Los efectos de los estados de ansiedad mantenidos a largo plazo pueden suponer un desgaste emocional en el paciente y además interferir en todos los aspectos de la vida cotidiana. Para evitar sus síntomas y las consecuencias que acarrean es imprescindible la intervención mediante terapia psicológica y farmacológica.
Las benzodiacepinas son los tratamientos farmacológicos de elección en estos casos. Dentro de este grupo se encuentra el lorazepam, el cual presenta numerosas ventajas a la hora de acompañar una terapia psicológica, proporcionando al paciente un apoyo para la recuperación.
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¿Qué es el lorazepam?
El lorazepam constituye un fármaco tranquilizante y ansiolítico correspondiente a la categoría de las benzodiacepinas de alta potencia; al cual se le atribuyen cinco propiedades básicas:
- Ansiolíticas.
- Amnésicas.
- Sedantes e hipnóticas.
- Anticonvulsivas.
- Relajantes musculares.
Este tipo de ansiolíticos poseen la facultad de estabilizar el estado psíquico de forma que no perjudique ni interfiera en las actividades o tareas diarias de la persona que lo toma.
Asimismo, una de las ventajas que el lorazepam presenta ante otros tipos de benzodiacepina es que este actúa sobre los elementos emocionales eliminándolos, por lo que anula la tendencia a padecer trastornos con base o carga emotiva y psico-reactiva.
Esta cualidad lo convierte en un medicamento especialmente recomendado a la hora de acompañar algún tipo de intervención psicológica, además de que es combinable con otros psicofármacos o tratamientos antidepresivos.
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Usos de este fármaco
La prescripción del lorazepam está principalmente delimitada al tratamiento de los trastornos de ansiedad y con el objetivo de aliviar, tanto a corto como a largo a plazo, los síntomas que esta alteración conlleva. Más concretamente en los casos en los que la sintomatología interfiera o limite la vida del paciente.
No obstante, es necesario que el profesional clínico revise y evalúe regularmente la eficacia del fármaco cada paciente, puesto que su uso de forma crónica no ha sido validado por los estudios clínicos y, además, el lorazepam es susceptible de provocar en la persona dependencia tanto física como psicológica.
Asimismo, el lorazepam también está recomendado para el tratamiento muchas otras enfermedades o afecciones. Entre ellas se incluyen:
- Síndrome del colon irritable.
- Epilepsia.
- Insomnio.
- Tratamiento de las náuseas y vómitos inducidos por el tratamiento del cáncer.
- Manejo de la agitación causada por el síndrome de abstinencia.
Forma de administración y dosis
Los dos formatos en los que se puede encontrar el lorazepam son en tabletas o en solución líquida concentrada para ingerir por vía oral. La dosis habitual se restringe a dos o tres tomas diarias, es decir 2,5 mg de producto aproximadamente.
No obstante, con el objetivo de conseguir los mejores resultados posibles se recomienda que el profesional facultativo establezca la frecuencia de administración y la duración de forma individualizada. Asimismo, en el caso de que sea necesario aumentar la dosis diaria es necesario que se proceda a hacerlo de manera progresiva, eliminando así los posibles efectos colaterales.
A causa de la alta tolerancia que genera este fármaco es aconsejable que el lorazepam sea utilizado solamente en lapsos cortos de entre dos y cuatro semanas. De esta forma, también se elimina el riesgo de dependencia física ocasionado por su consumo a largo plazo, y con él los síntomas de abstinencia que este genera. Estos síntomas son:
- Estados de ansiedad.
- Alteración de los sentidos.
- Insomnio.
- Disforia.
- Psicosis y convulsiones (en el menor de los casos).
Efectos secundarios del lorazepam
Tal y como ocurre en la mayoría de los medicamentos, independientemente de la acción o propósito que estos tenga, el lorazepam también puede ir acompañado de una serie de efectos secundarios y riesgos.
Si bien estos efectos adversos no tienen porqué aparecer en todas las personas, es importante poder reconocerlos y así modificar las dosis o cambiar a otro tipo de benzodiazepinas.
Estos efectos secundarios pueden clasificarse en: muy frecuentes, frecuentes, poco frecuentes, raros, muy raros o de frecuencia no establecida.
1. Muy frecuentes
- Sedación.
- Sensación de cansancio.
- Sensación de ahogo.
2. Frecuentes
3. Poco frecuentes
- Náuseas.
- Alteraciones en la libido.
- Impotencia.
- Descenso de los orgasmos.
4. Raros
Agitación. Erecciones.
