El sistema inmune humano se compone de muchas estructuras y procesos diferentes. En esta función están implicados órganos como la médula ósea, el timo, el bazo o los ganglios linfáticos, fundamentales para la producción de células inmunitarias.
En este artículo describiremos las funciones y las enfermedades relacionadas con la microglía, una de estas células.
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¿Qué es la microglía?
La microglía es un tipo de célula glial que se encuentra en el sistema nervioso central. El término se utiliza para hablar de un conjunto de células que cumplen funciones similares, relacionadas sobre todo con la defensa inmunitaria y la fagocitación de elementos potencialmente dañinos para las neuronas.
El término “microglía” fue acuñado en 1920 por Pío del Río Hortega, discípulo del pionero de las neurociencias Santiago Ramón y Cajal. Las funciones inmunitarias de estas células son conocidas desde la época de su descubrimiento, si bien el conocimiento sobre sus características ha avanzado en las últimas décadas.
Se trata de un tipo de glía muy versátil: la estructura de la microglía varía según las funciones que cumpla cada célula, el lugar en el que se encuentre y las señales químicas que reciba de neuronas colindantes. Hablamos de “fenotipo” para referirnos a la forma concreta que adopta cada microglía.
Se originan a partir de células progenitoras del mismo linaje que las que componen la sangre, localizadas probablemente en la médula ósea o en el saco vitelino anexo al embrión. Algunas de estas células migran al cerebro durante el desarrollo intrauterino; una vez han llegado a esta estructura se diferencian como microglía.
Las células gliales
Las células gliales o glía se sitúan en el sistema nervioso, es decir, en el encéfalo, en la médula espinal y en los nervios craneales y espinales. Apoyan a las neuronas de distintos modos: les dan soporte físico, las nutren y eliminan patógenos, tejidos dañados y productos de desecho, favorecen la transmisión de impulsos neuronales a través de la formación de mielina…
Entre los tipos de célula que se clasifican como glía destacan los astrocitos, fundamentales para la estructura y el funcionamiento de la barrera hematoencefálica, los oligodendrocitos, que crean las vainas de mielina del sistema nervioso central, y las células de Schwann, que lo hacen en el periférico.
Funciones de estas células
La microglía es conocida principalmente por sus roles inmunitario e higiénico; no obstante, también cumple otras funciones variadas, como el mantenimiento del equilibrio del medio extracelular del sistema nervioso o la reparación de tejidos dañados.
1. Fagocitosis (eliminación de desechos)
Estas células fagocitan (“devoran”) distintos tipos de compuestos del sistema nervioso central: células lesionadas y muertas, residuos, virus, bacterias, ovillos neurofibrilares, placas neuríticas... Tras la fagocitación tanto la microglía como su objetivo quedan inactivas, disminuyendo así el riesgo de que se altere el funcionamiento del sistema nervioso.
2. Mantenimiento de la homeostasis
La microglía envía señales a través de las citocinas a otros tipos de célula, como las neuronas, los astrocitos y los linfocitos T, implicados también en el sistema inmunitario. Entre las consecuencias de esta función destaca la regulación de la homeostasis del medio extracelular, así como el favorecimiento de la inflamación.
3. Inflamación y reparación de daños
Cuando un tejido del sistema nervioso central es dañado o infectado, la microglía facilita que se inflame; de este modo se inicia el proceso de reparación de las células lesionadas, a lo largo del cual estas células son muy importantes.
Además, si se producen daños en la médula espinal la microglía elimina las ramificaciones neuronales afectadas, permitiendo que se creen nuevas conexiones nerviosas.
4. Presentación de antígenos
Al inflamarse un tejido, los linfocitos T atraviesan la barrera hematoencefálica y entran en el sistema nervioso central. Una vez aquí se unen con células de la microglía que han fagocitado antígenos (partículas a partir de las cuales se producen anticuerpos); esto potencia la eliminación de amenazas y la recuperación de lesiones.
5. Destrucción de células (citotoxicidad)
La microglía tiene la capacidad de destruir bacterias, virus, neuronas infectadas y otros tipos de célula mediante la liberación de peróxido de hidrógeno y de óxido nítrico. En ocasiones esta respuesta resulta excesivamente agresiva y daña cantidades importantes de tejidos sanos, provocando daños cerebrales aún mayores.
Enfermedades relacionadas con la microglía
Las disfunciones en la microglía se asocian a alteraciones muy diversas. Estas células parecen estar implicadas de forma relevante en enfermedades neurodegenerativas como la de Alzheimer, en la que se acumulan placas neuríticas y ovillos neurofibrilares en el cerebro: la citotoxicidad de la microglía ataca a neuronas sanas contiguas al tejido dañado.
Las células de la microglía juegan un papel similar en el desarrollo de demencia debida a la infección por VIH, el virus del sida. De hecho, esta enfermedad también afecta de forma directa a la microglía, infectándola y promoviendo la neurotoxicidad. La microglía interviene también en otras enfermedades infecciosas, como la encefalitis herpética y la meningitis bacteriana.
La investigación revela que la glía es importante en la aparición de dolor neuropático, que se manifiesta en alteraciones como la alodinia o el síndrome del miembro fantasma. Esto se debe a que se activan en respuesta a daños en los nervios y favorecen la liberación crónica de compuestos químicos asociados a la sensación de dolor.