Una articulación es una estructura anatómica que permite la unión entre dos huesos o entre un hueso y un cartílago. Cuando pensamos en articulaciones, nos vienen a la mente las de los hombros o las rodillas, diartrosis (sinoviales) que ponen en contacto dos estructuras óseas y permiten una amplia gama de movimientos en todos los ejes espaciales.
De todas formas, no todos los elementos articulares caen en esta categoría. De las 360 articulaciones, unas 86 se localizan en el cráneo, uniendo huesos planos con una movilidad prácticamente nula. En total, el cuerpo cuenta 76 articulaciones en la columna vertebral y pelvis, 66 en el tórax, 6 en la garganta, 32 en cada brazo y 31 en cada pierna. Todas ellas son necesarias para el mantenimiento de la forma y postura del ser humano o, en su defecto, para el desarrollo de movimientos.
Por desgracia, a veces las articulaciones pueden fallar por diversos motivos, provocando una discapacidad mayor o menor en la persona afectada. Sin ir más lejos, la Organización Mundial de la Salud estima que 1710 millones de personas padecen al menos un trastorno musculoesquelético en todo el globo, lo que convierte a estas condiciones en la primera causa de discapacidad universal (al menos en los países de alto ingreso). Si quieres saberlo todo sobre el dolor en las articulaciones y sus posibles causas, sigue leyendo.
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¿Qué es el dolor articular?
De entre los más de 150 trastornos musculoesqueléticos que pueden afectar al ser humano, el dolor lumbar es el más común de todos. Este afecta a más de 568 millones de personas en todo el mundo, lo que lo convierte en la primera causa de discapacidad laboral en 160 países diferentes. De todas formas, existen muchos más trastornos que pueden afectar a la marcha y locomoción, y muchos de ellos se manifiestan en forma de dolor en las articulaciones.
Por su parte, el dolor articular o artralgia se considera un síntoma en el ámbito clínico, más que una enfermedad al uso. Con frecuencia, este malestar proviene de la disfuncionalidad de estructuras externas, como pueden ser músculos, tendones o los ligamentos. En otros casos, se pueden producir deposiciones minerales (como pirofosfato cálcico) en el sinovio articular y provocar daños en la propia articulación.
Según el Global Year Against Musculoskeletal Pain, el dolor suele ocurrir durante el desarrollo de actividades físicas y disminuir en el descanso o el mantenimiento postural. Una mayor sensitividad al dolor en la zona articular se puede explicar por los siguientes mecanismos:
- Sensibilización periférica: se caracteriza por una respuesta amplificada en los nociceptores, receptores que recogen y envían al cerebro los estímulos nocivos. Este cambio se ve inducido por intermediarios inflamatorios, como las citoquinas y prostaglandinas.
- Sensibilización central: un proceso patológico que afecta al sistema nervioso central (SNC) y consiste en una reducción del umbral del dolor. Se acompaña de la percepción exagerada de estímulos molestos (hiperalgesia) y la aparición del dolor ante estímulos aparentemente inocuos (alodinia).
Además, el dolor articular puede ser agudo (transitorio) o crónico (de instauración continuada, durante meses o años). Este malestar se suele presentar de forma localizada en la(s) articulación(es) afectada, pero a veces también es posible notar un malestar referido a la pierna o los brazos. El dolor, por su parte, conlleva limitación motora, cojera, impedimentos físicos y pérdida de fuerza, ya sea a corto o largo plazo.
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Posibles causas del dolor en las articulaciones
Como hemos dicho, el dolor articular es un síntoma, y por tanto una consecuencia de un proceso subyacente, más o menos grave. A continuación, te presentamos algunas entidades clínicas que se pueden manifestar con artralgia en diferentes niveles. No te lo pierdas.
1. Espondilitis anquilosante
La espondilitis anquilosante (AS) es una forma crónica de artritis. Se desconoce la causa de la enfermedad, pero la genética parece tener un rol esencial en su desarrollo: la mayoría de las personas enfermas (90%) son positivas para el antígeno leucocitario HLA-B27, asociado a diversas patologías de naturaleza autoinmune.
