Pese a haberse levantado el Estado de Alarma hace ya varios meses, la amenaza del COVID-19 sigue presente en nuestras vidas. Esto ha provocado que muchas personas vivan una especie de “autoconfinamiento”, como consecuencia del miedo a ser contagiados.
Dicho “autoconfinamiento” no es otra cosa que un intento de controlar “lo incontrolable”. Algunos ejemplos de este “autoconfinamiento” consisten en: salir de casa solo para lo “imprescindible”, no hacer uso del transporte público, no viajar ni irse de vacaciones, no quedar con nadie, no acudir a ningún bar ni restaurante ni piscina pública ni playa, desinfectarlo todo y lavarse las manos o aplicarse gel hidroalcoholico en exceso, que les acaba provocando, muchas veces, problemas de tipo dermatológico, llevar puesta la mascarilla aunque vayan solos en el coche, etc.
Ahora bien, ¿qué factores o rasgos de personalidad influyen en que una persona desarrolle el, recientemente, denominado por muchos "síndrome de la cabaña"?
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Factores de personalidad vinculados al autoconfinamiento
Estos son los patrones de comportamiento que generan predisposición a autoconfinarse de un modo casi obsesivo.
1. Son personas que tienen mucho miedo a “perder el control”
Piensan que “algo terrible” pasará si esto sucede.
2. No toleran la incertidumbre
La viven como una amenaza, ya que se sienten como si “andaran sobre arenas movedizas” o “cascaras de huevo” y eso les produce inseguridad.
3. Están siempre activadas ante el peligro
Debido a esta elevada necesidad de control, se anticipan a situaciones que consideran potencialmente peligrosas, para poder hacerles frente, en el supuesto caso de que acaben ocurriendo. Y tienden a la “sobreinformación”.
4. Suelen ser muy conservadoras
Les cuesta adaptarse a los cambios o situaciones imprevistas y la rutina les da seguridad.
5. Su manera de pensar suele ser rígida o poco flexible
Su manera de pensar suele producirse en términos de “todo o nada”, no contemplando los “grises” o “medias tintas”.
6. Necesitan un guión a seguir en las distintas situaciones a las que se enfrentan
Esto ocurre porque, frecuentemente, desconfían de su propio criterio y tienden a actuar según “lo esperable” socialmente.
7. Desconfían
Generalmente, suelen tener un sentimiento de recelo o desconfianza hacia el mundo y/o hacia los demás, considerándolo como un lugar amenazante y lleno de peligros. En realidad, podríamos decir que su visión es más realista que la del resto de la gente. Ya que, la mayoría de las personas estamos sujetas al denominado: “sesgo de positividad”, que consiste en ver el mundo como un lugar más seguro y menos peligroso de lo que realmente es.
8. Poseen un elevado sentido de la responsabilidad
Ponen mucho énfasis en la moral, teniendo demasiado en cuenta a los demás, lo que ocasiona, muchas veces, que lleguen al punto de dejarse de lado a ellos mismos, estableciendo una rígida barrera entre lo que consideran que “está bien” y “está mal”.
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9. Acostumbran a ser muy perfeccionistas
Tienen un elevado nivel de autoexigencia y autosacrificio hacia el bien común. Utilizando frecuentemente expresiones del tipo: “Debería”, “tendría que”, etc.
10. Tienden a la hipocondría
En ocasiones, tienden a ser aprehensivos/as e hipocondriacos/as, lo que provoca que estén demasiado pendientes de sus sensaciones corporales, amplificándolas en muchas situaciones.
11. Suelen ser personas introvertidas
Es decir, en muchos casos cuentan con un amplio “mundo interno” y gran capacidad para la imaginación, que disfrutan y toleran bien la soledad, por lo que necesitan menos estímulos externos o relaciones sociales, que otras personas.
12. Dan muchas vueltas a las cosas
Muestran una tendencia a obsesionarse a veces y le dan mucha importancia a sus pensamientos, equiparándolos, en ocasiones, a acciones o hechos. También suelen ser “supersticiosos” y creer que si piensan algo, esto puede acabar sucediendo, finalmente.
13. Su pensamiento suele ser más concreto
Suele provocarles ansiedad la posibilidad de que pueda producirse algún tipo de malentendido, les gusta que las “cosas estén claras”, utilizando, a menudo, expresiones del tipo: “las cosas claras y el chocolate espeso”, “al pan pan y al vino, vino” no gustándoles los dobles sentidos, ni los mensajes ambiguos y tomándose, a menudo, las cosas “al pie de la letra”.
14. Acostumbran a ser sumisos con la autoridad
Tienden a acatar las normas y mandatos de personas, jerárquicamente, por encima de ellos sin cuestionárselas.
15. No distinguen entre lo posible y lo probable
Es decir, piensan que si algo es posible que suceda, probablemente acabará pasando.
Su estado habitual suele ser de hipervigilancia Esto les provoca una permanente dificultad o incapacidad para relajarse, ante la posibilidad de que algún peligro o situación externa, les pille desprevenidos y no puedan evitarlo.
16. Son propensos a tener pensamientos catastrofistas
Terminan poniéndose, casi siempre, en lo peor. Utilizan, a menudo, expresiones como: “y si...”, “piensa mal y acertarás”, etc
17. Les cuesta pedir y recibir ayuda
Ello les hace sentir vulnerables. También tienden a desconfiar de la ayuda de los demás y, tampoco, les gusta “molestar”.
18. Tienen tendencia a huir de situaciones conflictivas
Prefieren evitar el conflicto, en general, por miedo a enfadarse y acabar perdiendo el control. Y ante la posibilidad de que los demás se enfaden con ellos, por miedo al rechazo o al abandono, o a sufrir algún tipo de perjuicio por parte de los mismos.
19. Se crea el fenómeno "profecía autocumplida"
En ocasiones, la ansiedad que les genera la incertidumbre es tan elevada que no la toleran y acaban “perdiendo el control”, pudiendo pasar al extremo contrario, lo que, paradógicamente, puede provocarles que se expongan a situaciones de riesgo y de peligro, reforzando esto ese miedo a perder el control.