Hay muchas formas de duelo psicológico causado por pérdidas importantes. Por ejemplo, por la pérdida del empleo, de la pareja, por el cambio de escuela, por la pérdida de un ser querido, por la pérdida de salud, y tal vez incluso por la pérdida de una mascota.
En este caso quiero ahondar en la pérdida de una relación de pareja, que tiene características propias.
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Las claves del duelo por ruptura amorosa
Es muy habitual que, cuando terminan una relación amorosa, en muy poco tiempo las personas crean y sientan estar repuestas o como si nada malo les hubiera ocurrido; incluso comienzan de nuevo la búsqueda de una nueva pareja, como “echando tierrita debajo de la alfombra”. Es decir, llevándose sus propios problemas emocionales a la siguiente relación.
Esos problemas emocionales o factores de personalidad que influyeron un 50% en esa ruptura probablemente continúen estando en las personas, sin resolverse, tiempo después. Y pueden incluso conducir a la codependencia o a una calidad de vida indeseada.
También es común que las amistades o la familia de personas involucradas en esa ruptura inviten a la persona en cuestión a distraerse, divertirse, salir incluso con otros prospectos de pareja, con el afán de no verlos llorar ni sufrir; obviamente esto lo hacen por amor, sin embargo, la mayoría de las veces quienes más nos aman, son quienes más probablemente nos terminen perjudicando.
Es dañino hacer como que no ocurrió nada y pedirle a la persona que sufrió una pérdida, que se haga el/la fuerte, se distraiga o simplemente se busque otra persona para suplir ese vacío. Es nocivo porque no le están permitiendo elaborar el duelo de una manera correcta, ya que lo único que genera el hecho de hacerse el/la fuerte es un rezago de emociones negativas y sin procesar.
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¿Qué hacer?
Lo normal en personas que pierden una pareja debería ser esperar un tiempo considerable (más o menos 6 o 9 meses como mínimo) a solas, aprendiendo a lidiar con su propia soledad, entendiéndola, procesándola, y así disminuir la gran sensación de vacío. Permitirse este tiempo a solas implica salir al cine, teatro, hacer las compras, realizar los hobbies que habitualmente se disfrutan, pero consigo mismo. Y por supuesto, cuando sienta necesidad, llorar y sentirse triste, con rabia, con ganas de recuperar esa relación y finalmente aceptando la ruptura.
Justamente esas últimas emociones representan, según algunos autores, las etapas de duelo. Hay investigadores que proponen más etapas, pero en resumen, las fases de duelo son: Negación, tristeza, coraje, regateo o ganas de recuperar lo perdido y finalmente aceptación. Estas etapas no tienen un orden cronológico ni preciso, pero sí es imprescindible atravesarlas todas ellas en un vaivén constante y dejar fluir las emociones respectivas a cada una de ellas.
La pérdida de una pareja es una oportunidad enorme de reelaborar emociones, detonadas en el presente pero que tienen su raíz en las primeras etapas de la vida de la persona. Así que lejos de lo que se cree, lo mejor al estar en duelo amoroso sería hacer frente a esas emociones tan intensas, aprendiendo a disfrutar de la propia compañía.
Lo ideal cuando algo así ocurre siempre será ir deshaciéndose de todo vestigio que recuerde aquella persona (de forma negativa e incluso positiva), para que lo único que reste al final, sea un recuerdo emocionalmente más neutro. Cabe mencionar que las palabras clave para atravesar por dicho proceso y finalizar de forma idónea, son: te amo, te perdono, gracias y lo siento.
Una vez que puedan decirse estas palabras de forma sincera (y de forma imaginaria), muy posiblemente la persona habrá superado aquella pérdida.
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¿Qué puede pasar ante un duelo por ruptura de pareja mal gestionado?
Por otro lado, cuando no se elabora un duelo de forma adecuada, las consecuencias de ello pueden ser bastante graves, ya que esto se puede tornar patológico y llegar a incorporarse a la vida de la persona sin que lo note. Además, estará repitiendo los mismos patrones conductuales mientras continúe evadiendo esa ruptura.
Incluso, en ocasiones, algunas personas que no elaboran correctamente una pérdida, no pueden aliviarse sólo con el apoyo de la psicoterapia, sino que requieren apoyo psiquiátrico y farmacológico.
Clínicamente hablando, en casos así podrían aflorar problemas como las crisis de ansiedad o la depresión. Esta última psicopatología implica estar varios meses experimentando irritabilidad, tristeza, problemas alimenticios, falta de interés por las cosas que antes le interesaban, falta de higiene... con lo cual la persona no podrá estar viviendo la vida digna y con todo lo que desearía, que en verdad se merece tan sólo por el hecho de ser humano.
Podría darse el caso en el que todas las carencias o cuestiones mejorables de la vida de una persona giren incluso en torno a uno o varios duelos no resueltos anteriormente. Ocurre en personas muy ancladas en lo que podría llamarse melancolía o desánimo la mayor parte del tiempo.
Por todo lo anterior es que debemos considerar muy importante el hecho de permitirnos ser vulnerables y pedir ayuda profesional psicoterapéutica sin ninguna clase de prejuicio, ya que es un proceso enfocado hacia el propio bienestar y para lograr construir una vida lo mejor posible, sin repetir patrones conductuales y tal vez incluso familiares dañinos, aprendidos a partir de carencias emocionales no resueltas o procesadas desde los primeros años de vida.
Por supuesto, ninguna persona nace con todas las habilidades para incorporarse a la vida de forma idónea, pero es más valiente y fuerte quien acepta ayuda de forma inteligente...