La anestesia es técnica fundamental para toda intervención quirúrgica. Sería impensable el mundo de la medicina moderna y, en especial, el de la cirugía, si no existieran los diferentes tipos de anestesia que se usan en la actualidad, tanto para intervenciones suaves como un empaste dental como para más complejas, como un by-pass gástrico.
Los anestesiólogos se valen de diferentes métodos para hacer que el paciente no sienta dolor mientras está siendo sometido a una operación. Veamos cuáles son los principales tipos de anestesia y para qué se usan.
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Los principales tipos de anestesia (clasificados)
Muchas personas, cuando oyen la palabra anestesia, en lo primero que piensan es una sustancia adormecedora, capaz de hacer perder el conocimiento a la persona a quien se le ha administrado. Esta idea es en parte verdadera, pero cabe decir que la anestesia hace referencia al conjunto de técnicas y tecnologías usadas para prevenir el dolor en el paciente tanto durante una cirugía a corazón abierto como para reducir las molestias que pueda tener en su día a día, como escozor en los ojos o mal de garganta.
Las sustancias anestésicas se pueden administrar mediante inyección, inhalación, loción tópica, aerosoles, parches cutáneos o gotas para los ojos, y su principal objetivo es provocar una pérdida de la sensibilidad, ya sea en una zona en concreto como si lo es en todo el organismo.
En este último caso, lo habitual es que el paciente no únicamente no sienta dolor en ninguna parte de su cuerpo, sino que también pierda la conciencia.
El tipo de anestesia que se usará dependerá de diferentes factores, entre los cuales destacamos:
- Tipo de intervención quirúrgica
- Zona a intervenir quirúrgicamente
- Duración de la operación
- Cuadro clínico actual y anterior
- Posibles alergias del paciente
- Reacciones previas a la anestesia (tanto del paciente como de familiares)
- Medicamentos que esté tomando el paciente
- Edad, altura y peso
Vamos a ver cuáles son los principales tipos de anestesia.
1. Anestesia local
La anestesia local es un tipo de medicamento que sólo actúa sobre una pequeña parte del cuerpo, aplicándose sobre ella un fármaco anestésico para evitar el dolor. Puede tratarse de anestesia tópica si el fármaco se aplica en gotas (ojos), spray (garganta) o pasta (piel), o infiltraciones si se inyecta con una jeringa y una aguja en el área a intervenir.
La duración de los efectos del anestésico local dependerá de varios factores, entre ellos:
- Tipo de anestésico (p. ej., bupivacaína, lidocaína...)
- Dosis total: a mayor dosis actúa antes y dura más su efecto.
- Si se añade adrenalina (vasoconstrictor que hace que se tarde más tiempo en eliminar el fármaco).
Por regla general, los efectos de un anestésico local suelen durar entre media hora y dos horas.
2. Anestesia regional
La anestesia regional afecta a una zona más extensa en comparación con la anestesia local. En este caso, se trata de aplicar un fármaco anestésico que haga que una región concreta, como por ejemplo un brazo, una pierna o la mitad inferior del cuerpo, esté adormecida.
En función de qué zona se vaya a tratar se pueden usar diferentes técnicas:
2.1. Anestesia troncular y de plexo
Si la intervención es sobre cualquier parte de un miembro superior, como un hombro, una mano o un codo, o inferior, como una cadera, un pie o una rodilla, existen dos opciones: troncular y de plexo.
La diferencia entre la anestesia troncular y la de plexo es que en la primera se inyecta el anestésico sobre un nervio, mientras que la segunda se inyecta el anestésico en varios nervios involucrados.
2.2. Anestesia raquídea y epidural
Otra técnica de anestesia regional usada por los anestesiólogos consiste en puncionar la espalda e inyectar el anestésico en la zona cercana a la columna vertebral, por donde entran los nervios en la médula espinal para enviar las sensaciones de dolor hacia el cerebro.
Usando esta técnica se bloquea la transmisión de estas sensaciones y la persona no tiene la sensación de dolor. Dentro de esta modalidad encontramos dos variantes.
Utilizando la anestesia raquídea o intratecal, la aguja atraviesa la duramadre que es la cubierta protectora de la médula espinal, y el anestésico es inyectado en el espacio por donde circula el líquido cefalorraquídeo (LCR). Esta sustancia baña y protege la médula espinal y en caso de encontrarse sustancias disueltas en ellas, como anestesia, los lleva al sistema nervioso central.
Por otro lado, en la técnica de la anestesia epidural la aguja no atraviesa la duramadre. En este caso, la sustancia anestésica queda en la zona de entrada de los nervios de la médula, por el exterior de la duramadre. Se suele introducir un catéter que permite la administración continua del anestésico, siendo esta técnica usada en partos y en el control del dolor postoperatorio.
