Las redes sociales son herramientas indispensables en nuestro mundo moderno, especialmente las de mensajería instantánea. Aplicaciones como WhatsApp y Telegram, las más usadas, han hecho que los móviles dejen de ser usados para aquello que fueron concebidos: hacer llamadas.
Es mucho más fácil, rápido y cómodo enviar un mensaje que no llamar, motivo por el cual la gente prefiere recurrir a la primera forma de comunicación. Además, con Whatsapp se pueden enviar audios, imágenes, emoticonos, vídeos y todo tipo de recursos multimedia.
Todo progreso trae consigo ciertos riesgos y malos usos, siendo el ciberacoso el resultado de un mal uso de las nuevas tecnologías. Son varios los tipos de maltrato a través de WhatsApp y aplicaciones similares que se pueden observar en las conversaciones mediante estas apps, y a continuación los vamos a explorar.
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Los tipos de maltrato a través de WhatsApp
El maltrato a través de WhatsApp es unas formas en las que el ciberacoso y otras formas de violencia psicológica se manifiestan. Estos términos hacen referencia a la serie de comportamientos orientados a controlar, denigrar, manipular y hacer daño a una persona, en especial a una pareja, mediante el uso de las nuevas tecnologías. En este caso, nos vamos a centrar en una de las principales aplicaciones de mensajería inmediata más usadas alrededor del mundo, pero también es aplicable a Telegram y cualquier aplicación de mensajería instantánea,
Pese a lo mucho que se ha avanzado en materia de concienciación sobre el maltrato psicológico, lo cierto es que a día de hoy no todo el mundo concibe a este tipo de dinámicas virtuales como una forma real de abuso ni acoso. Muchas personas, y preocupantemente muchos adolescentes, asumen que si sus parejas les controlan el uso del móvil o desean saber con quién hablan es una forma de mostrar afecto.
Las nuevas formas de abuso y malos tratos que han surgido con la expansión de las nuevas tecnologías no son poco comunes. De hecho, ya hay estudios que apuntan que la cantidad de individuos que los han sufrido es muy alta. Un ejemplo de ello es un estudio realizado por la Universidad Autónoma de Madrid (2015) que indicó que el 50% del grupo poblacional que va de los 18 a los 30 años ha sufrido algún tipo de acoso cibernético, entre ellos el maltrato a través de WhatsApp.
Las principales formas de este tipo de maltrato son las siguientes.
1. Urgencia de recibir una respuesta
Frases como “¿por qué no me respondes?” o “¿qué estás haciendo?” son comunes en los chats de WhatsApp de pareja, siendo esta una de las experiencias más recurrentes en las personas que acaban de iniciar una relación afectiva de cualquier tipo. Y no solo con la pareja, pues también puede pasar con amistades o familiares que nos exigen responder al instante a sus mensajes. Si se repiten de manera sistemática, pueden considerarse una forma de acoso.
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2. Reprochar estar en línea y no hablarle
Hay personas que no llevan muy bien eso de ver a su pareja que está conectada y en línea pero que no le está hablando. Esta situación puede hacer que emerjan sentimientos muy tóxicos para la relación como la desconfianza, el enfado o los celos. El hecho de que la otra persona no les haya abierto para saludarles como mínimo les provoca mucha frustración y no dudan en exigir que les digan con quién estaban hablando.
Esto puede ir a peor, exigiéndole que le mande capturas de con quien estaba hablando o los audios que ha compartido, para cerciorarse de que no hay otra persona en su vida ni le está poniendo los cuernos con ella.
3. Bloquear tras una discusión
Otro tipo de maltrato a través de WhatsApp es aplicar lo que se conoce como “ley del hielo”, algo común después de una discusión o enfado. Uno de los dos decide cortar el contacto con el otro, no hablar, distanciarse e incluso bloquearlo de su lista de contactos durante unas horas o días. Este comportamiento muestra una gran inmadurez y altera mucho a la persona bloqueada, que siente que no tiene ni la más mínima opción de explicarse ni recibir explicaciones. Simplemente se corta la relación unilateralmente.
No debemos confundir esto con la saludable técnica del contacto cero tras una ruptura. Esta técnica se usa para, tras romper con alguien, evitar sufrir al ver a esa persona en las redes sociales, además de evitar también caer en la tentación de volverle a hablar y abrir las heridas que se estaban cicatrizando. En el caso del bloqueo, este es una forma de maltrato cuando la relación sigue todavía activa y se realiza como una especie de castigo para la otra parte.
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4. Cybergaslighting
Otra forma de maltrato es recurrir al famoso “gaslighting” o luz de gas. En este caso particular, consiste en enviar mensajes desconcertantes y sospechosos a la pareja, al amigo o a la persona víctima en cuestión para confundirla y hacer dudar de su propia memoria. También puede consistir en enviar mensajes haciendo entender que uno se siente orgulloso de algún rasgo o hito que ha conseguido la otra persona para, después, decirle que se ha equivocado de chat y que el mensaje no iba para él.
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5. Forzar a hacer sexting
El sexting es una práctica muy común que consiste en intercambiar fotografías y vídeos subidos de tono. Este intercambio de material íntimo es lícito si ambas partes están de acuerdo y hay el compromiso de que no van a pasar a terceros.
