Viloxazina: usos y efectos secundarios de este fármaco

Este antidepresivo ha sido comercializado durante años, pero ya no se vende por sus efectos dañinos.

Viloxazina
Este antidepresivo fue retirado del mercado por sus posibles efectos dañinos sobre el cerebro.

La creación de nuevos fármacos para combatir todo tipo de enfermedades y trastornos, tanto psicológicos como físicos, es un proceso dinámico en el que cualquier medicamento puede ser retirado del mercado casi tan rápidamente como fue puesto en él. Bien sea por motivos económicos o en relación a los beneficios de la empresa, como por motivos de seguridad.

Este es el caso de la viloxazina, un antidepresivo comercializado a lo largo de poco más de veinte años y del cual hablaremos a lo largo de este artículo. De la misma manera, analizaremos sus usos y su forma de administración, así como sus posibles efectos secundarios y las precauciones que debían tomar quien lo consumía.

¿Qué es la viloxazina?

La viloxacina, conocida comercialmente con los nombres de Vivalan, Emovit, Vivarint y Vicilan, era un medicamento antidepresivo cuyo principal activo era un derivado de morfolina y que se entraba categorizado dentro del grupo de los inhibidores selectivos de la recaptación de norepinefrina (ISRN).

Esta fármaco fue descubierto y lanzado al mercado en el año 1976. Durante su época de comercialización, fue utilizado como antidepresivo en un gran número de países europeos, llegado a alcanzar bastante fama debido a sus efectos estimulantes similares a los de las anfetaminas, pero sin los efectos tan adictivos o sin los signos de dependencia de estas.

A pesar de que nunca se le otorgó la aprobación de la Administración Americana de Alimentos y Medicamentos (FDA), se le concedió una designación para el tratamiento de la narcolepsia y la la cataplejía. No obstante fue retirado de los mercados de todo el mundo en el año 2002, alegando razones comerciales.

En cuanto a su forma de actuación como antidepresivo, se observó que, en modelos animales, la viloxazina, inhibe la recaptación de norepinefrina en los corazones de ratas y ratones. Por lo que respecta a la inhibición de la recaptación de la serotonina, este fármaco potenciaba las funciones cerebrales mediadas por este neurotransmisor de la misma manera que otros antidepresivos más potentes como la amitriptilina o la imipramina; no mostrando además ningún efecto anticolinérgico.

Finalmente, también se descubrió que , en ratas, regulaba de manera muy efectiva los receptores gabaérgicos de la corteza frontal de estos animales.

¿En qué casos se usaba este antidepresivo?

La Viloxazina era administrada, en algunos países europeos, como el fármaco de elección para el tratamiento de la depresión o trastorno por depresión mayor. La depresión o trastorno depresivo mayor, es una afección mental o psicológica caracterizada porque la persona que la padece experimenta un sentimiento constante y agudo de emociones negativas como la tristeza y la angustia.

A menudo, la depresión se acompaña de una baja autoestima, pérdida de interés por las actividades que habitualmente resultaban agradables o atrayentes, disminución de la energía y dolores sin causa aparente.

Mientras que en los casos más leves la depresión puede aparecer de manera intermitente, alternando períodos de depresión y períodos de estabilidad emocional. Mientras que en los más graves la persona presenta los síntomas permanentemente; incluyendo creencias faltas o incluso alucinaciones visuales o auditivas.

El trastorno depresivo mayor puede llegar a interferir notablemente y de manera negativa en el día a día del paciente; modificando sus rutinas, su hábitos alimenticios, los ciclos de sueño y su estado de salud general. El declive de la persona puede llevar a ser tan grave que entre un 2 y un 7% de las personas con depresión llegan a recurrir al suicidio como forma de eliminar el sufrimiento padecido.

¿Cómo se administraba?

La viloxazina se comercializaba en forma de comprimidos para la administración oral. Habitualmente, se recomendaba ingerir dosis diarias de entre 50 y 100 miligramos, una vez cada 8 o 12 horas y, a poder ser, acompañado de alguna comida. Además, la última dosis debía de ser ingerida, recomendablemente, antes de las 6 de la tarde.

No obstante, en los casos más graves, la dosis podía llegar a aumentarse hasta los 400 miligramos de viloxazina al día.

