Desde un punto de vista clínico, conocer los distintos componentes de la sangre y sus concentraciones resulta de importancia esencial. Desde los glóbulos rojos, pasando por los leucocitos, plaquetas o hemoglobina, toda sustancia transportada en sangre tiene una función esencial para el organismo.
Además de esto, el conocimiento de los leucocitos a nivel evolutivo no debe ser despreciado. El sistema inmune de los seres vivos nos permite desarrollarnos en el espacio y el tiempo a lo largo de los años, pues si no contaramos con métodos de defensa ante patógenos tan efectivos, nuestra existencia sería mucho más breve y difícil.
Por todas estas razones, vemos de especial interés sumergirnos en el mundo de los leucocitos. Dentro de nuestro cuerpo tenemos una verdadera legión de protectores, y hoy te lo contamos todo sobre cada uno de ellos.
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Los leucocitos: células protectoras de la vida
Desde un punto de vista terminológico, un leucocito o glóbulo blanco se define cómo un tipo de glóbulo sanguíneo (célula de la sangre) que se produce en la médula ósea y se encuentra en la sangre y el tejido linfático. Estos cuerpos celulares forman el sistema inmune humano junto con otras muchas barreras (como podrían ser las mucosas o la piel, por ejemplo), y en su conjunto, buscan la permanencia del individuo en el tiempo por el máximo periodo posible.
Sin más dilación, y ya que tenemos mucha tela que cortar, te presentamos a continuación los tipos de leucocitos y sus características.
1. Granulocitos
Son el tipo de glóbulo blanco más frecuente en la sangre, representando el 70-75% de este conglomerado celular protector. Según el tipo de tinción que permita su identificación en la muestra sanguínea del paciente, podemos diferenciar diversos tipos de granulocitos.
1.1 Neutrófilos
Dentro del grupo de los granulocitos, los neutrófilos son las células más comunes, pues representan del 60-70% de los leucocitos en el ser humano. Como características morfológicas, podemos reseñar que miden de 9 a 12 micrómetros y que los gránulos de su citoplasma se tiñen de color púrpura claro con colorantes neutros (de ahí su nombre).
Maduran en la médula ósea y se almacenan en ella antes de ser enviados al torrente sanguíneo, proceso que dura una totalidad de 10 días. Tras esto, viajan por los vasos sanguíneos y mediante pequeños poros (diapédesis) son capaces de ingresar en los tejidos afectados por patógenos. Estos agentes permanecen en sangre durante unas 8-20 horas, pero su vida media se ve aumentada en varias magnitudes cuando entran en tejidos infectados o inflamados.
Los neutrófilos matan de 3 a 20 bacterias a lo largo de su vida. Atraídos por los compuestos tóxicos sintetizados por el agente patógeno, estos glóbulos blancos acaban con la amenaza mediante fagocitosis y liberación de enzimas hidrolíticas. Además de esto, también promueven el proceso inflamatorio local típico de una infección.
1.2 Basófilos
En la otra cara de la moneda tenemos a los basófilos, pues son los glóbulos blancos menos comunes, ya que representan 0,5-1% del total. También son más “etéreos” que sus compañeros previamente descritos, ya que maduran en la médula ósea en un total de tres días y su permanencia en sangre es de unas pocas horas. Miden unos 12-15 micrómetros (son los leucocitos más grandes), presentan un núcleo bilobulado y se tiñen con colorantes básicos.
Estos agentes tienen una respuesta activa a nivel inmune, pues poseen gránulos específicos que liberan histamina, heparina, bradiquinina, serotonina y otros compuestos mediadores de las respuestas inflamatorias. Son un cuerpo celular esencial en las respuestas alérgicas.
1.3 Eosinófilos
Los últimos dentro del grupo de los granulocitos, pero no por ello menos importantes. Los eosinófilos se presentan en una proporción del 2-4% de la totalidad de los glóbulos blancos. Su tamaño es similar al de un neutrófilo, y se tiñen de un color anaranjado mediante colorantes ácidos (eosina).
A pesar de tener una vida media en sangre de 3 a 4 días, la mayor concentración de eosinófilos se encuentra dentro de los tejidos, ya que se ha constatado la existencia de 100 eosinófilos tisulares por cada uno circulante. Su principal función es la detección y fagocitosis de larvas y parásitos, además de la modulación de la respuesta alérgica, pues evitan la exacerbación de la misma sintetizando sustancias que contrarrestan a los basófilos.
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2. Agranulocitos
Por otro lado tenemos a los agranulocitos, que como su propio nombre indica, son células carentes de gránulos de naturaleza mononuclear. Te mencionamos de forma somera los dos tipos dentro de este grupo.
2.1 Linfocitos
Desde luego, ningún párrafo resumido puede hacer justicia a la complejidad y funcionalidad de estos cuerpos celulares. Los linfocitos son más comunes en el sistema linfático que en el plasma sanguíneo y se pueden dividir en dos tipos según su procedencia y funcionalidad: B y T.
