5 diferencias entre la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo

Un resumen de las diferencias entre memoria de trabajo y memoria a corto plazo, para distinguirlas.

Diferencias entre la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo
Un repaso a las diferencias entre estos conceptos de la psicología básica.Unsplash.

La memoria es un proceso mental y una capacidad cognitiva que utilizamos diariamente y prácticamente desde que somos niños/as. Se trata de un proceso fundamental que posibilita el aprendizaje. Existen diferentes tipos de memoria según su utilidad, temporalidad, características…

En este artículo haremos alusión a dos de ellas, y hablaremos de las diferencias entre la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo. Éstas son sólo algunas de ellas, las consideradas más relevantes. Previamente, pero, hablaremos de qué es la memoria y del origen de las definiciones de la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo.

¿Qué es la memoria?

La memoria hace alusión a un proceso cognitivo, que implica la capacidad para registrar y evocar recuerdos. Es decir, permite el registro de información exterior (e interior) para posteriormente almacenar dicha información, disponiendo de ella para evocarla en otro momento. Sin embargo, existen muchos tipos de memorias, según el criterio que utilicemos para clasificarlas.

La parte de la psicología que se encarga de estudiar la memoria es la psicología básica, que también estudia otros procesos psicológicos y cognitivos tales como el aprendizaje, la percepción, la sensación, la motivación y el razonamiento.

Origen de la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo

A nivel histórico, la primera clasificación que se hizo de la memoria fue la que dividía esta capacidad mental en: memoria a corto plazo y memoria a largo plazo. Mientras que la primera aludía a la memoria de los hechos que acaban de ocurrir hace pocos segundos (es decir, la capacidad para almacenar y evocar dichos hechos en la mente), la segunda hacía referencia a la capacidad de recordar a largo plazo, es decir, eventos que hace más tiempo que han ocurrido.

Esta primera clasificación de la memoria fue propuesta por Atkinson y Shiffrin en 1968. En esta primera clasificación, se entendía la memoria a corto plazo como un proceso más bien “estático”, es decir, sencillamente aludía al hecho de recordar o no información reciente (que hemos registrado pocos segundos antes).

Más adelante, pero, otro autor propone una definición un poco distinta de la memoria a corto plazo. Este autor fue Alan Baddeley, y propuso el concepto de la memoria de trabajo o memoria operativa dentro del modelo del ejecutivo central. Según él, la memoria a corto plazo es un tipo de memoria operativa, entendiéndose ésta como un tipo de memoria “activa”, “dinámica”, que no solo se limita a evocar información, sino que transforma la misma activamente para utilizarla en las tareas requeridas.

Por ejemplo, la memoria operativa es la que utilizamos cuando estamos sumando, restando, multiplicando o dividiendo cifras altas, y que nos permite manipular y “memorizar” los números que estamos utilizando para llegar a un resultado final. Es decir, lo que hizo A. Baddeley fue añadir un funcionamiento ejecutivo a la memoria a corto plazo.

Diferencias entre la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo

Otros autores diferentes a A. Baddeley, pero, consideran que la memoria a corto plazo y la memoria operativa consisten en dos conceptos totalmente diferentes e independientes. Sabiendo todo esto, vamos a resumir las diferencias entre la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo:

1. Definición y características generales

La primera de las diferencias entre la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo hace referencia a la propia definición de cada uno de estos conceptos. Así, a grandes rasgos, podemos decir que la memoria a corto plazo alude a un tipo de memoria que sigue un criterio temporal, y que consiste en la capacidad para almacenar y recordar hechos recientes (que acaban de ocurrir hace pocos segundos).

Concretamente, la memoria a corto plazo tiene la capacidad de mantener activa la información en la mente durante 30-40 segundos.

