El éxito académico puede ser clave para la entrada al mundo laboral. Comentamos diferentes factores psicológicos a tener en cuenta para un desarrollo académico saludable y la consecución de nuestras metas.
Se considera que el éxito académico es el logro de las metas y objetivos en los estudios, además de la obtención de resultados y calificaciones satisfactorias. La educación facilita la formación integral de las personas y se considera el camino principal para la independencia económica y la vida social. También nos ayuda a desarrollar habilidades para nuestro desempeño en diversos aspectos de la vida diaria.
¿Qué factores psicológicos influyen en el éxito académico?
Tanto estudiantes como sus familias confían en las instituciones académicas para recibir una educación que les ayude a dirigir su vida profesional. Sin embargo, en muchas ocasiones no se cumplen estas expectativas. Existen diferentes factores asociados al logro académico, desde los recursos económicos de las instituciones, hasta los niveles socioeconómicos y culturales de los estudiantes, pasando por la formación de los docentes, el compromiso de la familia y la metodología utilizada, entre otros.
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Se ha hablado de la higiene mental como el conjunto de circunstancias, ya sea mentales, físicas o psicológicas, que pueden favorecer en el desempeño de tareas intelectuales. Todo lo que hacemos está influenciado por nuestro estado de ánimo, por lo que si neuro-fisiológicamente estamos más predispuestos al aprendizaje, las capacidades para alcanzar estos conocimientos serán más probables.
Estos procesos ligados a la higiene mental se ven influenciados de forma importante por el autoconcepto; la representación conceptual interna que tenemos cada uno de nosotros mismos, y las condiciones fisiológicas y su influencia; la tensión muscular, la energía, la relajación y el funcionamiento general del cuerpo humano.
En este artículo vamos a presentar algunos factores psicológicos que pueden influir en nuestro éxito académico para saber identificarlos y, en caso de necesitarlo, de cómo podemos mejorar nuestro desempeño en los estudios siendo conscientes de estos factores.
1. Motivación
Este es otro de los principales factores psicológicos que impulsan el éxito académico; la motivación se ha definido como el motor del éxito, un factor clave en relación al desempeño en los estudios. Esta se refiere a la fuerza que impulsa a la hora de estudiar a comprometerse con el aprendizaje, establecer metas y mantener un esfuerzo concreto para alcanzarlas. Se han definido dos tipos de motivación: motivación intrínseca y extrínseca.
La motivación intrínseca es la que proviene del interés personal y del disfrute por el proceso de aprendizaje, por lo que se considera particularmente poderosa para el éxito y desempeño académico a largo plazo. Los estudiantes con mayor motivación intrínseca están más predispuestos a explorar y asumir desafíos, manteniendo un enfoque constante en su aprendizaje. La satisfacción de adquirir conocimientos y habilidades que genuinamente les interesan es la que más peso tiene en el refuerzo para mantener esta motivación para seguir aprendiendo y mejorando.
Por otro lado, la motivación extrínseca es aquella que se mantiene por las recompensas que se puedan obtener una vez finalizado el esfuerzo del estudio. Por ejemplo, tener la certeza de que al acabar una temporada de exámenes te irás de viaje. Esta motivación puede proporcionar un impulso inicial para mantener el esfuerzo de cara al estudio, pero tiene a ser menos sostenible a largo plazo. Además, diferentes estudios afirman que, en caso de que las recompensas desaparezcan, la motivación extrínseca tiene también a la extinción.
La combinación de la motivación intrínseca y extrínseca es la causante del mayor impulso de los estudiantes a enfrentar desafíos, persistir ante dificultades y aprovechar y disfrutar de la experiencia educativa, permitiendo alcanzar metas académicas y promoviendo un aprendizaje mantenido en el tiempo.
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2. Autoeficacia
La autoeficacia se ha definido como el conjunto de creencias que tiene una persona en sus propias capacidades para tener éxito en una tarea concreta. En el contexto académico, se ha acuñado como autoeficacia académica.
Esta autoeficacia implica tener confianza en las propias habilidades y competencias para enfrentarse y superar los desafíos y retos académicos. Los estudiantes con una alta autoeficacia académica son aquellos que se creen capaces de aprender, comprender y aplicar el contenido de su estudio de forma efectiva. Es esta creencia y confianza en sí mismos lo que les hace establecer metas que puedan suponer un desafío para ellos, ser persistentes pese a las dificultades y saber qué estrategias de aprendizaje utilizar en cada actividad o situación concreta.
Por lo contrario, los estudiantes con baja autoeficacia pueden dudar de sus habilidades y no confiar en su capacidad para encontrar soluciones a los problemas académicos que puedan tener. Por ello, promover la autoeficacia es crucial para aumentar las posibilidades de éxito académico. Esto debe ir de la mano de los educadores, ofreciéndoles una retroalimentación constructiva y específica, reconociendo y valorando sus esfuerzos. Además, es importante fomentar un ambiente de apoyo y confianza entre estudiantes, un entorno en el que se sientan seguros para asumir desafíos y aprender de sus errores.