Esta condición afecta a casi el 2% de la población en algunos países de alto ingreso, y se cree que podría deberse a una respuesta inmunitaria equivocada por parte del sistema inmunitario, en especial los linfocitos T CD8. De todas formas, todavía no se ha demostrado que se deba a un mecanismo de reconocimiento de autoantígenos (suceso por el que los linfocitos ven como patógenos a tejidos normales del cuerpo humano).
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2. Osteoartritis
La osteoartritis (OA) es el trastorno articular más común en el mundo. Con el paso de los años, el cartílago articular se desgasta, lo que provoca que los huesos se rocen y disminuya su funcionalidad con el tiempo. Se estima que del 70 al 90% de los pacientes mayores de 75 años de edad tienen algún signo radiológico de osteoartritis, así que se trata de una patología completamente relacionada al envejecimiento y la edad.
La osteoartritis es aquello a lo que nos solemos referir cuando pensamos en el reuma: una persona anciana con las manos hinchadas y en forma de gancho a la que le cuesta realizar tareas diarias. De todas formas, cabe destacar que el término “reuma” engloba en realidad a más de 200 entidades clínicas de naturaleza reumática, todas con un desgaste articular y/o tendinoso en común.
3. Artritis reumatoide
La artritis reumatoide puede confundirse con la osteoartritis, pero la etiología no es la misma. En esta ocasión, las células del sistema autoinmune parecen comenzar a atacar al tejido articular sin ningún sentido biológico específico, seguramente debido a la acción y activación primaria de desencadenantes exógenos (como virus o bacterias).
Esto provoca respuestas inflamatorias crónicas (generalmente en las articulaciones de manos y dedos), que dañan poco a poco a ligamentos, articulaciones y tendones en el foco activo de las células inmunitarias. Se presenta con una rigidez matutina de larga duración, un rasgo diferencial muy importante para distinguir la artritis reumatoide de la osteoartritis.
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4. Fibromialgia
Una condición crónica que va más allá de las articulaciones, pues en este caso también se ven afectados ligamentos, músculos y tendones. Curiosamente, este cuadro clínico se puede manifestar de forma muy similar al dolor articular, pero realmente el foco problemático se encuentra en los músculos, y no en las articulaciones.
Es una condición bastante más común de lo que parece, pues afecta del 2 al 6% de la población mundial, sobre todo si hablamos de mujeres. La fibromialgia se instaura de forma crónica y los síntomas son muy generales: cansancio (90%), trastornos del sueño (80%), dolor en uno o más puntos musculares, articulares o ligamentosos (100%) y hasta depresión o ansiedad crónica (25%). En esta ocasión, se hace especial hincapié en el malestar muscular.
5. Otras condiciones que causan dolor articular
Muchas condiciones pueden causar dolor articular más allá de las ya descritas. Por ejemplo, a veces las bacterias de un foco infeccioso primario pueden viajar al líquido sinovial de la articulación y progresar en él, evento conocido como artritis infecciosa. El paciente muestra hinchazón local, imposibilidad para mover la zona afectada e, incluso, fiebre y escalofríos.
Por otro lado, un tumor cancerígeno también puede llegar a poner en peligro las estructuras de las articulaciones, como es el caso del sarcoma sinovial. Curiosamente, este tipo de neoplasia maligna es más común en niños y adultos jóvenes, aunque también puede presentarse en la población anciana. También existe la probabilidad de que un tumor óseo (osteosarcoma) se expanda a una zona articular, lo cual también genera dolor en las articulaciones.
Resumen
En resumen, el dolor articular es multifactorial. Al tratarse de un síntoma y no una enfermedad, pueden haber muchas causas que lo generen, desde cánceres hasta patologías autoinmunes, pasando por infecciones, lesiones mecánicas, trastornos metabólicos y otras muchas cosas más. De todas formas, destacamos nuevamente que la osteoartritis es el tipo de dolor en las articulaciones más común, algo relativamente normal asociado al paso del tiempo y la edad.
Aun así, el hecho de que algo sea normal no significa que un paciente deba vivir con ello. En el ámbito clínico existe una máxima: vivir con dolor y adaptarse a él nunca es una posibilidad. Con fisioterapia, terapia ocupacional, fármacos (analgésicos, antiinflamatorios e inmunosupresores) y terapia psicológica, el dolor crónico se puede abordar.