Por contra, la memoria de trabajo, aunque se podría considerar un tipo de memoria a corto plazo (según A. Baddeley), hace referencia a un tipo de memoria que sigue un criterio más funcional; es decir, habla de un tipo de memoria que nos permite mantener temporalmente una determinada información en la mente, y manipularla (normalmente es información que acabamos de registrar) a fin de utilizarla en nuestro aprendizaje o en la tarea que estamos desarrollando.

2. Función

A raíz del apartado anterior, podemos extraer que la memoria de trabajo nos permite obtener resultados, resolver un problema, etc., mientras que la memoria a corto plazo es más “limitante” en este sentido, y lo que nos permite es obtener o evocar una información que acabamos de registrar.

Así, otra de las diferencias entre la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo hace referencia a su función. De esta manera, aunque los dos tipos de memoria tengan la característica común de que su almacenamiento de la información sea de corta duración (ambos tipos de memoria permiten mantener la información activamente en la mente), a la memoria de trabajo se le añade el “plus” de que manipula y transforma dicha información.

3. Aspectos que destacan

De esta manera, encontramos que la memoria a corto plazo se centra en el tiempo de almacenamiento de una información y en su posterior evocación, y que la memoria de trabajo se centra en una idea de la memoria como sistema de control y manipulación de la información.

Es decir, siguiendo con las diferencias entre la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo, vemos cómo la memoria a corto plazo destaca el tiempo de almacenamiento, y la memoria de trabajo destaca el procesamiento de la información.

4. Intervención en otros procesos

La siguiente de las diferencias entre la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo la encontramos en cómo interviene en otros procesos cognitivos cada una de estas memorias. Así, mientras que la memoria a corto plazo no interviene tanto en otro procesos cognitivos, la memoria de trabajo sí lo hace; concretamente, interviene en procesos cognitivos complejos tales como la lectura, el razonamiento o la comprensión del lenguaje.

Esto es así porque la memoria de trabajo nos permite utilizar y gestionar información de diferentes fuentes para posteriormente evocarla y usarla sobre otros procesos cognitivos como los mencionados. Es por ello que se trata de una memoria cada vez más importante y reconocida académicamente, ya que posibilita y facilita los diferentes procesos de aprendizaje.

5. Relación con otros tipos de memoria

¿Podemos relacionar estas dos memorias con otros tipos de memoria? En el caso de la memoria a corto plazo, hemos visto cómo su “opuesta” es la memoria a largo plazo, en el sentido de que ambas aluden a un criterio temporal de la retención de la memoria. Sin embargo, su relación termina ahí.

En cambio, siguiendo con las diferencias entre la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo, vemos cómo la memoria de trabajo sí mantiene una relación activa con otros tipos de memoria; en este caso, con la memoria a largo plazo.

Concretamente, lo que hace la memoria de trabajo es construir asociaciones y relaciones con los datos que manejamos, para acabar integrándolos junto a otra información almacenada en la memoria a largo plazo. Esto lo podemos relacionar con el apartado anterior, ya que dicha relación con la memoria a largo plazo posibilita otros procesos cognitivos relevantes para el aprendizaje.

  • De vega, M. (1999). Introducción a la Psicología Cognitiva. Alianza Psicología. Madrid.
  • Tirapu-Ustárroz, J. y Grandi, F. (2016). Sobre la memoria de trabajo y la memoria declarativa: propuesta de una clarificación conceptual. PanamericanJournal of Neuropsychology, 10 (3): 13-31.
  • Tirapu-Ustárroz, J. y Muñoz-Céspedes, J.M. (2005). Memoria y funciones ejecutivas. Revista de Neurología, 41 (8): 475-484.

Graduada en Psicología por la Universitat de Barcelona, con Máster en Psicopatología Clínica Infantojuvenil por la Universitat Autònoma de Barcelona. Especializada en Trastornos del Neurodesarrollo. Actualmente trabaja como Psicóloga infantil en la Associació Catalana del Síndrome X Frágil. Autora del libro "Vivir de memoria" (Editorial Círculo Rojo, 2018). Aficionada del deporte y la lectura.

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