El razonamiento moral es una idea que, aunque pueda parecer un tanto obvia, entendida como la capacidad de razonar ante situaciones moralmente debatibles, es un aspecto de los seres humanos que todavía se está investigando.
Varios autores a lo largo de la historia han tratado de explicar el porqué nos comportamos de forma diferente ante situaciones en las que, aunque pudiéramos tomar una decisión puramente objetiva, ésta no nos acabaría de convencer. Veamos quienes son y qué se ha entendido qué es el razonamiento moral y cuáles son las características que lo definen.
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¿Qué es el razonamiento moral?
El razonamiento moral es un concepto procedente de la filosofía y la psicología del desarrollo y experimental, que hace referencia a la capacidad de los seres humanos de realizar un análisis crítico delante de una determinada situación en la que no es posible obtener una respuesta satisfactoria si esta se hace en base a criterios puramente lógicos. Se trata de aplicar los valores morales de uno mismo para saber si actuar de una u otra forma sería correcto o no.
El razonamiento moral también puede ser definido como el proceso en el cual los individuos intentan determinar la diferencia entre aquello que es correcto y aquello que no usando la lógica. Es un proceso diario, que a veces se manifiesta de una forma muy sutil, en situaciones que no nos parecerían que estuvieran implicados procesos morales. Desde edades muy tempranas, los seres humanos somos capaces de tomar decisiones morales sobre lo que creemos que es correcto o incorrecto.
Se ha visto que decisiones cotidianas, como pueden ser el decidir qué ponerse, qué comer o decir ir al gimnasio son bastante similares a decisiones en las que se tiene que aplicar un razonamiento moral, como el decidir si está bien mentir, pensar en lo apropiado de reciclar o atreverse a preguntar a un ser querido que vemos de mal humor si se encuentra bien.
Aunque el razonamiento moral es algo que todos aplicamos en nuestro día a día, nos es muy difícil llegar a explicar el por qué hemos tomado una determinada decisión, por muy banal que pueda llegar a ser. Incluso se ha planteado la idea de “estupefacto moral” para describir a aquellas personas que, si bien llevan a cabo razonamientos de este tipo, no son capaces de explicar por qué han decidido tomar una determinada razón.
Muchas de las decisiones que tomamos y que implican seguir unas leyes o reglas morales no las tomamos de forma lógica, sino en base a emociones. Las decisiones vienen influenciadas por aspectos internos (p. ej., prejuicios) o aspectos externos (p.ej., opiniones de otras personas, el qué dirán).
Razonamiento moral desde la filosofía
Dado que el concepto de razonamiento moral implica la movilización de nuestros valores morales, es lógico pensar que la historia de la filosofía ha tratado de darle una explicación a cómo las personas llegamos a realizar las decisiones que tomamos, y en base a qué moral nos movemos.
El filósofo David Hume comentó que la moralidad está más basada en las percepciones que en un razonamiento lógico puramente dicho. Esto quiere decir que la moralidad está basada más en aspectos subjetivos, claramente ligados a los sentimientos y emociones, que a un análisis lógico de la situación dada.
Otro filósofo, Jonathan Haidt, también coincide con Hume, defendiendo la idea de que el razonamiento relacionado con los aspectos morales viene como consecuencia de una intuición inicial, una percepción puramente subjetiva del mundo que nos rodea. Las intuiciones morales implican juicios morales.
La visión de Immanuel Kant, no obstante, es radicalmente diferente. En su visión considera que hay leyes universales para la moralidad, y que estas nunca se pueden romper por sí solas. Deben romperse a causa de las emociones. Es por ello que este filósofo plantea un modelo de cuatro pasos para determinar si una decisión o acción moral ha sido tomada desde la lógica o no.
El primer paso del método consiste en formularse “una máxima capturando la razón para una acción”. El segundo paso, “pensar en que la acción fuera un principio universal para todos los agentes racionales”. Luego viene el tercero, “si el mundo basado en este principio universal es concebible”. La cuarta, preguntarse a uno mismo “si uno haría este principio como máxima en este mundo”. En esencia, y de una forma menos rebuscada, una acción es moral si la máxima se puede universalizar sin que el mundo se convierta en un ambiente caótico.
Por ejemplo, pensemos en si es moralmente correcto o no mentir. Para ello, debemos imaginar qué pasaría si todo el mundo mintiera. Normalmente, la gente miente cuando considera que puede sacar algún tipo de provecho al hacerlo, pero, si todo el mundo miente, ¿qué provecho hay en ello? Supondremos que absolutamente todo lo que nos dicen no es verdadero, es por ello que no estaría bien mentir, según el modelo de Kant.
Investigaciones desde la psicología del desarrollo
A partir del siglo pasado, el concepto de razonamiento moral fue adquiriendo mucha importancia dentro del campo de la psicología, teniendo especial importancia las visiones de los siguientes autores:
1. Jean Piaget
Jean Piaget planteó dos fases en el desarrollo de la moral. Una de estas fases sería común entre los niños, y la otra sería común en los adultos.
La primera se la llama Fase Heterónoma, y está caracterizada por la idea de que las reglas vienen impuestas por adultos de referencia, como pueden ser los padres, profesores o la idea Dios.
También implica la idea de que las reglas son permanentes, no importa lo que pase. Además, en esta fase del desarrollo se incluye la creencia de que todo comportamiento “travieso” será siempre castigado, y que el castigo será proporcional. Se puede ver en este planteamiento piagetiano que la mente infantil está caracterizada por la creencia de que se vive en un mundo justo y que, cuando se hace algo malo, eso será debidamente corregido.