No obstante, y en especial entre jóvenes, puede pasar que uno de los miembros de la pareja le exija al otro hacerlo, aun cuando no quiere, ya sea porque no le apetece o porque no se siente cómodo.
El sexting se ha convertido en una de las formas más comunes de maltrato por WhatsApp y se evidencia en frases como “si me quisieras lo harías” o “seguro que lo hiciste con tu ex, pero no quieres hacerlo conmigo porque no me quieres… ”La persona que lo exige, en caso de ser negado este deseo, puede ridiculizar, criticar e incluso amenazar a la otra parte.
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6. Control de la ubicación
Muchas parejas aceptan compartir entre ellas sus ubicaciones, de mutuo acuerdo y sin sospechas. Si hay reciprocidad por parte de ambos o se usa con la intención de asegurarse de que la otra persona está bien o que si le pasa algo saber dónde ir a buscarla, es lícito y respetable. No obstante, no son pocos los casos en los que mandar la ubicación se usa como estrategia de control y acoso, vigilando que la otra persona no esté en casa de un ex o con un amigo con el que esté teniendo una infidelidad.
Querer saber en todo momento dónde se encuentra la pareja y acribillarla a base de preguntas sobre por qué se encuentra ahí es otra forma clara de maltrato psicológico realizado a través de esta aplicación de mensajería instantánea.
7. Bombardeo de mensajes
A medida que van pasando los años son cada vez más las pruebas de que las redes sociales y las aplicaciones del móvil pueden afectar negativamente nuestro estado anímico si se usan irresponsablemente. Los servicios de mensajería nos sirven para transmitir de forma directa y a tiempo real nuestro estado de ánimo a otras personas, ya sea de forma escrita, con emoticonos, con audios o directamente con videoconferencia.
Una forma muy recurrente de maltrato a través de WhatsApp es que nos envíen un montón de mensajes en poco tiempo, como por ejemplo 30 en menos de una hora. El contenido de estos mensajes puede ser muy variado, yendo de mensajes de cariño como que nos echan de menos o cuánto nos quieren pasando por comentarios tóxicos y desesperados como, por ejemplo, que no le estamos hablando o que deberíamos estar más pendiente de él o ella.
Como son tantos mensajes dichos en tan poco tiempo, es difícil que la otra persona le dé tiempo a contestarlos a todos, lo cual hace que el emisor empiece a desesperarse y enfadarse. Cuanto más tiempo se tarda en responder a todo, más escenarios catastróficos se monta quien ha enviado los mensajes. Es entonces cuando comienza la estrategia de enviar mensajes y, al cabo de poco, borrarlos para que la otra parte los vea y esté más pendiente del móvil por miedo a perderse algo (FOMO).
Más tarde, el emisor de esos mensajes puede pasar de la efusividad al criticismo o a la agresividad en muy poco tiempo, con frases del estilo “es que no soy una prioridad para ti”, “veo que tienes cosas más importantes a hacer que dignarte a responderme”, “si tanto te importo, ¿por qué no te lees todo lo que te mando?”...
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8. Pedir las contraseñas del móvil
Las parejas y amigos que tienen confianza y mantienen una buena comunicación entre ellos no tienen la necesidad de saber con quién habla o deja de hablar la otra persona. Por eso, cuando una persona le pide la contraseña o el patrón de desbloqueo de su móvil a otra persona se puede interpretar como una señal de desconfianza, celos y miedo. No respetar la privacidad de una persona es maltrato.
Exigir la contraseña no es una forma de maltrato a través de WhatsApp en sí misma, pero sí que puede implicar a esta aplicación. La persona interesada por obtener esta contraseña puede querer cotillear el WhatsApp de su víctima, además de otras aplicaciones como Telegram, Instagram, Facebook, Twitter o la galería de imágenes para ver si hay alguna foto de un ex o foto subida de tono de alguien ajeno a la relación.
Conclusiones y reflexión final
Las nuevas tecnologías suponen grandes avances para la humanidad pero, como siempre ha sido, el progreso implica ciertos riesgos que deben ser identificados y solucionados. WhatsApp es una aplicación de mensajería instantánea muy útil, casi imprescindible en nuestro día a día y que ha derrocado la principal utilidad de los teléfonos móviles, que no es más que llamar a otras personas. La mensajería instantánea es una forma más directa, rápida e impersonal de comunicación.
Sin embargo, con todo lo bueno, son varios los tipos de maltrato a través de WhatsApp, conductas de ciberacoso relativamente comunes entre la juventud, en especial los adolescentes, quienes hacen un uso menos responsable de las nuevas tecnologías. Irónicamente, son estos mismos adolescentes nativos digitales cuyas habilidades con las tecnologías de la información y la comunicación son muy superiores a las de generaciones predecesoras, incluyendo a los jóvenes adultos veinteañeros.
La educación y concienciación es clave para evitar que una generación que tiene un uso más habilidoso de las nuevas tecnologías que las siguientes hagan un uso tan irresponsable que ni los más adultos puedan evitar sus consecuencias nefastas para las relaciones y la salud mental.