El acné es un evento extremadamente común en la sociedad general. Se estima que más del 90% de los adolescentes del mundo presentan en alguna fase de su desarrollo acné, en un 20% de los casos de naturaleza moderada o grave. De todas formas, esta patología no se concibe solo en jóvenes: el 10% de los afectados tienen entre 35 y 44 años de edad. Sin duda, los granos en la cara son un problema que afecta a todos los grupos etarios y sexos, en mayor o menor medida.
De todas formas, existe un gran paso entre una espinilla o punto negro y el cuadro conocido como acne vulgaris. En las siguientes líneas, exploramos las distintas etapas y tipos del acné y otras entidades clínicas que pueden llegar a confundirse con él.
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¿Cómo aparece el acné?
En primer lugar, es necesario tener claro el mecanismo de aparición de los granos. Todo comienza en el folículo piloso, que contiene glándulas sebáceas, encargadas de segregar una sustancia oleosa de naturaleza lipídica (sebo) que protege y lubrica al pelo y la piel. La grasa cutánea no es negativa como tal, siempre y cuando se encuentre en la superficie epidérmica en la concentración adecuada.
Ya sea por hiperqueratosis (sobreproducción de queratina y células epidérmicas muertas) o fomentado por una producción excesiva de sebo, el poro del folículo piloso puede verse obstruido. Esto provoca las espinillas (poros cerrados) y puntos negros (poros abiertos). El color ennegrecido del punto negro corresponde a la oxidación del material lipídico al entrar en contacto con el medio ambiente, no a la acumulación de suciedad.
Por desgracia, la bacteria Cutibacterium acnes, eminentemente comensal en la superficie de la epidermis, puede encontrar en un folículo piloso obstruido un medio de crecimiento ideal. Se trata de una bacteria saprófita que se alimenta de la materia orgánica en descomposición (como el sebo), así que un medio aislado como como una espinilla propicia su multiplicación exponencial. Aquí es cuando comienza el acné inflamatorio.
¿Cuáles son los tipos de acné?
El acné vulgar (el típico) se divide a nivel clínico en 4 etapas diferentes, dependiendo de la gravedad de las lesiones presentadas. A continuación te las mostramos, además de otros cuadros clínicos que no entran en la categoría de acne vulgaris pero se presentan de forma similar.
1. Acné leve (grado 1)
Las lesiones principales son microcomedones, es decir, espinillas y puntos negros no inflamados. También pueden presentarse algunos eventos inflamatorios, pero hay menos de 5 lesiones inflamatorias en cada mitad de la cara. Debido a la levedad del cuadro, no se espera que queden cicatrices de por vida en el paciente.
2. Acné moderado (grado 2)
Además de las espinillas y puntos negros, hay entre 6 y 20 lesiones de tipo inflamatorio en la mitad de la cara del paciente. En este punto, debemos detenernos un momento a explorar qué son estos daños y por qué se producen. No nos demoramos mucho.
Un comedón (folículo piloso obstruido) puede desembocar en una pápula cuando comienza la actividad inflamatoria, promovida por la invasión de C. acnes en el entorno epidérmico. Se ha demostrado que esta bacteria posee enzimas que degradan algunos componentes de la dermis y la epidermis, así como sustancias (antígenos) que propician la activación del sistema inmunitario. La inflamación local y el daño tisular promueven la aparición de la pápula.
Las pápulas y las pústulas son dos caras de la misma moneda, aunque la segunda indica un estadio inflamatorio un poco más severo. De todas formas, ambas son bultos circulares, dolorosos y notables que surgen como parte de un cuadro de acné más evidente.
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3. Acné severo (grado 3)
Hay entre 21 y 50 lesiones inflamatorias en la mitad de la cara. Se cuentan entre 40 y 100 pápulas y pústulas en todo el entorno epidérmico del paciente, y también es común que las áreas afectadas se extiendan de la cara al torso y espalda. Debido a que las lesiones son profundas (debido al efecto inflamatorio y la infección), en estos caso suelen quedar cicatrices permanentes, a pesar de que se lleguen a eliminar los estresores principales.
