capacidad de comunicarnos. Y una de nuestras vías de comunicación principales es a la vez una de las más complejas de las que disponemos: el lenguaje oral. Hablar es algo que se va aprendiendo (si bien hay componentes innatos) y desarrollando a lo largo de la vida, adquiriendo con el tiempo un ritmo y fluencia que permite transmitir mensajes de alta complejidad en relativamente poco tiempo.
Pero a veces, esta capacidad puede verse perjudicada ante el padecimiento de alguna lesión cerebral o traumatismo. Es lo que ocurre con la bradilalia, sobre la cual vamos a hablar a lo largo de este artículo.
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¿Qué es la bradilalia?
Cuando hablamos de bradilalia estamos haciendo referencia a la presencia de una alteración psicológica como un enlentecimiento de la producción del lenguaje de grado variable, producto generalmente de la presencia de algún tipo de lesión o alteración cerebral. Se trata pues de un trastorno del ritmo y fluidez verbal.
Aunque el concepto en sí únicamente haría referencia a la velocidad a la que se produce el habla, lo cierto es que generalmente la afectación no se da únicamente a nivel de ritmo, sino que el enlentecimiento va acompañado de otras alteraciones tales como la presencia de una disminución de la fluidez verbal, una disminución de la capacidad de modular el tono de la voz (que suele tornarse aplanado y monótono) y una gran dificultad a la hora de articular las palabras.
También es frecuente que aparezcan múltiples bloqueos durante el habla, tartamudeo y cierta prolongación o repetición de los sonidos de las palabras. En algunos casos es posible que aparezca un grado variable de mutismo.
Es importante tener en cuenta que la bradilalia hace referencia a un enlentecimiento de la producción o emisión del lenguaje, es decir del acto de hablar. Sin embargo la comprensión verbal puede estar perfectamente conservada, entendiendo la persona todo lo que se le dice.
Este tipo de afectación no aparece espontáneamente, siendo de hecho un indicador de la existencia de daños neuronales. Se trataría pues de un síntoma de dicha lesión más que de un trastorno per se.
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Consecuencias y síntomas
El habla es una capacidad fundamental en el día a día de la mayoría de personas, con lo que la aparición de la bradilalia puede tener severas repercusiones funcionales para las personas que las padecen más allá de la mera dificultad para hablar.
No es infrecuente que los problemas a la hora de mantener una conversación generen problemas a nivel personal y social, disminuyendo su vida social y dificultando comunicaciones eficaces y siendo minusvaloradas sus capacidades mentales. A nivel laboral ello también puede tener severas repercusiones, dificultando o incluso impidiendo según el sector el cumplimiento de sus funciones.
Además es habitual que sus dificultades generen también una alteración a nivel emocional, especialmente si son conscientes de la presencia de dichas dificultades. Además de la propia preocupación y posible falta de entendimiento respecto a lo que les ha sucedido, no es extraño que aparezca irritabilidad, disminución de la autoestima, elevados niveles de ansiedad o incluso que los problemas sufridos puedan llevar al padecimiento de una depresión.
La evitación del contacto social, la desmotivación y la pérdida de ganas de hacer cosas también pueden aparecer, así como cierta desesperanza. Todo ello es especialmente frecuente en aquellos casos que no presenten mejoría.
Causas de este problema
Como hemos mencionado anteriormente el origen de la bradilalia suele encontrarse en la presencia de algún tipo de lesión cerebral, concretamente en las áreas del cerebro vinculadas a la producción del lenguaje.
Algunas de las causas más habituales de su aparición es la presencia de accidentes cerebrovasculares, traumatismos craneoencefálicos o enfermedades neurodegenerativas (apareciendo a lo largo del desarrollo de múltiples demencias, como el Parkinson o el Alzheimer). Otras circunstancias que producen deterioro cognitivo también pueden generar bradilalia, como por ejemplo el encontrado en pacientes psicóticos con sintomatología negativa.
No es infrecuente que aparezca en situaciones como intoxicaciones por abuso de sustancias o trastornos derivados de ello. También algunas intoxicaciones y envenenamientos pueden producirla, así como estados confusionales. La presencia de infecciones cerebrales, como encefalitis, es otro posible origen de esta alteración del lenguaje.
La bradilalia también puede encontrarse, en menor grado, en personas que padecen problemas psiquiátricos, siendo un ejemplo la depresión mayor o los anteriormente citados sujetos con problemas de tipo psicótico y sintomatología negativa. Por último, también puede observarse en sujetos con trastornos del neurodesarrollo.
Su tratamiento
El tratamiento de la bradilalia depende en gran medida de sus causas, requiriéndo por lo general de un período prolongado de tiempo para lograr avances y no siempre siendo posible lograr una recuperación de la velocidad habitual del habla. Esto es debido a que estamos ante un problema surgido de la lesión o el deterioro de parte del sistema nervioso, una alteración que puede ser temporal o permanente.
Si hablamos de una bradilalia causada por los efectos de una intoxicación puntual o de una depresión, será posible su superación ante la aplicación del tratamiento pertinente. En el caso de lesiones cerebrales permanentes, como en lesiones cerebrales, accidentes cerebrovasculares o enfermedades neurodegenerativas, se aplicará generalmente un enfoque multidisciplinar en que intervendrán diversos profesionales.
Los problemas de lenguaje se pueden trabajar o paliar (ya que en ocasiones la recuperación completa no es posible) a través de una combinación de terapia de lenguaje, logopedia, trabajo ocupacional y estimulación cognitiva. También se puede trabajar a partir de la fisioterapia y el fortalecimiento de los músculos bucofonatorios y respiratorios. En el caso de que estemos hablando de niños con trastornos del neurodesarrollo, además de este tipo de tratamiento será necesario tener en cuenta sus dificultades en la escuela generando adaptaciones curriculares o planes individualizados según el caso.
La psicoeducación siempre es importante para que el sujeto entienda que le sucede y qué efectos puede tener en su día a día. Asimismo, en los casos en que no se pueda conseguir la recuperación del ritmo normal del habla pueden generarse estrategias compensatorias o sustitutorias, como el uso de otros medios o canales de comunicación. También debe aplicarse al entorno, de manera que este entienda las dificultades del sujeto. Igualmente puede ser necesaria la realización de terapia psicológica, asesoramiento y orientación ante la presencia de dificultades de aceptación, duelo o problemas emocionales.
Referencias bibliográficas:
- Martínez-Sánchez, F. (2010). Trastornos del habla y la voz en la enfermedad de Parkinson. Revista de Neurología, 51 (9): 542-550.
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