Todos los seres vivos (a excepción de los humanos) existen y persisten en la Tierra con un único objetivo concreto: dejar el máximo de descendencia posible.
La concepción del individuo en la naturaleza no importa, pues lo relevante es el fitness biológico, o lo que es lo mismo, la cantidad de genes que puede transmitir un ejemplar a lo largo de su vida a la siguiente generación, ya sea en forma de descendencia o de parientes consanguíneos.
Muchos seres vivos han desarrollado técnicas de reproducción atípicas con base en esta premisa. Por ejemplo, la reproducción asexual responde parcialmente al dilema de la inversión energética: si te reproduces por partición, no gastas recursos en buscar pareja. Este mecanismo podría parecer perfecto, pero la realidad es que en la sexualidad está la clave de la evolución: si todos los ejemplares son iguales a sus padres, no se producen adaptaciones.
La clave de la reproducción en el mundo de los seres vivos es encontrar el punto medio más eficaz, el equilibrio entre dejar muchísima descendencia y que esta sea viable, es decir, que vaya a sobrevivir en un entorno tan demandante como dinámico. Hoy te lo contamos todo sobre la poliembrionía, un fenómeno biológico que nunca dejará de sorprender al ser humano.
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Las bases de la reproducción en el reino animal
La reproducción en seres humanos (y en la mayoría de vertebrados) es bastante directa. Nuestra especie es diploide (2n), lo que quiere decir que tenemos dos copias de cada cromosoma en cada una de nuestras células corporales, una heredada de la madre y otra del padre. El cariotipo, por lo tanto, queda de la siguiente forma: 23 cromosomas parentales + 23 cromosomas maternos, 46 totales. El último par de cromosomas es el que determina el sexo, siendo las variantes posibles XX (mujer) y XY (hombre).
Cuando se produce la formación de gametos, la información genética se “parte por la mitad”, pues de lo contrario, cada generación tendría más y más cromosomas que la anterior (2n, 4n, 8n, 16n, etc.). Por ello, las células precursoras de los óvulos y espermatozoides deben dividirse por meiosis, con la finalidad de quedarse únicamente con 23 cromosomas. Aquí se producen fenómenos como el sobrecruzamiento o la permutación cromosómica, lo que hace que cada nuevo descendiente no sea solo la suma de sus partes.
Una vez se han formado los gametos y ambos individuos del sexo contrario se han reproducido, se produce la fecundación. En este evento, se forma un cigoto que recupera la diploidía (n+n,2n) y es producto del genoma paterno y materno, a partes iguales. Del cigoto deriva un embrión, que crece en la placenta materna, pasando a denominarse feto a partir de la duodécima semana.
Te hemos descrito el mecanismo reproductivo general en mamíferos, pero existen claras excepciones a esta regla. Algunos seres vivos (como ciertas estrellas de mar) crean copias de sí mismas por la ruptura de una parte de su cuerpo (autotomía), mientras que existen seres vivos que son directamente haploides. Sin ir más lejos, los machos de las colonias de hormigas tienen la mitad de la información genética que las reinas y las obreras, pues son producto de una célula que no ha sido fecundada, o lo que es lo mismo, son haploides.
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¿Qué es la poliembrionía?
La poliembrionía es un mecanismo reproductivo en el que se desarrollan dos o más embriones a partir de un solo gameto fecundado. Dicho de otra forma, un óvulo y un espermatozoide dan lugar a más de un descendiente, a diferencia de lo que cabría esperar en el modelo reproductivo citado con anterioridad. El cigoto se produce por reproducción sexual, pero luego este se divide asexualmente dentro del entorno materno.
Suena ideal, ¿verdad? Una hembra de una especie poliembrionica puede tener 2,3 o más hijos en el mismo evento reproductivo, y por tanto, con una inversión energética menor. Por positivo que suene, en la naturaleza existe una máxima: si un carácter no se ha fijado entre especies relacionadas, algo malo tiene que tener, sin excepción. Si la poliembrionía fuese extremadamente exitosa, al final los seres vivos con esta estrategia se expandirían por el mundo y desplazarían a los que no lo son. Como puedes ver, este no ha sido el caso.
