La situación actual es inédita, por lo que a nivel psicológico supone un gran desafío. Nos enfrentamos, en España, a la llamada fase de desescalada tras haber realizado un confinamiento en nuestras viviendas con el objetivo de evitar la propagación del coronavirus.
Esta fase de desescalada implica una mayor libertad de movimiento, y, posteriormente, poder reunirnos con familiares y amigos, poder ir a las terrazas de los bares, a tiendas etc. Por lo tanto, a priori, es una situación más favorable para nuestra salud mental.
Sin embargo, la fase de desescalada se está llevando de diversos modos que pueden sorprender por sus diferencias. Por ejemplo, encontramos a gente que teme salir, personas que incumplen las normas y parecen no ser conscientes de los riesgos, los que son más responsables y tratan de cumplir las indicaciones, etc.
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¿Por qué surgen estas diferencias de actitud en la desescalada?
Estos son los factores que entran en juego a la hora de explicar este fenómeno.
Percepción del riesgo
Un factor muy importante es la percepción del riesgo. El ser humano tiende a pensar que las desgracias no van a ocurrirle a él; se trata de un mecanismo de defensa que hace nuestra vida más llevadera. Por este sesgo, se llegan a realizar acciones como no cumplir las recomendaciones sanitarias pensando que no nos vamos a contagiar o que si lo hacemos, que no tendrá consecuencias.
Sin embargo, hay personas que tienen una mayor percepción del riesgo, lo cual puede ser muy positivo en situaciones como las que vivimos, ya que el miedo nos ayuda a protegernos, pero si esta probabilidad pasa a sentirse como certeza, la persona se sume en una gran ansiedad pudiendo desarrollar problemáticas psicológicas como agorafobia o ansiedad por enfermedad.
Por lo tanto, lo ideal es intentar mantener este sesgo bajo control y pensar que existe la probabilidad de contagiarnos (y de contagiar) aunque no sea algo seguro ni signifique el peor de los resultados, y adoptar las medidas de seguridad correspondientes.
Responsabilidad
Otro factor clave es la responsabilidad; quienes tienen esta característica entre sus atributos de personalidad. Ante esta situación, se puede actuar de forma responsable, es decir, siendo conscientes de que las consecuencias de los hechos son de suma importancia y actuando de forma consecuente a ello. Por el contrario, si se tiende a ser irresponsable, es más probable que se actúe pensando en lo que a la persona le apetece y no en las consecuencias a medio y largo plazo.
Tolerancia a la frustración
La tolerancia a la frustración es otra de las claves a la hora de explicar las diferencias interindividuales. Esta es la característica que permite a las personas adaptarse a los cambios y , especialmente, a aquello que ha truncado sus planes, sus deseos…
Si la persona tiene una adecuada tolerancia a la frustración, es más probable que se haya adaptado mejor a la situación actual y que pueda llevar a cabo comportamientos con limitaciones.
Aceptación de normas
Muy ligado a todo ello, tenemos la aceptación de normas. Existen personas que toleran adecuadamente que se les impongan normas o limitaciones, generalmente, porque han tenido que acatarlas en diversas situaciones a lo largo de su vida. Para personas que han seguido directrices es más sencillo poder mantener las medidas que en la fase de desescalada se están marcando.
Grado de individualismo
Un aspecto a destacar es si la persona se rige más por el individualismo o por una visión de bien social. Existen diferencias entre las personas que se comportan pensando en sí mismos, por ejemplo, “que yo salga sin mascarilla no pasa nada, solo es una persona”, o las que piensan en su papel como conjunto, por ejemplo, “si yo salgo sin mascarilla, otra persona puede hacer lo mismo y nadie cumpliría la recomendación”.
Es muy importante la conciencia social en el sentido de ya no sólo preocuparnos por nuestro bienestar y no enfermar nosotros, si no de saber que cada acción individual repercute en el conjunto de la sociedad y aunque no enfermemos, podemos ser nosotros los transmisores.
Paciencia
Otro punto destacable es el ser conscientes de que cada acción cuenta. Hay personas que piensan, “Por una vez que yo haga…”, “por una persona que yo visite…”, “por un rato que esté sentado en el parque…” y puede ser cierto que por ese simple gesto no suponga un elevado riesgo, pero hemos de tener en cuenta que si todas las personas tomasen esa actitud de minimizar los riesgos y consecuencias de nuestros actos, las probabilidades de que aumenten los contagios ascenderían enormemente.
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Conclusión
Con todos estos aspectos que hemos mencionado, lo que pretendemos es transmitir un equilibrio en cuanto a cómo gestionamos esta nueva situación. Hemos de ser conscientes del peligro al que nos exponemos ante esta nueva pandemia que nos ha asolado, pero eso no equivale a que tengamos que actuar movidos exclusivamente por el miedo. Si somos conscientes, tomamos las medidas de seguridad y respetamos las normas vigentes, no tenemos por qué dejar de realizar las actividades permitidas.
Si sientes que las salidas al exterior te están generando ansiedad, miedo o enfado al ver que no todos cumplen las normas, te recomendamos que solicites ayuda profesional. Desde Mariva Psicólogos, estaremos encantados de poder ayudarte.
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