En algunos trabajos y proyectos profesionales, el estrés laboral es un elemento tan habitual que puede llegar a quedar normalizado, como si formase parte de la oficina a la que se va a ejercer.
Sin embargo, lo cierto es que si este fenómeno psicológico y fisiológico no es gestionado adecuadamente, suele dar lugar a problemas de rendimiento e incluso a patologías de mayor o menor gravedad. Por ello, no es conveniente asumir que el estrés laboral es una experiencia simple y unidimensional; dependiendo de cómo lo afrontemos, los resultados que obtengamos en nuestro trabajo y en nosotros mismos serán muy diferentes.
Por eso, en el siguiente artículo veremos de qué manera es posible gestionar el estrés laboral centrándonos en las rutinas de trabajo con mayor capacidad para llevarnos al límite, es decir, aquellas que desarrollamos en situaciones de mucha tensión.
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Situaciones de fuerte tensión psicológica generadoras de estrés laboral
El estrés es un fenómeno psicológico tan importante en nuestras vidas precisamente porque puede ser desencadenado por una amplia variedad de situaciones. De hecho, se caracteriza por aparecer sobre todo ante contextos a los que no estamos acostumbrados del todo, aquellos que están más allá de nuestra zona de confort.
Es normal que sea así: la capacidad de experimentar estrés es una adaptación producida por la selección natural, dado que nos ayuda a reaccionar rápidamente en los momentos clave, cuando detenernos a decidir qué hacer puede salirnos muy caro por exponernos demasiado a un peligro o llevaros a perder una oportunidad importante.
Así, el estrés es lo contrario a nuestro estado de relativa relajación en el que estamos “por defecto” cuando todas nuestras necesidades más importantes están cubiertas. Surge cuando hay algo que perturba nuestro equilibrio emocional por introducir cambios relevantes en nuestro presente o en nuestras predicciones sobre lo que ocurrirá, y a la vez sentimos que si somos rápidos podemos hacer algo para mejorar nuestra situación o evitar un problema.
Por eso, el estrés puede adoptar tantas formas como maneras hay de que nuestro presente quede trastocado por problemas o imprevistos. Es un mecanismo de adaptación a lo imprevisible que en la mayoría de los casos nos ayuda a potenciar nuestra flexibilidad comportamental. Sin embargo, ninguna adaptación fruto de la selección natural es útil el 100% de las veces, y la respuesta de estrés no es una excepción a esto. Lo cual quiere decir que hay una amplia variedad de situaciones que pueden generar un problema de estrés si no aprendemos a gestionar bien este elemento psicológico.
Aunque técnicamente este abanico de contextos generadores de estrés es infinito, en la práctica, si nos ceñimos al mundo del trabajo, los que suelen llevar a las personas a situaciones límite son más fáciles de delimitar. Así, los que suelen verse más en una consulta de psicología son los siguientes.
- Preparación de oposiciones (aunque no sea un trabajo remunerado, hay un aspecto competitivo y horarios)
- Trabajos de alta exigencia en los que hay vidas humanas en juego: cirujanos, controladores aéreos, etc.
- Desarrollo de proyectos con altas cargas de trabajo y "deadlines" ajustados.
- Trabajos muy ligados al mantenimiento de una marca personal en redes sociales: influencers, diseñadores, youtubers…
- Competición en el ámbito de los deportistas de élite y el deporte profesional
- Trabajos creativos en los que un bloqueo de la inspiración es un serio problema
- Situaciones en las que se asume más carga de trabajo porque falta personal
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Estrategias de manejo del estrés asociado a proyectos profesionales difíciles
Estas son varias de las estrategias de gestión del estrés más usadas en psicoterapia para ayudar a las personas que hacen frente a un contexto profesional muy exigente.
1. Práctica de Mindfulness
El Mindfulness o Atención Plena es un recurso muy útil para potenciar la capacidad de mantener un equilibrio emocional adecuado, siempre que lo utilicemos como un hábito de manera consistente. Permite resituar nuestro foco atencional en el presente y dejar de alimentar miedos sin sustento real y pensamientos obsesivos que nos paralizan.
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2. Práctica de técnicas de relajación
Las técnicas de relajación como la respiración profunda o la relajación muscular progresiva de Jacobson tienen como objetivo influir en lo psicológico desde lo psicológico, es decir, hacer que los ritmos pausados de nuestro cuerpo queden plasmados en nuestra manera de procesar el presente y los estímulos a los que nos exponemos.
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3. Establecimiento de pautas y segmentación de las tareas
Muchos trabajos altamente estresantes producen mucho malestar porque nos exponen a una incertidumbre que intimida. Nos plantean la pregunta: ¿Qué hacer a continuación? Al ser todo tan complicado y al enfrentarnos a tantas tareas, nos quedamos paralizados porque no nos vemos capaces de afrontarlo todo, la situación nos desborda.
Por eso, en psicoterapia se entrena a las personas en la habilidad de establecimiento de pautas y segmentación de tareas, de manera que desde un inicio establezcamos una secuencia de actividades clara, compuesta por metas a muy corto plazo que sirven como referencias de nuestro progreso y siempre están ahí para motivarnos.
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4. Entrenamiento de la capacidad atencional
La diferencia entre saber concentrarse adecuadamente en la tarea y no hacerlo puede suponer hacer esa actividad en la mitad de tiempo o no. Por eso, este es uno de los aspectos de la intervención psicológica más valorados por profesionales, deportistas de élite, opositores…
5. Aprendizaje de las pautas de descanso correctas
Ser muy indulgentes con nosotros mismos en nuestra manera de descansar entre tareas puede hacer que perdamos el control de los minutos dedicados a reponer fuerzas y que caigamos en la procrastinación constantemente, dejando que el trabajo se nos acumule.
Pero a la vez, quedarnos cortos con el tiempo de descanso hará que llegue un punto en el que seamos incapaces de concentrarnos y terminemos descansando más igualmente, pero de manera caótica y no reparadora.
Por eso, es importante aprender a distribuir en nuestro horario las horas de descanso que se ajustan a las exigencias del trabajo y a nuestras características personales.
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