5. Muy raros
- Hipersensibilidad.
- Reacciones alérgicas de la piel.
- Falta de sodio.
- Hipotermia.
- Alteraciones en la secreción de la hormona antidiurética.
- Hipotensión.
- Estreñimiento.
- Aumento de los niveles de bilirrubina.
- Coloración amarillenta de la piel y el blanco de los ojos.
- Aumento de las transaminasas y de la fosfatasa.
- Trombocitopenia o merma del número de plaquetas en sangre.
- Agranulocitosis o merma de número de neutrófilos en sangre.
- Pancitopenia o reducción de todas las células de la sangre.
- Reacciones paradójicas como la ansiedad.
- Depresión del sistema nervioso central.
- Problemas respiratorios.
En el caso de que el paciente experimente cualquiera de los efectos adversos anteriores, es conveniente que acuda, lo antes posible, a la consulta del facultativo.
Precauciones
Existen una serie de indicaciones o condiciones a tener en cuenta antes de comenzar un tratamiento de lorazepam, dado que este no está indicado para todo tipo de personas. En los siguientes casos no es recomendable su consumo o al menos, el paciente debe de tener cuidado de las posibles complicaciones que este le pueda acarrear.
El uso de lorazepam está desaprobado en personas alérgicas a este principio activo, así como a cualquiera de los elementos que se encuentren dentro de esta especialidad farmacéutica. Los síntomas o efectos adversos que el paciente puede sufrir van desde dificultades respiratorias o crisis de asma, hasta hinchazón, urticaria o shock anafiláctico.
Otros casos en los que se prohíbe el consumo de lorazepam son cuando la persona sufre de miastenia gravis, dificultades respiratorias severas, apneas del sueño o si padece alguna enfermedad hepática severa.
Es necesario que el paciente informe a su médico en el caso que este esté tomando algún otro tipo de medicación, incluyendo aquella que se puede obtener sin receta, para así evitar cualquier posible interferencia o efecto dañino para el organismo como consecuencia de la combinación de fármacos.
Asimismo, es necesario que el paciente sepa que tanto los barbitúricos como las bebidas alcohólicas ejercen un efecto depresor sobre el sistema nervioso central, por lo que si se administran o toman conjuntamente los efectos sedantes de la medicación se acentúan de forma considerable y perjudicial.
Por otra parte, existen una serie de circunstancias especiales bajo las cuales las personas deben tener precaución a la hora de tomar esta medicación, o directamente no tomarla. Estas condiciones incluyen el embarazo y la lactancia; niños, ancianos y pacientes débiles físicamente, personas con insuficiencia respiratoria y la conducción y uso de maquinaria.
1. Embarazo y lactancia
Es necesario que la paciente comunique al personal médico si está embarazada o si tiene intención de quedarse encinta, dado que el consumo de benzodiazepinas se asocia a un incremento en el riesgo de malformaciones en el feto si se administra durante el primer trimestre de embarazo.
Además, si este fármaco se administra cuando la mujer atraviesa la fase tardía del embarazo, es posible que el lorazepam ocasione una serie de secuelas en el bebé. Estos efectos abarcan desde hipoactividad o hipotermia, hasta apnea y problemas respiratorios y de alimentación. Otro efecto adverso que el lorazepam tiene sobre el bebé es que este corre el riesgo de adquirir una dependencia física que acabe en un síndrome de dependencia postnatal.
Por otra parte, este medicamento está altamente contraindicado durante el periodo de lactancia. El efecto de las benzodiacepinas segregadas a través de la leche materna puede incluir efectos sedantes en el bebé e incapacidad para mamar.
2. Niños, tercera edad y pacientes con debilidad física
En ningún caso deben administrarse benzodiazepinas en niños, exceptuando afecciones o enfermedades muy extremas, siendo la duración del tratamiento lo más corta posible.
Asimismo, dado que los ancianos y pacientes débiles físicamente tienen una mayor predisposición a sufrir los efectos de la medicación, es recomendable que se les administre en dosis muy bajas.
3. Personas con insuficiencia respiratoria
Al igual que las personas de la tercera edad o en situación de debilidad física, los pacientes con algún tipo de insuficiencia respiratoria también deben consumir este fármaco en dosis mucho menores, puesto que el riesgo de sufrir una depresión respiratoria es mucho mayor.
4. Conducción y uso de maquinaria
Debido a los efectos sedantes del lorazepam las personas que necesiten conducir vehículos o manejen maquinaria deben tener prudencia, puesto que la medicación puede alterar la capacidad de realizar estas tareas.