Los estilos parentales y las dinámicas familiares influyen en el bienestar tanto presente como futuro de los miembros de una familia. La familia es uno de los agentes socializadores más importantes en el desarrollo de una persona, por no decir el que más.
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Causas principales de un hogar tóxico
Los hogares en los que existe un equilibrio benefician a la salud mental de sus miembros, pero no siempre ocurre así. Hay hogares desestructurados que provocan trastornos y un gran malestar a sus miembro. A continuación puedes encontrar una lista con las principales causas de un hogar tóxico.
1. Adicción
Los padres son los principales agentes socializadores de los niños, desde que nacen hasta que se hacen adultos. Son modelos a seguir y son necesarios especialmente en edades tempranas y, por eso, un buen estilo parental va a afectar positivamente en el desarrollo de un hijo.
Aunque son muchos los padres que lo dan todo por sus hijos, no siempre es así. Algunos tienen comportamientos nocivos no solamente hacia su persona, sino también hacia el entorno familiar. La adicción es, sin duda, uno de los peores males que puede sufrir un ser humano, que afecta también a toda la familia que convive con un adicto (ya sea al juego o a las drogas).
Un padre adicto provocará problemas económicos para la familia y conflictos constantes. Y las consecuencias en el núcleo familiar son numerosos, por ejemplo, la violencia doméstica o la mala educación parental.
2. Mala comunicación
La comunicación es clave en cualquier relación, ya sea de pareja, de amigos y de padres a hijos. La correcta expresión de los sentimientos y las necesidades, escuchar correctamente a las necesidades de los hijos o ser claros a la hora de exponer los motivos de algunas reglas familiares influyen en el clima que puede vivirse en una familia. La mala comunicación no solo crea conflictos, sino que dificulta su solución de éstos.
3. Exceso de control
Los padres excesivamente controladores provocan problemas serios para los hijos y dificultan la relación con la pareja. Y es que el estilo de crianza controlador emplea reglas muy estrictas en la familia, fomentando la obediencia y disminuye el bienestar de los miembros. En el caso de los padres, este estilo de crianza puede manifestarse, por ejemplo, cuando no dejan a sus hijos ir a eventos escolares, ni dejan a éstos asumir responsabilidades apropiadas para su edad. Suelen ser padres que infunden miedo a los demás miembros de la familia para que les obedezcan.
4. Abusos
Los abusos no tienen por qué ser físicos, sino que pueden ser también psicológicos. Por ejemplo, al insultar, manipular o menospreciar verbalmente a otros miembros de la familia. El abuso es una de las peores conductas familiares, que convierten a las familias en disfuncionales.
5. Falta de coherencia en las normas
Como he comentado, los padres son modelos a seguir dentro de la familia, y cuando ellos no cumplen con las normas, difícilmente lo harán los hijos. Es importante que exista coherencia a la hora de exigir que los hijos que cumplan ciertas reglas. Por ejemplo, si se les pide a los adolescentes de la familia que no utilicen en teléfono móvil en la mesa, no es bueno que los padres sean los primeros en estar toda la comida enganchados al dispositivo móvil.
6. Perfeccionismo
Los progenitores excesivamente perfeccionistas crean familias disfuncionales, pues las expectativas que tienen sobre qué es la familia y lo que debería ser no son realistas. El perfeccionismo no es para nada positivo, ni a nivel familiar ni individual.
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7. Padres excesivamente exigentes
Y los padres perfeccionistas suelen ser muy exigentes, lo que hace que sus hijos sientan una gran frustración cuando no consiguen lo que desean. La baja tolerancia a la frustración es característico de personas con baja inteligencia emocional y en aquellas personas que gozan de un bajo nivel de bienestar.
8. Autoritarismo y tolerancia baja
Los progenitores autoritarios hacen que sus hijos se comporten de determinada manera sin tener en cuenta sus necesidades y emociones. Suelen ser personas poco tolerantes e inflexibles y hacen sentir mal al resto de miembros de la familia. Son propensos a la agresión, y se caracterizan por fomentar un estilo parental disfuncional.
9. Familias poco afectuosas
Los seres humanos necesitamos afecto y necesitamos ser queridos, especialmente por parte de nuestra familia. Cuando esto no ocurre, los problemas psicológicos pueden ser devastadores a la hora de tener relaciones cercanas con otras personas. En estos casos, el efecto a nivel emocional de los familiares y del bienestar de éstos también lo será. La comunicación apropiada de las emociones y las muestras de afecto son necesarias para que una hogar no sea tóxico.
10. Exceso de proteccionismo
Ahora bien, el exceso de afecto no es beneficioso, pues puede crear personalidades débiles igual que el exceso de proteccionismo. Los hijos mimados y sobreprotegidos se convierten en personas que carecen de habilidades de afrontamiento y de solución de problemas.
Puedes leer nuestro artículo “Niños sobreprotegidos: 6 errores educativos que los dañan” para saber más sobre este fenómeno.
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