En el ámbito de la familia existen todo tipo de personas que, en ciertos casos, pueden convertir la educación durante nuestros primeros años de vida en una experiencia muy negativa.
Y es que no hay ninguna ley natural según la cual la relación con madres y padres tanga que ser fácil. Muchas veces, el contexto en el que se vive, o bien experiencias duras vividas en el pasado, hacen que el modo en el que interactuamos con algunos familiares se tuerza. En esta caso hablaremos de un fenómeno que puede ser conocido como "madres tóxicas".
¿Cómo son las madres tóxicas?
Las madres, a causa de su rol tradicional de cuidadoras que aún se conserva en muchos países y en parte también por el vínculo especial de apego que establecen con los hijos durante la lactancia, son un elemento fundamental en este aspecto, y su influencia en la crianza suele ser más determinante que la de los padres.
Esas madres tóxicas que lo son de manera voluntaria o involuntaria y que, movidas por el amor o el propio interés, transforman la educación de algunas personas en un calvario, pueden dejar una marca en las personas criadas por ellas.
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Se trata de personas que establecen un vínculo negativo con sus hijos o hijas, hasta el punto de hacer que acciones que en principio pueden fundamentarse en el amor y el afecto se transformen en una correa que limita la libertad y el bienestar del prójimo.
A pesar de lo que pueda parecer, la responsabilidad de que la relación no sea buena no tiene por qué ser completamente de la madre. Las relaciones son carreteras de dos sentidos, y por muy malo que pueda parecer un vínculo, muchas veces las dos personas involucradas podrían estar haciendo algo para mejorarlo.
Ahora bien, lo que caracteriza a las madres tóxicas es que, si bien en ocasiones no son las culpables de la mala relación al 100%, a los hijos o las hijas el sacrificio de tener que cargar con esta relación puede suponer una losa tan pesada que, a pesar de poder buscar maneras de mejorar la situación, esa opción resulta inasumible, porque requeriría sufrir mucho durante más tiempo. Por eso, muchas veces la situación lleva a la pérdida de contacto.
Madres tóxicas voluntaria o involuntariamente: sus características
Saber identificar los casos en los que alguien se comporta como una madre tóxica es muy importante para ponerle freno a la situación y hacer que esta persona adulta re-aprenda a educar de manera adecuada.
Estas son algunas de las señales que pueden ser útiles a la hora de identificarlas. No todas tienen por qué darse a la vez, pero ofrecen una pauta sobre su comportamiento.
1. Fijación con los roles de género
Algunas madres tóxicas lo son porque sienten que deben pasar a sus hijas el legado cultural de lo que se supone que representa ser mujer. Es por eso que, sin darse cuenta, presionarán a sus hijas para que adopten una actitud sumisa ante los hombres y para que conciban las tareas del hogar como una responsabilidad suya (independientemente de sus preferencias reales).
Normalmente las figuras paternas tóxicas extremadamente conservadoras no se preocupan tanto en educar a sus hijas en este sentido, sino que dejan esta tarea a las madres.
2. La ilusión del "príncipe azul"
Un problema derivado del anterior es que las madres tóxicas de perfil muy conservador educan a sus hijas en la idea de que no serán felices sin un hombre a su lado.
De este modo, se las educa para que sientan tristeza y pesar si por el motivo que sea se encuentran solteras durante un tiempo que estiman excesivo, y llegan a involucrarse en relaciones de pareja simplemente para escapar de la soltería.
3. Personalidad controladora
Esta es una característica de las madres tóxicas que se plasma en su modo de educar a hijos e hijas. En estos casos, las madres acostumbran a dar por supuesto que como figura materna deben tener la máxima responsabilidad de la educación de sus hijos e hijas, hasta el punto de que estos últimos no tengan ninguna capacidad de decisión sobre lo que hacen.
Por supuesto, se trata de una idea muy perjudicial que alimenta una dinámica de relaciones en la que cualquier elección debe pasar por la madre, dejando a los pequeños sin la posibilidad de aprender a ser autónomos y aprender de sus aciertos y errores.
4. La proyección sobre los hijos e hijas
Esta es una característica que comparten tanto las madres tóxicas como sus análogos masculinos: la tendencia a creer que su descendencia ha de llegar a ser el "yo ideal" que ellos nunca llegaron a ser. Es por eso que, en ocasiones, muchos padres y madres apuntan a sus hijos a una cantidad tal de actividades extraescolares que estos últimos terminan exhaustos y sin tiempo ni ganas que dedicar a lo que les gusta de verdad.