3. Autoestima
La autoestima es la percepción y valoración que tiene una persona de sí misma. En el contexto académico, la autoestima es muy importante para fomentar el rendimiento y bienestar de los y las estudiantes.
La autoestima tiene una influencia directa en la forma en la que los estudiantes se ven a sí mismos en relación con su capacidad académica y sus logros. Una autoestima saludable es constructiva y hacer una valoración positiva y realista de las habilidades y potencialidades propias. Estudiantes con una mayor autoestima suelen sentirse capaces y valorados, pudiendo hacer frente a los desafíos académicos con una actitud positiva y determinación.
Además, de la misma forma que una alta autoeficacia, una autoestima saludable promoverá a los estudiantes a establecer metas más desafiantes y confiar en la capacidad para llevarlas a cabo. Sin embargo, estudiantes con baja autoestima pueden dudar de sus habilidades y temer el fracaso, evitando desafíos académicos y culpándose por completo de sus fracasos, conllevando mayores implicaciones y problemas para su salud mental, no únicamente en su rendimiento académico.
Para fomentar una autoestima saludable, los docentes deben dar papel clave al apoyo emocional, al reconocimiento de los logros de los estudiantes y a la retroalimentación constructiva. También es importante fomentar un ambiente de aprendizaje inclusivo y de apoyo, donde alumnos puedan sentirse valorados y respetados.
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4. Aprendizaje
El aprendizaje es el proceso mediante el que adquirimos conocimientos, habilidades y comprensión sobre diferentes temas y áreas de estudio. Un aprendizaje eficaz tiene un papel fundamental en el desempeño y éxito académico.
Pese a lo que muchos puedan pensar, el aprendizaje no debe limitarse a la memorización de información, sino que debe implicar una comprensión profunda que incluya la capacidad de aplicar lo aprendido a situaciones prácticas e incluso realistas. Es importante desarrollar estrategias y técnicas de aprendizaje que optimicen la adquisición y retención de conocimientos.
Para ello, se deben fomentar adecuadas estrategias de aprendizaje como herramientas para facilitar esta adquisición de conocimientos. Entre ellas se encuentran la planificación y organización del tiempo, la identificación de objetivos de aprendizaje y el uso de técnicas de estudio efectivas, como el resumen, las reglas mnemotécnicas y la práctica frecuente, entre otras.
5. Inteligencia Emocional
La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones y las de los demás. Esta es crucial para el desempeño y el éxito académico.
La capacidad de reconocer y manejar las propias emociones supone priorizar los estados de ánimo positivos y productivos a la hora de estudiar para enfrentar los desafíos que esto pueda suponer, además de para tener una mejor gestión del estrés y de la presión. Además, no solo es importante desarrollar una buena inteligencia emocional para tener una buena relación con nosotros mismos en los contextos educativos, sino también para las relaciones con los demás.
Tener una alta inteligencia emocional implica ser capaz de establecer relaciones positivas con compañeros/as y profesores/as, generando un entorno de aprendizaje más colaborativo y de apoyo mutuo. También es positivo este componente para, a la hora de gestionar un conflicto en el caso de su existencia, poder hacerlo de forma constructiva.
Desde la docencia se puede incentivar la inteligencia emocional ofreciendo oportunidades o actividades para que estudiantes exploren y comprendan sus emociones, además de enseñar desde la comunicación efectiva, la resolución de conflictos y el manejo del estrés.
6. Resiliencia
Por último, la resiliencia es la capacidad de hacer frente y adaptarse de forma efectiva a situaciones adversas, superar obstáculos y recuperarse de experiencias difíciles. Es fundamental en el contexto académico dado a que este puede estar lleno de desafíos y contratiempos, como pueden serlo los exámenes, las altas expectativas propias o de familiares, la competencia académica y la presión social.
La resiliencia es efectiva en estos desafíos para poder enfrentarlos de forma constructiva, manteniendo una actitud perseverante y optimista frente a dificultades, pudiendo superar obstáculos y obtener un aprendizaje o resultados positivos de esta superación de retos.
Al igual que la inteligencia emocional, la resiliencia también contribuye a un mejor manejo del estrés y de la presión, pudiendo mantener un equilibrio entre la vida académica y personal y manejando adecuadamente las expectativas y exigencias académicas y sociales.
Conclusión
Como hemos visto, hay muchos factores relativos a la psicología y a la salud mental que contribuyen en el mundo académico y que pueden resultar cruciales para obtener éxito o buenos resultados escolares. Por ello, es importante conocerlos y saber identificarlos para, en caso de estar sufriendo dificultades académicas, ser conscientes de nuestros fallos. Es importante, pedir ayuda a docentes o profesionales de la salud mental si es necesario para enfocar de una forma adecuada nuestras conductas y emociones y aumentar las posibilidades de un aprendizaje más saludable, con el que se disfrute en el camino.