Aunque quizá pequemos de reduccionistas, podemos resumir la función general de los linfocitos en el siguiente concepto: los linfocitos B vendrían a ser el “sistema de reconocimiento corporal”, pues detectan de forma inequívoca a los patógenos y los inmovilizan. Por otra parte, los linfocitos T son la “mano de obra”, ya que su actividad lítica neutraliza la patogenicidad de las células infectadas por microorganismos.
2.2 Monocitos
En la última parada de este viaje tenemos a los monocitos, los leucocitos de mayor tamaño (18 micrómetros) que representan un 2-8 % de los glóbulos blancos en sangre. Su proceso de formación en la médula ósea es de dos a tres días, pero no permanecen en sangre más de 36 horas, ya que migran rápidamente a los tejidos infectados.
Su función es básica: fagocitan patógenos, es decir, literalmente se los comen. Se calcula que un monocito puede ingerir hasta 100 bacterias a lo largo de su vida, por lo que son considerados los glóbulos blancos con mayor capacidad bactericida de toda la lista.
Funciones de los glóbulos blancos
Sin darnos cuenta, en la clasificación anterior hemos descrito todas las funciones esenciales de los leucocitos. De todas formas, un repaso general nunca viene mal. Como ya hemos dicho en líneas anteriores, los glóbulos blancos se encargan de promover respuestas inflamatorias, fagocitar agentes patógenos y reconocerlos y aislarlos, entre otras muchas funciones.
Todo esto forma parte de la respuesta inmunitaria tanto innata como adquirida, un excelente mecanismo de defensa que nos permite desarrollarnos en un entorno repleto de microorganismos potencialmente perjudiciales.
Problemas en las barreras de defensa
¿Qué ocurre cuando estas células tan esenciales fallan? La fórmula leucocitaria es un tipo de análisis médico que nos permite medir la concentración de glóbulos blancos en sangre, y dependiendo de los desajustes observados, se pueden registrar diversas patologías. Entre ellas encontramos las siguientes:
- Neutropenia: una serie de trastornos pueden fomentar la disminución de glóbulos blancos en sangre. En este caso, los más afectados suelen ser los neutrófilos.
- Linfocitopenia: Se define como una cuenta linfocitaria total menor a 1.0x109/L. Factores como la radiación o la quimioterapia pueden promover este estado.
- Neutrofilia: un exceso de neutrófilos en la sangre circulante. Puede ser causada desde infecciones hasta enfermedades graves como la leucemia.
- Eosinofilia: cuando la presencia de eosinófilos es mayor a 0.65×109/L. Suele verse propiciada por procesos infecciosos.
Cabe destacar que no estamos ante una enfermedad en sí misma, sino que se trata de un signo de un problema subyacente. Eventos esporádicos de neutrofilia, por ejemplo, son relativamente normales, pues ante un proceso inflamatorio o una infección, es natural que estas células proliferen en mayor medida.
Desde luego, los valores leucocitarios anormales pueden responder a una serie de patologías muy diversas: desde infecciones hasta enfermedades genéticas, pasando por trastornos de la médula ósea, procesos cancerígenos, cirugías y otros muchos eventos, un recuento leucocitario erróneo sostenido debe hacer sonar las alarmas.
Resumen
Como hemos podido observar, los leucocitos se presentan en diversas formas, tamaños y tinciones. Además de esto, cada uno de ellos realiza una función única e irremplazable en lo que al sistema inmune se refiere, pues desde la inflamación hasta la fagocitosis, estos agentes celulares combaten a capa y espada a los agentes patógenos que ingresan a nuestro cuerpo.
Desde luego, resulta impresionante conocer que dentro de nuestro cuerpo sea capaz de desarrollarse un sistema de defensa tan efectivo y refinado. La clave de la evolución radica en el perfeccionamiento y se aplica mucho más allá del sistema inmune, y por ello, nunca dejaremos de asombrarnos al describir y descubrir procesos como estos.
Referencias bibliográficas:
- Abbas, A. K., Lichtman, A. H., & Pillai, S. (2015). Inmunología celular y molecular. Elsevier.
- Arévalo, M., Arredondo, S., Walter, T., & Heresi, G. (1986). Técnicas para evaluar la capacidad fagocítica, opsonica y bactericida del leucocito polimorfonuclear. Rev. chil. tecnol. méd, 383 - 388.
- Definición de glóbulos blancos, cancer.gov. Recogido a 16 de octubre en https://www.cancer.gov/espanol/publicaciones/diccionario/def/leucocito.
- Fórmula leucocitaria, Medlineplus.gov. Recogido a 16 de octubre en https://medlineplus.gov/spanish/pruebas-de-laboratorio/formula-leucocitaria/.
- Tema 23: glóbulos blancos. Efervescente.com. Recogido a 16 de octubre en http://www.enfervescente.com/privado/wp-content/uploads/2013/02/Tema-23.-Gl%C3%B3bulos-blancos-o-leucocitos.pdf.
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