En todas las técnicas de anestesia regionales, también conocidas como modalidades anestésicas locorregionales, el paciente se encuentra despierto mientras es sometido a la intervención. No obstante, no siente dolor durante el proceso dado que se encuentra bajo los efectos de la anestesia, la cual se habrá inyectado en una u otra región de su cuerpo que va a ser tratada quirúrgicamente.
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3. Anestesia general
Cuando se aplica anestesia general, la persona a la que se le ha inyectado tendrá total ausencia de sensibilidad en todo su cuerpo temporalmente, acompañada también de pérdida del conocimiento. Este tipo de procedimiento se aplica en intervenciones complejas, en las que va a ser necesario abrir en canal al paciente o que se le va a operar en varias partes simultáneamente.
Como la anestesia general implica que el paciente se duerma de forma inducida, no son pocos los pacientes que se tienen que someter a una intervención quirúrgica que tienen miedo a este procedimiento. Generalmente, la anestesia es segura, pero sí que es cierto que supone ciertos riesgos, especialmente en el caso de la anestesia general. Entre los problemas que trae consigo este tipo de técnica tenemos:
- Arritmia
- Problemas respiratorios
- Reacción alérgica a la anestesia
Un síntoma llamativo es el del delirio después de la anestesia general. Se trata de un cuadro en el que el paciente presenta confusión, no enterándose de lo que está pasando a su alrededor.
Este tipo de delirio se da especialmente en pacientes con más de 60 años que acaban de ser intervenidos quirúrgicamente muestran signos confusionales durante varios días después de la operación. También puede darse en niños cuando se despiertan por primera vez de la anestesia.
Otro problema relacionado con la anestesia es justo aquello que se pretende evitar con ella: estar consciente durante el proceso. Algunas personas pueden oír sonidos mientras están operadas y otras, desgraciadamente, pueden sentir dolor durante la intervención. Si bien son situaciones poco comunes, vivirlas no es para nada agradable.
Sea cual sea el caso, conocer a qué nos enfrentamos antes de ser operados nos ayudará a estar más tranquilos, y por eso a continuación mencionamos las diferentes fases de la anestesia general.
3.1. Inducción
En la inducción el anestesiólogo administra el medicamento anestésico para conseguir hipnosis, analgesia, amnesia y relajación.
Como hemos comentado, en una anestesia general se pierde totalmente la conciencia, fenómeno que se le llama hipnosis y se podría definir como estar en una especie de coma inducido por vía farmacológica. Sin embargo, la hipnosis no significa que no se sienta dolor, motivo por el cual es necesario que también se administre algún tipo de analgésico, normalmente derivados de la morfina.
La relajación se induce por medio de relajantes musculares, que se suelen aplicar cuando en la intervención quirúrgica se va a necesitar que la musculatura del paciente esté relajada o se tiene que colocar un tubo dentro de la tráquea para asegurarse de que la persona intervenida puede seguir respirando mientras se la opere.
Durante toda esta fase, el equipo anestesiólogo monitoriza las constantes vitales del paciente para asegurarse de que todo va bien. Básicamente consiste en comprobar que el paciente sigue vivo y no tiene ninguna crisis, evaluándose la oxigenación, la ventilación y la temperatura corporal entre otros parámetros. Para ello, se colocan sensores por el cuerpo del paciente que conectan con los monitores que analizan sus señales fisiológicas.
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3.2. Mantenimiento
Una vez ha terminado la fase de inducción viene la de mantenimiento. En esta se continúa administrando los fármacos necesarios para que se pueda llevar a cabo la operación de forma segura.
Esta administración de medicamentos anestésicos se puede hacer por vía venosa, la cual recibe el nombre de T.I.V.A (anestesia total intravenosa por sus siglas en inglés), o también por vía inhalada en la que se aplican los fármacos mediante el aparato con el que se está ventilando al paciente. La combinación de ambas técnicas anestésicas recibe el nombre de anestesia balanceada.
3.3. Despertar
Una vez la intervención ha terminado, el equipo anestesiólogo despierta al paciente. Para conseguirlo, primero se corta el suministro de fármacos por vía inhalatoria y, en caso de que sea necesario, administrar antagonistas de los anestésicos, sustancias que por lo tanto en vez de adormecer al paciente lo despiertan.
Una vez el paciente ha recuperado un nivel de conciencia adecuado, se le retiran los dispositivos que se han usado para controlar la ventilación y pasa a la Unidad de Reanimación, donde se seguirán vigilando sus constantes hasta que haya recuperado totalmente su conciencia y funciones.
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