Piensa en esos días llenos de cosas por hacer, cuando de repente notas que tu mente no para de dar vueltas, tienes una sensación extraña en el cuerpo, no paras de adelantarte al futuro en tus pensamientos. Quizás no lo habías llamado de esta forma antes, pero ahora lo ves claro: se llama ansiedad.
Es ese cerebro que siempre está imaginando lo peor, ese corazón que a veces se acelera sin razón aparente, y esa sensación de que todo está un poco fuera de control. Puede ser que lo hayas sentido desde hace mucho tiempo, pero nunca te detuviste a entenderlo.
Cuando finalmente le pones nombre, hay un alivio. Saber que lo que sientes tiene una explicación, que muchas otras personas también lo viven, y que hay maneras de gestionarlo, te da esperanza. Y, ¡en serio!, a veces lo que realmente necesitas es hacer una pausa, mirar hacia adentro y sentir.
Es ahí donde entra el mindfulness, una herramienta que puede ayudarte a llevarte mejor con tus pensamientos y emociones. A través de la práctica del mindfulness, aprendes a observar lo que ocurre en tu interior sin tanto ruido, con una tranquilidad que, aunque no transforma las circunstancias, sí transforma cómo las vives.
Y, no, no hablamos de algo milagroso, sino de una práctica más sencilla de lo que piensas y que te puede ayudar a calmar la ansiedad.
Vivir con ansiedad: un asunto muy común
Aunque a veces pienses cosas como “esto me pasa solo a mí”, la ansiedad es más habitual de lo que piensas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 300 millones de personas la padecen cada año, y esto no ha hecho más que aumentar en los últimos tiempos, especialmente con todo lo que trajo la pandemia.
Pero, ojo, que algo sea común no significa que sea fácil de sobrellevar. Vivir con ansiedad puede sentirse como una carga constante, un diálogo interno que nunca descansa y que afecta tanto tu mente como tu cuerpo.
Sin embargo, en medio de este panorama, también hay buenas noticias: en estos tiempos tenemos muchísima más información sobre cómo identificarla y manejarla. Desde la terapia psicológica hasta actividades que nos conectan con el momento presente, como caminar, leer, practicar yoga o meditar, así que existen múltiples maneras de reducir su impacto.
Una de las prácticas más efectivas y accesibles es el mindfulness, y es sobre esto que profundizaremos en las próximas secciones.
El mindfulness: ¿qué es y cómo ayuda con la ansiedad?
El mindfulness, o atención plena, es una práctica que trata de enfocar tu atención en el presente de manera intencional y sin juzgar. Aunque este concepto tiene sus raíces en tradiciones como el budismo, hoy se ha integrado en programas de salud mental modernos porque sus beneficios están más que comprobados.
Contrario a lo que puedas creer, no se trata de "vaciar la mente" o alcanzar un estado místico, sino de aprender a observar lo que ocurre dentro y fuera de ti con curiosidad y aceptación.
En pocas palabras, practicar mindfulness implica observar tus pensamientos, emociones y sensaciones tal como se presentan, sin la necesidad de modificarlos o rechazarlos. Esta práctica no solo contribuye a bajar el volumen a esa voz de alerta constante, sino que también fortalece tu relación contigo.
Así que, en resumen, en lugar de quedarte atrapado en un bucle de preocupaciones, el mindfulness te entrena para volver al momento presente, una y otra vez.
¿Cómo te ayuda?
La ansiedad muchas veces se alimenta de pensamientos sobre el futuro o interpretaciones catastróficas de la realidad, así que el mindfulness rompe este patrón al invitarte a estar aquí, justo en este momento que habitas.
Por ejemplo, al centrarte en tu respiración o en las sensaciones de tu cuerpo, le das a tu mente un punto de anclaje en el presente, lo que reduce la intensidad de los pensamientos ansiosos.
Además, el mindfulness fomenta una actitud de aceptación. En lugar de luchar contra la ansiedad o querer que desaparezca de inmediato, aprendes a verla como una experiencia pasajera, algo que no define quién eres. Esta perspectiva disminuye el poder que tiene sobre ti.
También hay que mencionar que esta herramienta te ayuda a reconocer las señales de tu cuerpo antes de que la ansiedad se intensifique, lo que te permite responder de manera más calmada y efectiva.
Por último, la práctica regular de mindfulness fortalece tu capacidad para mantener la atención en lo que realmente importa, incluso en situaciones estresantes. Con el tiempo, esta habilidad no solo alivia los síntomas de ansiedad, sino que también mejora tu bienestar general.
Pequeños pasos para incluir el mindfulness en tu día
Si te animas a probar el mindfulness, no necesitas hacer cambios drásticos ni dedicarle horas. Puedes empezar con cosas pequeñas como estas:
1. Respira de forma más consciente
Toma un par de minutos para observar tu respiración. Nota cómo entra y sale el aire. No trates de cambiar nada, solo presta atención. Es un ejercicio simple que te ancla al presente y tranquiliza tu mente.
2. Haz un escaneo corporal
Busca un lugar cómodo donde sentarte o acostarte y lleva tu atención a diferentes partes de tu cuerpo, desde la cabeza hasta los pies. Observa las sensaciones sin intentar cambiarlas. Es una forma genial de soltar tensiones que ni siquiera sabías que tenías.
3. Medita mientras caminas
Cuando salgas a caminar, en lugar de ir con prisa, pon atención en cómo se mueven tus pies y en las sensaciones de cada paso. Si tu mente se distrae, vuelve al acto de caminar. Es una práctica sencilla y efectiva.

Esther Tomás Ruiz
Esther Tomás Ruiz
Psicóloga, coach y terapeuta de familia y parejas
4. Dale un toque de mindfulness a lo cotidiano
El mindfulness no tiene que ser algo separado de tu día a día. Por ejemplo:
- Cuando comas: Fíjate en los sabores, texturas y olores de la comida.
- Al ducharte: Nota el agua cayendo sobre tu piel y el sonido del agua.
- Mientras lavas los platos: Observa cómo se siente el agua y el jabón en tus manos.
Como puedes notar, aunque la ansiedad te haga sentir horrible a veces, el mindfulness te ofrece una forma de recuperar el equilibrio sin complicarte la vida, pues no necesitas ser un experto ni dedicarle horas; con pequeños pasos puedes notar grandes cambios.
Al observar tu respiración, prestar atención a tus sensaciones y conectarte con el presente, estarás construyendo una relación más saludable contigo mismo y con tus emociones. ¿Te animas a intentarlo?


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