El líquido cefalorraquídeo es fundamental para el funcionamiento y la higiene del sistema nervioso central, especialmente del cerebro. Esta sustancia se produce en las cuatro estructuras que conocemos como “plexos coroideos”, localizadas en los ventrículos cerebrales.
En este artículo describiremos la anatomía y las funciones principales de los plexos coroideos. También mencionaremos las patologías que se asocian con mayor frecuencia a estas regiones del sistema nervioso central.
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Anatomía de los plexos coroideos
Los plexos coroideos están situados en el sistema ventricular del cerebro; hay un plexo en cada uno de los cuatro ventrículos. Su núcleo está formado por tejido conectivo, capilares y células linfoides, y lo rodea una capa de células epiteliales. Del epitelio depende la producción de líquido cefalorraquídeo, función principal de los plexos coroideos.
Además esta estructura separa y conecta el sistema nervioso central y el sistema circulatorio, lo cual explica la implicación de los plexos coroideos en el transporte de nutrientes y hormonas al cerebro y en la eliminación de sustancias residuales.
Los ventrículos son cuatro cavidades cerebrales interconectadas. Después de ser generado en los plexos coroideos, que se encuentran prácticamente en todas las regiones del sistema ventricular, el líquido cefalorraquídeo circula por el cerebro a través de los ventrículos hasta alcanzar la médula espinal.
Funciones de esta estructura
El número de funciones que se atribuye a los plexos coroideos ha aumentado en los últimos años; se ha descubierto que no sólo son relevantes por su capacidad para fabricar líquido cefalorraquídeo y proteger las neuronas, sino que cumplen también roles adicionales que podrían conllevar beneficios terapéuticos cuando la investigación avance en el futuro.
1. Producción de líquido cefalorraquídeo
El líquido cefalorraquídeo cumple distintas funciones clave en el sistema nervioso central: amortigua los golpes recibidos por el cerebro y permite que mantenga su densidad, participa en las defensas inmunitarias, regula la homeostasis (equilibrio extracelular) y contribuye a eliminar sustancias de deshecho del cerebro.
2. Formación de la barrera hematoencefálica
El tejido epitelial de los plexos coroideos compone una parte de la barrera hematoencefálica, que separa la sangre y el fluido extracelular del sistema nervioso central pero permite el intercambio de nutrientes y de residuos. También tiene una función defensiva, al impedir la entrada de determinadas toxinas.
3. Mantenimiento de la homeostasis extracelular
El equilibrio extracelular del cerebro y de la médula espinal se mantiene en parte gracias a los plexos coroideos, que modulan la interacción entre el sistema nervioso central y el sistema inmunitario.
4. Regeneración de tejidos y neuronas
Los plexos coroideos secretan compuestos neuroprotectores que favorecen la curación del daño neuronal; este efecto se ha relacionado sobre todo con lesiones traumáticas. Además en estas estructuras se ha detectado cierto grado de neurogénesis (producción de nuevas neuronas a partir de células progenitoras) incluso en la edad adulta.
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5. Detoxificación del cerebro
Los plexos coroideos contribuyen a la detoxificación del cerebro de dos modos: por un lado el líquido cefalorraquídeo que producen cumple esta función, y por otro su conexión con el sistema circulatorio facilita el traspaso de sustancias residuales a la sangre para permitir su eliminación.
6. Otras funciones
Además de los procesos que hemos descrito, en los últimos años se ha empezado a investigar el papel de los plexos coroideos en otras funciones: la producción de polipéptidos que nutren a las neuronas, la transferencia de información al sistema nervioso simpático...
Patologías de los plexos coroideos
Dado que los plexos coroideos, y en particular el líquido cefalorraquídeo que producen, cumplen funciones fundamentales para el organismo, las alteraciones en la anatomía y en la funcionalidad de estas estructuras pueden favorecer la aparición de diversas patologías.
Asimismo existe un gran número de factores que provocan ocasionalmente alteraciones en los plexos coroideos. La relación de estas estructuras con la enfermedad de Alzheimer, los accidentes cerebrovasculares y los traumatismos craneoencefálicos es especialmente relevante.
En las personas con la enfermedad de Alzheimer se da atrofia en las células ependimales de los plexos coroideos; esto hace que disminuya la producción de líquido cefalorraquídeo, que aumente el estrés oxidativo y que se acumulen toxinas en el cerebro en mayor medida.
Por otra parte, y si bien frecuentemente no tiene consecuencias graves, la aparición de quistes en los plexos coroideos durante el desarrollo fetal puede causar tumores y se ha asociado con aneuploidías (alteraciones en el número de cromosomas de las células) como el síndrome de Edwards, que resulta mortal para la mayoría de bebés.
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