A pesar de que las enfermedades psiquiátricas y los trastornos psicológicos quedan definidos y acotados en los manuales diagnósticos, más allá de las páginas la realidad es que, en la práctica, son muchas las patologías que se solapan entre sí en varios aspectos.
Así, por ejemplo, hay síntomas que pueden ser propios de la depresión y del trastorno bipolar, y solo una visión global de los procesos mentales y del comportamiento de un paciente permite distinguir cuál es la alteración que le afecta.
Pero estos límites borrosos entre patologías están presentes incluso en las líneas divisorias que separan trastornos que no se parecen en prácticamente nada. Por ejemplo, es lo que pasa cuando se observa que una gran proporción de las personas que desarrollan una enfermedad desarrollan también la otra… algo que ocurre con la esquizofrenia y los trastornos adictivos.
En este artículo exploraremos el tema de qué relación hay entre la esquizofrenia y las adicciones a drogas, y qué implicaciones tiene esto en el tratamiento de estas patologías.
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¿Qué es la esquizofrenia?
La esquizofrenia es una enfermedad mental sufrida por aproximadamente un 0,5% de la población general en algún momento de su vida, siendo el trastorno psicótico más frecuente. Aunque puede llegar a expresarse por primera vez durante la infancia o adolescencia, lo más habitual es que sus síntomas empiecen a manifestarse entre los 25 y los 30 años.
Al ser una patología vinculada al espectro de los trastornos psicóticos, la esquizofrenia está asociada al concepto de ruptura con la realidad; es decir, que quienes la desarrollan, sufren alteraciones severas en procesos básicos para disponer de autonomía personal, como la percepción e interpretación de hechos, y la gestión de los pensamientos y de las emociones. Estos síntomas no están siempre presentes, sino que se expresan a lo largo de “crisis”, aunque en algunos casos el inicio y el final de estos episodios pueden ser graduales y no demasiado definidos.
Además de ser variados, los síntomas de la esquizofrenia pueden ser divididos en dos tipos: síntomas positivos y síntomas negativos. Los primeros engloban el conjunto de alteraciones que se caracterizan por la presencia de elementos extraños en la manera de pensar o de percibir las cosas de la persona: alucinaciones y delirios, principalmente. Por su parte, los síntomas negativos se caracterizan por la falta de elaboración o de intención en procesos psicológicos necesarios para vivir adecuadamente en sociedad y tener una buena calidad de vida, como el déficit de respuesta emocional ante acontecimientos importantes, la pobreza de uso del lenguaje, o la tendencia persistente al aislamiento social.
Este conjunto de síntomas tiene causas internas y externas, y muchos de ellos pueden ser facilitados por las dinámicas sociales que se dan alrededor de la persona (siendo el ejemplo más claro el del aislamiento social).
En todo caso, otra de las características de la esquizofrenia es su carácter desestabilizador de la vida de las personas, que se asocia con una mayor predisposición de desarrollar otras enfermedades psiquiátricas o trastornos psicológicos.
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¿Qué vínculo une las adicciones y la esquizofrenia?
Tal y como hemos adelantado, existen numerosas evidencias de que las personas con una o más adicciones a drogas (con politoxicomanía) está sobrerrepresentada entre quienes han desarrollado esquizofrenia. Es decir, que entre las personas con un diagnóstico de esquizofrenia, la proporción de gente con adicción a sustancias psicoactivas es muy superior a la de la media de la población en general. Así, mientras que aproximadamente entre el 16% y el 20% de la población ha desarrollado un trastorno adictivo hacia una droga (legal o ilegal), en quienes han sido diagnosticados con esquizofrenia este porcentaje sube hasta el 47%. Las drogas más consumidas por este segmento de la población después del tabaco son el alcohol, el cannabis y la cocaína.
Las implicaciones de este fenómeno son graves, porque si bien los trastornos adictivos son ya de por sí patologías que deben ser tratadas cuanto antes, el abuso y la dependencia hacia las drogas hace que estadísticamente las personas con esquizofrenia tiendan más a sufrir crisis psicóticas, a no cumplir con las indicaciones del médico o a abandonar el tratamiento, a adoptar patrones de conducta violentos, a perder autonomía, y a desarrollar ideación suicida, entre otras cosas. Además, este grupo de pacientes tiene más probabilidades de recaer en el consumo de drogas tras haber intentado superar la adicción.
Así, el uso de drogas hace que el desarrollo de la esquizofrenia empeore, pero además, crea las circunstancias propicias para que la persona desarrolle otros trastornos psicológicos (como por ejemplo los trastornos depresivos) que se derivan de la acumulación de problemas y desajustes comportamentales y emocionales generados por esa combinación de patologías.
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¿Cuáles son las causas de esta relación entre enfermedades?
A día de hoy aún no se conocen en gran detalle las causas de esta relación entre la esquizofrenia y la drogadicción; es decir, que los mecanismos causales que hay detrás de este solapamiento permanece relativamente oculto. En cualquier caso, el consenso científico es que no hay una sola causa, sino una combinación de varios factores biosociales que interactúan entre sí.
Sin embargo, en los últimos años se han sugerido varias hipótesis fundamentadas en cada vez más evidencia empírica. Una de ellas es la hipótesis de la automedicación en las personas con esquizofrenia, según la cual quienes desarrollan esta enfermedad tratan de incorporar a su sistema nervioso elementos que les ayuden a restablecer un cierto equilibrio en el desbalance químico que genera la esquizofrenia. Así, la utilización de drogas sería una manera semi-inconsciente de “contrarrestar” las alteraciones neuropsicológicas de las que surgen los síntomas de la patología.
Por otro lado, también cabe destacar la hipótesis de la predisposición genética. Según esta, existen una serie de configuraciones genéticas que están en la base tanto de la propensión a desarrollar esquizofrenia como de la propensión a “engancharse” a una droga. En cualquier caso, se niega la idea de que ambas patologías surjan sin más del código genético; simplemente, una combinación de determinados alelos contribuirían a la aparición de estos problemas de salud, pero no sería un elemento determinante.
Además, se sabe que el uso de ciertas drogas puede llegar a desencadenar un cuadro psicótico que se consolide en esquizofrenia, de modo que una vez se ha instalado una adicción, es más fácil que existiendo una predisposición a la esquizofrenia, esta se manifieste.
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