Una de las claves de la poliembrionía es que los hijos son diferentes a los padres, pero iguales entre ellos. Ya que todos provienen del mismo cigoto, presentan la misma información genética (salvando mutaciones) y el mismo sexo. En esta estrategia reproductiva prima la cantidad sobre la calidad, pues que todos los descendientes sean iguales tiene una serie de repercusiones para la especie, tanto buenas como malas.
La poliembrionía es muy común en plantas, pero vemos de más interés centrarnos en el reino animal. Por ejemplo, todos los armadillos del género Dasypus son poliembriónicos. Solo un óvulo fecundado se puede implantar en el entorno materno, pero debido a esta capacidad de división, de él resultan 4 crías del mismo sexo y genéticamente idénticas. Estudios han demostrado que esto no se correlaciona con una mayor cooperatividad o altruismo entre los hermanos, así que la poliembrionía no se explica por la selección de parentesco (o kin selection).
La única explicación posible a este fenómeno en esta especie son las constricciones morfológicas. Se estipula que las especies poliembriónicas lo son únicamente por necesidad, no porque sea una estrategia más viable. Una perra puede tener una camada de 5 cachorros distintos en un solo parto, pero el lugar de implantación uterino del armadillo es demasiado pequeño para albergar 4 cigotos de distintas fecundaciones. Por ello, una vez implantado, uno solo se puede dividir de forma asexual y dar lugar a varios descendientes. No es el escenario ideal, pero como se suele decir en anatomía animal, “la naturaleza hace lo que puede con lo que tiene”.
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La poliembrionía en humanos
No podemos terminar este espacio sin mencionar que la poliembrionía existe en seres humanos. Los gemelos son la prueba de ello, pues ambos provienen del mismo evento de fecundación y son genéticamente idénticos, de nuevo, salvando mutaciones espontáneas que puedan ocurrir durante la división o desarrollo. Es importante no confundir este evento biológico con los mellizos, pues estos sí son diferentes genéticamente. Los mellizos surgen cuando dos cigotos (productos de fecundaciones distintas) se implantan a la vez, así que no son iguales.
La fase en la que se produce la escisión del cigoto es extremadamente importante para la viabilidad de los gemelos. Te lo ejemplificamos en la siguiente lista:
- La división se produce antes del día 5: ambos gemelos tendrán bolsa (corion) y placenta propias. Es el caso de ⅓ de los gemelos y el escenario más ideal. La tasa de aborto y muerte perinatal es del 2%.
- La división se produce entre los días 4 y 8: los gemelos comparten placenta, pero presentan dos coriones separados. Corresponde al 68% de los embarazos gemelares.
- La división se produce después del día 10: los gemelos comparten bolsa y placenta. Es el caso del 4% de los gemelos, y la supervivencia de ambos puede verse comprometida. La tasa de aborto aumenta hasta un 10%, además del riesgo de anormalidades fisiológicas.
- La división se produce después del día 13: los bebés son siameses. Es el peor escenario posible, pues el porcentaje de supervivencia es del 5 al 25%.
Además de todo esto, los gemelos presentan una restricción de crecimiento al nacer, del 10 al 15% de forma general. Con todas estas cifras, podrás entender por qué la poliembrionía no es una estrategia viable en mamíferos o, al menos, en el ser humano.
Resumen
Como habrás podido comprobar, la poliembrionía es una estrategia reproductiva en forma de arma de doble filo. Tener más hijos en un solo evento reproductivo es más sencillo que no hacerlo, pero las crías son genéticamente iguales entre ellas y, en especies que no son típicamente poliembriónicas, también aparecen una serie de complicaciones asociadas, que van del retraso del crecimiento a la muerte de los fetos.
Por todas estas razones, la poliembrionía es una estrategia que está muy limitada en el reino animal. Siempre que se pueda, los animales recurren a tener camadas múltiples, pero producto de eventos de fecundación diferentes. Así, la variabilidad genética de la descendencia se mantiene intacta.
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