La otra fase dentro de la teoría de Piaget es la llamada Fase Autónoma, la cual es común después de haber madurado.
En esta fase las personas vemos las intenciones detrás de las acciones de los demás de forma más importante que, incluso, sus consecuencias. Se da importancia al acto en sí más que su fin, y es por ello que existen deontologías en las ciencias (“el fin no justifica los medios”).
En esta fase se incluye la idea de que las personas tenemos diferentes morales y, por lo tanto, nuestro criterio para determinar qué está bien y qué está mal es muy variado. No hay moral universal y la justicia no es algo que permanezca estática.
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2. Lawrence Kohlberg
Lawrence Kohlberg, muy influido por las ideas piagetianas, hizo contribuciones muy importantes en el campo del razonamiento moral, creando la teoría del desarrollo de la moral. Su teoría provee de una base empírica sobre el estudio de las decisiones humanas a la hora de llevar a cabo una conducta ética.
Kohlberg es importante en la historia de la psicología con respecto al abordaje científico de lo que se entiende por razonamiento moral dado que, en investigación, es su modelo el que se suele usar para entender la idea de este concepto.
Según Kohlberg, el desarrollo de la moral implica una maduración en la que tomamos una concepción menos egocéntrica y más imparcial con respecto a temáticas de diferente complicación.
Creía que el objetivo de la educación moral era el fomentar que los niños que se encontraban en un estadio concreto del desarrollo pudieran acceder al siguiente de forma satisfactoria. Para ello, los dilemas podrían constituir una herramienta muy útil para plantear situaciones a los niños a los que debían utilizar su razonamiento moral.
De acuerdo con su modelo, la gente debe pasar a través de tres estadios del desarrollo moral mientras van creciendo, desde la infancia temprana hasta la adultez. Estos estadios son el nivel preconvencional, el nivel convencional y el nivel post-convencional, y cada uno de ellos se encuentra dividido en dos niveles..
En la primera fase del primer estadio, esto es el nivel preconvencional, hay dos aspectos fundamentales a tener en cuenta: obediencia y castigo. En esta fase la gente, normalmente niños todavía muy pequeños, intentan evitar ciertas conductas por miedo a ser castigados. Intentan evitar la respuesta negativa consecuencia de la acción punible.
En la segunda fase del primer estadio, los aspectos fundamentales son el individualismo y el intercambio. En esta fase la gente toma decisiones morales fundamentadas en qué es lo que mejor se ajusta a sus necesidades.
La tercera fase es parte del siguiente estadio, el nivel convencional, y aquí toman importancia las relaciones interpersonales. Aquí uno intenta ajustarse a lo que la sociedad considera moral, intentando presentarse ante los demás como una persona buena y que se ajusta a las demandas sociales.
La cuarta fase, que también se encuentra en el segundo estadio, se aboga por tratar de mantener el orden social. Esta fase se centra en ver a la sociedad como algo entero, y se trata de seguir sus leyes y normas.
La quinta etapa es parte del nivel post-convencional, y esta se llama fase del contrato social y los derechos individuales. En esta fase las personas empiezan a considerar que existen diferentes ideas con respecto a cómo la moralidad es entendida de persona en persona.
La sexta fase y final del desarrollo moral se llama principios universales. En esta fase la gente empieza a desarrollar sus ideas de lo que es entendido como principios morales, y los consideran como algo cierto independientemente de las leyes de la sociedad.
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Polémica con las diferencias de género
Dado que se han visto diferencias comportamentales entre hombres y mujeres, asociadas a diferencias en su personalidad, también se planteó la idea de que había diferente forma de razonar moralmente en función del género.
Algunos investigadores sugirieron que las mujeres tendrían un pensamiento más orientado al sacrificio o la satisfacción de necesidades, implicando un rol de “cuidadoras”, mientras que los hombres estarían más enfocados en elaborar razonamientos morales partiendo de cuán justos y cómo de satisfactorios son a la hora de cumplir con derechos, implicando roles más “luchadores”.
Sin embargo, otros han sugerido que estas diferencias a la hora de razonar moralmente entre hombres y mujeres, más que deberse a factores propios en función del género sería debido al tipo de dilemas que hombres y mujeres se enfrentan en su día a día. Ser hombre y ser mujer implica, lamentablemente, una visión diferente de cómo es tratado o tratada y, también, diferentes tipos de dilemas morales.
Por este motivo, en el ámbito de la investigación se ha tratado ver cómo se da el razonamiento moral en condiciones de laboratorio, las mismas para hombre y para mujeres, viéndose que realmente , ante el mismo dilema moral, ambos géneros se comportan de la misma manera, usando un mismo razonamiento moral.
Referencias bibliográficas:
- Kohlberg, L. (1981). Essays on Moral Development, Vol. I: The Philosophy of Moral Development. San Francisco, CA: Harper & Row. ISBN 978-0-06-064760-5.
- Piaget, J. (1932). The Moral Judgment of the Child. London: Kegan Paul, Trench, Trubner and Co. ISBN 978-0-02-925240-6.
- Nell, O., (1975). Acting on principle: An essay on Kantian ethics, New York: Columbia University Press.
- Haidt, J., (2001). “The emotional dog and its rational tail: A social intuitionist approach to moral judgment,” Psychological Review, 108: 814–34.