4. Acné muy severo (grado 4)
Se cuentan más de 50 lesiones inflamatorias en la mitad de la cara. Además de pápulas y pústulas, aquí aparecen las formaciones más graves de todas dentro de este cuadro: el nódulo y el quiste (de ahí que también se conozca como acné noduloquístico). Los nódulos son bultos dolorosos, duros y muy inflamados que llegan hasta capas profundas de la piel. Son como pápulas, pero más grandes y sin un centro de pus evidente. Los quistes son formaciones similares, pero aún más profundas y difíciles de tratar.
5. Acné iatrogénico
El acné iatrogénico no se ve impulsado por causas genéticas, infecciones y problemas hormonales naturales (como sí es el caso del vulgar), sino que su causa se encuentra en la administración de ciertos medicamentos.
Los esteroides, anabolizantes, testosterona y andrógenos pueden propiciar la aparición de comedones en la piel, ya sean de mayor o menor gravedad.
Como puedes ver, los fármacos aquí citados se asocian a desajustes hormonales, sobre todo los relacionados con la sobreproducción de andrógenos. Estas hormonas podrían provocar la estimulación de las glándulas pilosebáceas, de ahí que se propicie la condición.
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6. Acné queloideo
También conocida como foliculitis esclerosante de la nuca, esta condición similar al acné se debe a una mala cicatrización tras un evento inflamatorio. En este caso, el estrés epidérmico se produce en la región occipital, lo cual conduce a la formación de placas fibrosas, pápulas y alopecia, algo similar a un acné quístico.
Curiosamente, estas formaciones tienen una importante carga genética, ya que son mucho más comunes en personas afrodescendientes. La incidencia en las personas con un color de piel negro es del 5 al 16%, mucho mayor durante fases hormonales dispares, como el embarazo o la pubertad. Las lesiones aparecen en 3 fases diferentes: inflamatoria, fibroblástica y de maduración.
7. Acné neonatorum
Como su propio nombre indica, este tipo de acné es el que tiene lugar en niños recién nacidos. Las lesiones son comedogénicas, papulosas y pustulosas y casi siempre se limitan al entorno facial. Aparece en el 20% de los recién nacidos varones, pero también es común que se desarrolle a partir de los 3-6 meses de edad, con una duración muy variable.
En el recién nacido, el acné ocurre por la estimulación hormonal de las glándulas pilosebáceas, que todavía no han evolucionado a un estadio de madurez. Por ello, se concibe como un evento clínico normal y dentro de lo esperable. De todas formas, los niños que experimentan acné neonatorum tienen más probabilidades que el resto de presentar un acné vulgar grave en etapas posteriores de su vida.
8. Rosácea
Hasta hace un tiempo, la rosácea se consideraba como un tipo de acné, si bien sus características anatomopatológicas han hecho que se categorice como una entidad clínica propia. La prevalencia de esta condición es de hasta el 10% de la población y es especialmente común en personas de color de piel blanco con ascendencia de Europa septentrional.
La etiología de la rosácea es desconocida, pero cabe destacar que su mecanismo de patogénesis no tiene nada que ver con el del acné clásico. Se cree que las quemaduras solares graves, el estrés, la ansiedad, el consumo de algunos alimentos y otros factores ambientales pueden propiciarla.
Resumen
Como has podido comprobar, el acné va mucho más allá de su variante vulgar, aunque esta es la más prevalente en la sociedad y la que más problemas estéticos reporta. Mientras que un acné leve puede tratarse con cuidado cutáneo desde casa, las formas más severas requieren del uso de antibióticos (tetraciclina, amoxicilina y doxiciclina, entre otros), con el fin de acabar con la infección en el entorno de la epidermis.
De todas formas, ante cualquier duda o inquietud, la mejor opción siempre será visitar al dermatólogo y que este establezca un diagnóstico. Otros cuadros infecciosos más graves en el entorno cutáneo pueden confundirse con acné, así que en estos casos, siempre es mejor prevenir que curar.