Es necesario especificar que, ni en este caso ni en el de ningún otro medicamento, el paciente debe alterar por su cuenta las dosis indicadas por el profesional médico, ya que estas se ajustan a las necesidades o estado del paciente. De lo contrario, existe la posibilidad de que el paciente experimente graves efectos secundarios como alteraciones bruscas del estado de ánimo, entre muchos otros síntomas.

Debido a la forma de actuación de la viloxazina, en la mayoría de los casos el tratamiento farmacológico de iniciaba de manera gradual, comenzando con dosis más bajas las cuales van aumentando según transcurren las primeras semanas de tratamiento.

Además, la viloxazina nunca debía de ser retirada de manera brusca, puesto que los efectos secundarios de esta interrupción en el consumo del medicamento podrían ocasionar síntomas propios del síndrome de abstinencia tales como cefaleas graves, aumento de la rigidez muscular, alteraciones anímicas, vértigos o mareos.

¿Cuáles eran los efectos secundarios?

Al igual que ocurre con la gran mayoría de la medicación psiquiátrica, el viloxazine también presentaba una serie de efectos secundarios que, si bien no siempre resultaban importantes o de gravedad, aparecían de manera bastante frecuente.

En la mayoría de los casos, la aparición de los efectos secundarios era debidos a una dilatación de la acción farmacológica de la medicación y afectaban sobre todo al sistema nervioso central y autónomo.

Estas reacciones adversas podían dividirse en: efectos secundarios frecuentes aparecen entre un 10 y un 25% de los casos), ocasionales (entre un 1 y 9% de los casos) y efectos secundarios raros (menos de un 1% de los casos).

1. Efectos secundarios frecuentes

Náuseas. Vómitos. Dolor de cabeza.

2. Efectos secundarios ocasionales

Estos son efectos secundarios de la viloxacina que resultan algo más raros.

  • Estreñimiento.
  • Sequedad bucal.
  • Retenciones urinarias.
  • Taquicardias.
  • Trastornos de la acomodación.

3. Efectos secundarios raros

En estos casos, extraños pero graves, el tratamiento con viloxazina debía ser suspendido de manera inmediata y siempre bajo la supervisión y vigilancia de un médico.

  • Arritmias cardíacas.
  • Hipotensión ortostática.
  • Empeoramiento de la ansiedad.
  • Agitación.
  • Somnolencia o insomnio.
  • Ataxia.
  • Confusión.
  • Temblores.
  • Parestesias.
  • Sudoración.
  • Mialgia.
  • Hipertensión leve.
  • Erupciones cutáneas.
  • Convulsiones.
  • Ictericia.

¿Qué precauciones debían tomarse durante su consumo?

Antes del inicio del tratamiento, el paciente debía de informar a su médico de cualquier condición especial de salud en la que se encontrara, sobre todo si esta incluía alteraciones cardiovasculares, epilepsias, insuficiencias hepáticas o insuficiencias renales.

De la misma manera, existen una serie de medicamentos que podían interferir con la acción de la viloxazina. Entre ellos se incluían fármacos antiepilépticos, levodopa, teofilina o el hipérico.

A pesar no haberse constatado efectos adversos del consumo de viloxazina durante el embarazo, esta sí podía ser excretada en la leche materna, por lo que era habitual recomendar no administrar este fármaco durante las últimas semanas de embarazo y durante la lactancia.

Finalmente, al igual que otros fármacos antidepresivos, la viloxazina podía provocar estados se somnolencia y confusión, por lo que se desaconsejaba la conducción de vehículos y el manejo de maquinaria pesada durante el tratamiento.

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Isabel Rovira Salvador. (2018, abril 9). Viloxazina: usos y efectos secundarios de este fármaco. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicofarmacologia/viloxazina

Psicóloga Sanitaria y Sexóloga

Licenciada en Psicología por la Universitat de València. Especializada en Sexología Clínica y Terapia de Pareja por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) donde, entre otras cosas, descubrió su pasión por la psicología de la infertilidad. Para completar su formación clínica, realizó el Máster de Psicología General Sanitaria en la Universitat de Valencia.

Ha desempeñado labores de psicóloga en diversos centros, entre ellos la Unidad de Salud Mental del Hospital Clínico Universitario de Valencia y el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Barcelona.

Actualmente, Isabel compatibiliza su trabajo con un blog divulgativo llamado “Sexplícitamente Hablando”. En el que reflexiona sobre aspectos psicológicos de las relaciones personales y sobre la sexualidad.

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