Además, como las madres tóxicas y los padres tóxicos perciben a su descendencia teniendo en cuenta siempre el hecho de que pertenecen a una generación, se plantean esto como una carrera contra el tiempo: quieren hacer que sus hijos sean perfectos en el mínimo tiempo posible. Por eso, en ocasiones, empiezan a "entrenar" ciertas capacidades de estos cuando son muy pequeños, antes de los 7 u 8 años, y les obligan a seguir practicando a lo largo de los años.
5. El desconfiar de los amigos
Algunas padres tóxicas pueden llegar a asumir tanto el rol de mujer protectora que prohíben a sus hijos e hijas entablar una amistad con personas que consideran sospechosas, aunque sea por su simple apariencia. Esto, por supuesto, produce una frustración intensa en los pequeños, que pueden aprender que las amistades se llevan en secreto, creando así un cerco entre el círculo de amistades y la familia que en la vida adulta puede conllevar el aislamiento de este último.
Además, en algunos casos, los criterios por los cuales se establece que un amigo o amiga es aceptable llega a ser una muestra de racismo, con lo cual se inculcan a su descendencia este esquema mental discriminatorio ya desde sus primeros años.
6. Actitud pasivo-agresiva
Las madres tóxicas no se adaptan al hecho de que el modo en el que tratan de educar sea rechazado totalmente, y seguirán intentando comportarse como al principio, sin aprender de la experiencia.
Lo que sí suele cambiar es su estado de ánimo, que acostumbra a pasar a ser el de una persona frustrada que renuncia a cambiar de estrategias para ver si se obtienen mejores resultados. Normalmente, en estos casos en necesaria la ayuda de otra persona para que estas madres vean con perspectiva que su malestar puede ser mitigado intentando cosas nuevas.
7. Indiferencia
Existen madres que, en vez de ser controladoras, son exactamente lo contrario. En muchas ocasiones disfrazan de permisividad lo que en realidad es indiferencia o pocas ganas de gestionar choques de intereses entre ellas y los pequeños.
El resultado de esto suelen ser pequeños que presentan el Síndrome del Emperador y, de adultos, personas indefensas en la vida adulta, que caen fácilmente en la frustración y con baja tolerancia a las situaciones generadoras de ansiedad.
8. Sobreprotección
La sobreprotección tiene mucho que ver con la personalidad controladora, pero se da a través del miedo a que los hijos o hijas afronten los retos propios de la vida adulta. Esta manera de relacionarse con los hijos e hijas da incentivos para no tomar la iniciativa y mantenerse dentro de la zona de confort.
9. Mentalidad competitiva
Este es otro de los rasgos característicos de las madres tóxicas que tienen que ver con la proyección; en este caso, se intenta mostrar ante los ojos de todos que los hijos o hijas de una misma son mejores que los del resto, ya sea comprándoles más cosas, poniéndoles más presión para que estudien, etc. Esto puede tener que ver con el miedo a que los hijos estén desprotegidos en su vida adulta e independiente, pero desgasta mucho psicológicamente.
Lo importante es que no se obra para satisfacer las necesidades reales de los pequeños, sino para conseguir estatus social a través de ellos.
10. Uso habitual de la violencia para castigar
La utilización habitual de los métodos de castigo basados en la violencia, ya sea física o verbal mediante insultos, es uno de los fenómenos más dañinos que puede darse en el seno familiar. No solo causa sufrimiento en los momentos puntuales en los que sea plica, sino que además alimenta la desconfianza, el resentimiento y el miedo.
11. La alienación parental
El hecho de intentar volver a los hijos contra un miembro de la familia, normalmente el otro progenitor tras una separación o divorcio, es una de las formas de manipulación con consecuencias más graves. Por supuesto, puede darse tanto en padres como en madres.
12. La intromisión
Incluso dentro de las familias, la intimidad es importante. No saber respetar eso genera mucho malestar a la larga.
Referencias bibliográficas:
- Bowlby, J. (1977). The making and breaking of affectional bonds. The British Journal of Psychiatry, 130(3): pp. 201 - 210.
- Fassin, Eric. (2002). La nature de la maternite: pour une anthropologie de la reproduction. Journal de anthropologues.
- Fehr, B., Russell, J. (1991). The Concept of Love Viewed From a Prototype Perspective. Journal of Personality and Social Psychology.
- Peusner, Pablo (2009). Crítica de la noción de familia en El Sufrimiento de los niños. Letra Viva, Buenos Aires.